Leche cruda, Marte y la Luna

Recientemente me he encontrado con tres de esas noticias, que serían hilarantes si no fuese por el importante trasfondo de ignorancia que comportan. La primera es de una responsable política diciendo que la leche cruda no es peligrosa, o que, en todo caso, lo es tanto como comer un pollo que lleva cuatro semanas en la nevera. Habría que aclarar si es la nevera o el congelador, porque si es lo primero, lo que necesita ese pollo no es ser comido, sino una autopsia postmortem realizada por un especialista en crímenes. Porque es un crimen soltar ciertas frases. Ya lo dijo Groucho Marx: «es mejor ser ignorante y mantener la boca cerrada, que abrir la boca y despejar cualquier duda».

Dicen que los métodos de antes para la alimentación eran más naturales. Lo eran, y la tasa de mortalidad también era mayor. Yo mismo había ido a comprar leche cruda cuando era pequeño con mis primos a la vaquería, cerca de Bilbao, donde pasaba los veranos. Estaban las vacas allá, las saludabas, y te llevabas los potes de metal con la leche. Esto lo he vivido yo. Pero no era, repito, no era sano. Sano es pasteurizar la leche.

Algunos dicen que hay intereses ocultos comerciales en la leche pasteurizada. Vamos a ver: la pasteurización es un proceso químico que ha salvado millones de vidas. Si luego alguna empresa realiza transformaciones ilegales en la leche por intereses económicos, deberá ser perseguida y multada. Pero no confundamos un proceso que evita infecciones con un interés concreto de empresas concretas.

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El segundo caso es del día de hoy cuando escribo esto. Iker Casillas, antiguo portero del Real Madrid, dice que el ser humano no llegó a la Luna. Y se queda tan tranquilo. Me va a perdonar el señor Casillas, pero la ciencia le metió un gol por la escuadra en 1969, y, por mucho que usted insista, no va a cambiar la realidad de los hechos.

Actualmente hay fotos ya de los objetos que los astronautas dejaron en la Luna. Sobre todo del módulo lunar. ¿Qué dicen los conspiradores que niegan al ser humano en la Luna? Dicen que son fotos trucadas. Imaginemos ahora que los llevamos a la Luna, y les presentamos los objetos delante de ellos. ¿Qué dirán? Que han sido llevados allí posteriormente para continuar el engaño. No importan las pruebas; para ellos, negar la realidad es su único modelo de pensamiento.

El tercer ejemplo es el del agua líquida en Marte. Dicen que no hay que investigar el espacio, solo la Tierra. Entonces yo le pregunto a esta gente: ¿cuál es la altura máxima a la que hay que dejar de investigar? ¿A los 10 kilómetros de altura? ¿A los 20? ¿Dejamos de estudiar todo el universo en su conjunto?

Hemos encontrado información fundamental para la Tierra investigando el espacio. Imaginemos dos niños con la misma bacteria: uno enferma, y el otro no. ¿No es lógico investigar por qué no enferma uno de ellos, para poder aplicar esa solución al enfermo si es posible? Cuando investigamos Marte, encontramos soluciones en ese planeta que se pueden aplicar al nuestro. Por eso investigamos el planeta, y por eso investigamos el universo.

Ese pasado idílico que muchos pretenden era la Edad Media no existe. La gente moría de cualquier cosa. Yo tuve apendicitis a los nueve años. Era apendicitis aguda. En tiempos de mi abuela lo llamaban «cólico miserere». Era muerte segura. Yo estaría muerto ahora, y usted no estaría leyendo esto. Sobreviví gracias a la ciencia. Y es posible que usted conozca muchos casos similares.

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Muchos responsables políticos, famosos, «influencers» se atreven a lanzar informaciones sesgadas, o completamente falsas. Y tienen una gran repercusión por los millones de seguidores que tienen. Otros no tenemos ese poder de llamada, pero es nuestro deber explicar que la ciencia funciona, que las pruebas de la llegada a la Luna están ahí, y que Marte debe ser explorado. Lamentablemente, aunque somos muchos los blogs y las webs de ciencia que tratamos de explicar las cosas, nuestra voz se pierde porque explicar la verdad no está de moda hoy día. Muchos simplemente no quieren ni oír hablar de ciencia, la niegan, y la repudian. Todo eso mientras la usan diariamente para negarla.

Estos tres ejemplos son una prueba más, de la cantidad casi infinita de pruebas, del peligro que supone que gente ignorante y sin conocimientos se atrevan a realizar afirmaciones sin fundamento, confundiendo a millones de ciudadanos, y respaldando tesis conspiranoicas de otros millones de ciudadanos. En una época donde la ciencia permite que cada uno verifique los hechos, seguimos siendo aquellos hombres que, a petición de Galileo para que comprobasen por su nuevo telescopio que la Luna no era de cristal, se negaron a mirar. No miraron porque eso supondría comprobar que, efectivamente, la Luna no es de cristal.

Pero el asunto es peor. Porque estas teorías conspiranoicas tienen un problema añadido: no importa cuántas pruebas se presenten, cuantos hechos se traigan a la mesa, cuantos datos se establezcan. El conspirador nunca creerá ningún dato. Ni fotos, ni pruebas, ni hechos científicos. ¿Por qué? Porque eso rompería su sueño. El conspirador es una persona que no solo es ignorante. Eso en sí no es problema porque todos somos ignorantes en muchas cosas. El problema es no querer conocer. Es querer permanecer en la ignorancia.

Es un problema mental, basado en una crisis de identidad de esos individuos. No creen porque eso rompería su escala de valores. Sus creencias se basan en la presunción de que ellos conocen la verdad, y los demás vivimos en la ignorancia, manipulados por fuerzas superiores que solo existen en sus mentes. Luego, paradójicamente, muchos creerán en todo tipo de espíritus, de magia, de cuestiones que no tienen base científica alguna. Pero, cuando se trata de datos empíricos, verificados y comprobados, entonces saldrán huyendo. Jamás querrán mirar por el telescopio.

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Es una pena que cien mil pruebas de que algo funciona queden desacreditadas por un tweet de un ignorante que cree estar en posesión de la verdad. Porque la ignorancia es atrevida, y arrastra a las masas. La solución: más escuelas, más lectura, y más método científico. Dar cultura a la población para que tenga sentido crítico. Y entonces Iker Casillas podrá decir lo que quiera, pero no tendrá un apoyo gigantesco de una población que no entiende, ni quiere entender, ni de ciencia, ni de conocimiento. Ese es el mayor peligro, y ya lo dijo Carl Sagan: «una sociedad que reniega de la tecnología que usa cada día está condenada al fracaso».


 

Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

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