Nota: una de las peculiaridades de los blogs es que los autores de los mismos no tenemos que tamizar las palabras, ni intentar quedar bien con nadie. Las palabras surgen espontáneas, y se vuelcan en el papel como se sienten. Y uno de mis objetivos es denunciar los hechos como yo los veo. Sin duda, habrá muchos matices que destacar. Pero cuando veo cómo crecen ciertas actitudes e ideas extremistas y represivas de nuevo en el mundo, me preocupo. Y me preocupo mucho. Porque la caja de Pandora puede abrirse fácilmente. Pero luego cerrarla cuesta muchos años, mucho dolor, vidas, y muerte.
Hoy quisiera dejar de lado el humor, la música, e incluso las letras. Y traer aquí una reflexión. Que no será fácil. Ni cómoda. Ni será trending topic en la redes. Pero que es importante no olvidar. Es importante recordar el pasado doloroso. Porque las risas del hoy serán el llanto del mañana si no hacemos algo pronto.
Vivimos tiempos difíciles. Los rumores de un nuevo fascismo recorren Europa y el mundo. Por todas partes de nuevo se alzan voces proclamando la supremacía de las razas superiores, destinadas a controlar el mundo frente a los pueblos inferiores, que deben ser sometidos, perseguidos, torturados, devueltos a sus países, para que sigan siendo bombardeados. El Ángel de la Muerte sonríe de nuevo. Y la humanidad se acerca de nuevo al abismo.
Toda civilización y toda era de luz tiene su némesis. Los abuelos y los padres que vivieron la guerra civil y la segunda guerra mundial han muerto, y las nuevas generaciones no conocen del dolor de la guerra, del hambre, del sufrimiento, y de la miseria. Los pueblos de occidente han vivido en los restos de la sangre que muchos hombres y mujeres tuvieron que derramar para conseguir una paz precaria, difícil, compleja. Pero real y tangible. Ahora esa precaria paz, ese complejo equilibrio, empieza de nuevo a resquebrajarse. Y observamos cómo las banderas orgullosas de antiguos poderes absolutos se alzan de nuevo, proclamando las mismas premisas que se gritaron y se cantaron en Nuremberg durante los años treinta del siglo XX.

Ahora esa llama oscura, que nunca se apagó del todo, comienza de nuevo a arder. Es una llama que infunde temor, por lo que nadie se atreve a apagar. Pero la llama crece. Crece con cada nueva proclama por la superioridad de un pueblo sobre otros, con cada nueva bandera empleada para destacar a un pueblo sobre otros, y con cada nuevo inocente perseguido, por su condición de extranjero, por ser negro, homosexual, disminuido psíquico o físico, por haber nacido en un país prohibido, o por huir de la miseria que el mundo le ha entregado como único futuro. Los líderes de esas nuevas tendencias se autoproclaman emperadores de un nuevo mundo construido a su medida.
Y no olvidemos aquella máxima: «quien mata a un ser humano es un asesino. Quien mata a diez, un psicópata. Y quien mata a un millón, es un líder político». Ahora se habla de dar el premio Nobel de la paz a Donald Trump y a Kim Jong-un, dos hombres que hasta hace poco jugaban a desatar una guerra nuclear. Trump, que avala la tortura como método fácil para obtener información y que amasó su fortuna manipulando las leyes fiscales. Kim Jong-un, cuya lista de víctimas y torturas no tiene fin. El mundo se está volviendo loco. Otra vez.
Dicen que el país que olvida su pasado está condenado a repetirlo. Y aquí, ahora, el mundo ha olvidado las penurias que sufrió de 1939 a 1945. Ha olvidado el esfuerzo que supuso librarse del fascismo, y del nazismo. Y ha olvidado la marca eterna que esas ideas dejaron en la piel y en los huesos de sesenta millones de seres humanos y sus familias. Y, cuando se vive una época de crisis, las falacias, las mentiras, las distorsiones, los cuentos, y las tergiversaciones de carácter populista son el caldo de cultivo para crear nuevos extremismos. Extremos que lo devoran todo, y que se acaban devorando a sí mismos.
Y hacen proclamas que de nuevo se escuchan por todas partes: «levantad nuevas fronteras. Levantad nuevos muros. Levantad nuevas prohibiciones. Controlad a todo aquel que no sea igual que uno. Controlad a aquellos que disienten. Perseguid a aquellos que tienen opinión. Controlad las mentes de aquellos que un día podrían llegar a ser críticos con el sistema. Controlad cada idea, cada mente, cada cuerpo, y cada alma. Y, cuando todo esté controlado, solo habrá una idea. Solo habrá una mente. Solo habrá un camino: el del poder absoluto. Todos los demás serán perseguidos, y su futuro convertido en cenizas.»
