Importante: lo que aquí defino no es lo que yo espero de la democracia. Lo que aquí defino es lo que yo creo es la democracia en su estado actual. Y su valor intrínseco en una civilización que es básicamente instintiva y primaria. Personalmente abogo siempre por sistemas democráticos frente a cualquier forma de totalitarismo. Pero una cosa es lo que yo quiera, y otra muy distinta la realidad en la que vivimos.
Vamos con una nueva entrada de «la gran mentira», en este caso con un tema que siempre está de actualidad: la democracia. Y vamos con la primera afirmación:
«El ser humano no fue diseñado para creer en votos, sino en líderes».
El ser humano es un animal, concretamente un mamífero superior del orden de los primates perteneciente a la familia de los homínidos. Esa es la definición estándar. Y los animales no fueron diseñados para votar, sino para seguir ciegamente al líder más poderoso. ¿Por qué?
Está es escrito en nuestros genes. A lo largo de la evolución muchas especies de primates, y otros animales, han mantenido relaciones tribales en las que un líder se ha autoproclamado como tal líder, y lo es hasta que otro líder le dispute ese liderazgo. No vemos votar a los orangutanes, ni vemos votar a los chimpancés. La democracia es un invento humano. Pero, ¿es un invento realmente funcional? Vamos a verlo.

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