Es importante recordar el pasado. Cómo empezó todo. Cómo empezaron las persecuciones. Las luchas. Las noches de los cristales rotos. Es importante que no olvidemos cómo una sombra gigantesca cubrió Europa, y cómo a punto estuvo de envolverlo todo. Es importante recordar el enorme esfuerzo en vidas que costó devolver la luz a Europa y al mundo. Y es importante recordar que nadie está dispuesto a pagar de nuevo ese precio. Por eso ellos se hacen fuertes. Porque nos ven débiles. Nos ven con miedo. Nos ven aterrados. Y ellos sonríen. Saben que están ganando. Porque un pueblo temeroso, un pueblo con miedo, es un pueblo fácil de controlar. Fácil de pervertir. Y fácil de eliminar.
Por todo ello, hoy me gustaría traer aquí un fragmento con el discurso de Ernst Janning, personaje de la grandísima película “Vencedores o vencidos”. Cine de cuando el cine tenía clase, tenía talento, y tenía actores que te hacían temblar en la silla con emociones. El actor es Burt Lancaster, y el personaje es uno de los jueces nazis acusados de promover las ideas del nazismo en Alemania, desde 1933 a 1945.
Este discurso es importante porque es el de un hombre que vio el tormento que se acercaba con el nazismo a su país, Alemania. El terror que se cernía sobre su país, y sobre Europa. El terror de una maquinaria de guerra implacable que lo destrozaría todo, y se llevaría consigo millones de almas. Y este discurso es importante porque es el de un hombre destrozado por no haber sabido reaccionar a tiempo frente a la barbarie nazi, y fue juez y cómplice de un sistema creado y diseñado expresamente para el exterminio de todo aquel que fuese diferente.
Son ocho minutos. Ocho minutos de un metraje increíble. Como lo es toda la película. Una obra maestra del cine. De ese cine que, sinceramente, no soy capaz de ver ahora. Quizás es porque me hago viejo. Y porque aún escucho los lamentos de las voces de los miles de hombres y mujeres que perecieron en aquellas salas horribles de la maquinaria nazi.
Yo no estuve allá, por supuesto. Pero no importa; he leído y he visto lo suficiente como para escuchar sus lamentos. Los lamentos de los hombres, las mujeres, los niños, los recién nacidos, y los ancianos. Los gritos de angustia y de terror ante las cámaras de gas, los experimentos médicos, y las mil formas de horror creadas expresamente para eliminar todo rastro de humanidad de la Tierra. Y he visto y he oído lo suficiente como para hacerlos míos para siempre.
Queda aquí el testimonio de esta gran película. El testimonio de la historia, que, por mucho que ellos lo intenten, no podrán silenciar. Siempre alguna voz se alzará para clamar justicia.
Y esa justicia llegará. Tarde o temprano. Pero llegará algún día.
«Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada,
porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada,
porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada,
porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí.»
Martin Niemöller (1892-1984).
Todos los extremos son negativos.. Comunistas, fascistas, todos son los mismos perros con distintos collares; el poder en su grado máximo sólo conlleva muerte y destrucción de los paises y sus gentes… Sólo hay un camino, una bandera y es la del AMOR, con tal estandarte nada ni nadie sometería a nadie… Mi mente está programada ahora mismo con lo positivo para cambiar la linea de tiempo que otros quieren imponer.. AMOR Y PAZ.. Abrazos de luz ❤
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Completamente de acuerdo contigo Mamen. El comunismo es también una forma de fascismo, cuando hablo de fascismo me refiero a cualquier forma de totalitarismo. Pero el comunismo está muerto. Sí, se oye hablar aquí y allá etc, pero no tiene fuerza. El comunismo como la expresión que nació en 1917 es historia. Incluso China ya no es comunismo, es una dictadura de estado modernizada. En cuanto al amor, ojalá se aplicase más en todas las personas, el mundo sería mucho mejor. Un abrazo.
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Dictadura es imposición por la fuerza y eso sólo lleva a la ecatombe y al genocidio… Por eso hay que ampliar la conciencia y promulgar el AMOR sea como sea, porque es la única respuesta para todo, sin él no existe nada, nada, nada… Nos bombardean constantemente con noticias negativas que no hacen otra cosa que arrastrarnos a un estado de ofuscación, enfado y tristeza que es lo que quieren.. No hay forma más fácil de manipular que mediante las noticias para bajarnos la frecuencia a más negatividad… Y aunque no queramos verlas aparecen por cualquier sitio.. por eso hay que ver cosas que nos hagan sentir felices y positivos aquí y ahora… sólo cambiandonos a nosotros mismos cambiaremos lo que nos rodea 🙂
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No podría estar más de acuerdo. La labor de crecer y de sentirnos cada día mejor empieza en nosotros mismos. Yo espero sinceramente que el mundo sea un lugar de paz completa y para todos algún día. Solo entonces habremos dado un paso real en la escala del conocimiento. Un abrazo.
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Sígue vibrando así y poco a poco seremos legión de AMOR 😉 .. Abrazos de luz ❤
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