Lectores de sensibilidad; comentario respuesta

Recientemente, un amable lector ha hecho un comentario sobre el artículo «Lectores de sensibilidad: cuando la censura se viste de seda», indicando que la exposición que hago de esta figura en el mundo de la literatura no se encuadra con la realidad que ellos mismos quieren mostrar a los escritores en particular, y a la sociedad en general.

Lo primero que tengo que decir es que estoy encantado de poder tener un debate sobre este tema, en el que cada uno defenderemos nuestras posturas, pero siempre en un ambiente cordial y agradable, muy alejado del ruido de muchas redes sociales, donde todo son ataques o cosas peores que ataques. Creo que WordPress y otros sistemas de blogs invitan a un discurso y diálogo siempre tranquilo y sereno, aunque las posturas y opiniones estén alejadas.

Lo segundo que tengo que decir es que agradezco enormemente al lector los enlaces que me ha pasado, y para no extenderme mucho, como los tres más o menos apuntan las mismas ideas, usaré uno de ellos para mis comentarios, no porque me parezca mejor o peor, sino porque creo que es suficiente.

El texto se llama «los sensitivy readers no censurarán tu novela«. Como digo, no quiero extenderme demasiado, ya expuse mis ideas sobre este mundo en el anterior artículo, ideas que mantengo actualmente. Aquí lo que haré será comentar el contenido de este enlace, con textos en cursiva y respuestas en vertical.

Voy por lo tanto a extraer algunas frases del texto, y con ello voy a dar mi opinión sobre el mismo, con el fin de exponer lo que son mis ideas personales, y subjetivas. Repito: personales, y subjetivas. Algunas personas podrán coincidir, otras no, pero en todo caso, simplemente quiero dejar claro que estas ideas se basan en mi experiencia personal, nada más.

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Los pueblos que ignoran sus bibliotecas están condenados a vivir en un presente eterno

Comienza el texto con este comentario:

Los sensitivity reades (lectores sensibles) son personas que leen un manuscrito y dan su opinión al autor sobre el tratamiento de determinados aspectos de la obra, sobretodo con respecto a los personajes.

Naturalmente, y yo estoy encantado de que cualquier lector me dé su opinión sobre el tratamiento que hago de mis personajes, sean del perfil que sean. Como todo en una obra, cada aspecto es criticable, y el tratamiento de los personajes es un asunto absolutamente clave en cualquier obra literaria. He recibido muchos comentarios sobre este o aquel personaje de esta o aquella novela de distintos lectores, algo que siempre he agradecido en grado sumo, porque me han aportado datos vitales para mis siguientes trabajos.

¿POR QUÉ UN SENSITIVITY READER NO CENSURA TU OBRA?
Porque únicamente asesora y opina sobre detalles concretos de esta. El autor es libre de sacar al mercado un libro indistintamente de los consejos del lector.

Bueno, entiendo que ningún lector, sea del tipo que sea, va a intentar cambiar mi obra, mucho menos impedir que salga al mercado, porque eso sería una intromisión en la actividad literaria de un escritor. Esto es obvio. Ahora bien, aquí entramos en matices: si un lector me dice que cambie mi personaje, por un motivo u otro, puede estar haciendo dos cosas:

1.- Darme su opinión. No le gusta el tratamiento a un personaje. Yo tomaré muy buena nota de su comentario. Cada crítica debe ser tenida en cuenta, especialmente las negativas, porque nos ayudan a crecer como escritores.
2.- Me invita a cambiar el personaje, pero no porque él lo considere por motivos estéticos o del guión, sino porque esto va a molestar a terceros. Aquí es donde se produce la censura. Si un lector me dice que cambie una obra porque va a molestar a terceros, me está diciendo que mi obra no es válida en su contexto actual. Naturalmente no me va a forzar a cambiarlo, solo faltaría, no estamos en tiempos de Franco eso es evidente. Pero el solo hecho de decirme que un fragmento literario ha de ser cambiado para no molestar a un grupo de población, es lo que yo llamo censura autoinducida, o inducida por un tercero. Esta acción significa que, ante el temor de que ese grupo de población se vea afectado y molestado, estoy actuando bajo el mandato del temor, de la represalia, de la acusación de ese grupo. Luego, estoy siendo censurado. Primero, sutilmente, y sin mala intención estoy seguro, por el lector de sensibilidad. Y luego, si ese grupo se siente mancillado de alguna forma, y pide que se retire mi libro, estaré siendo censurado por ese grupo.

Porque, no lo olvidemos: los lectores de sensibilidad han nacido porque ciertos grupos han atacado obras literarias al sentirse aludidos y atacados, sin entender que una obra de ficción es ficción, no una realidad que deba considerarse como cierta, sino como una forma de expresión artística y literaria. Luego, el lector de sensibilidad no tiene de por sí una acción censora, pero nace de una acción censora y represiva de grupos minoritarios, sean del tipo que sean. Luego, la propia idea de no ofender a grupos minoritarios en una obra literaria es una forma de censura.

Ejemplo: uno de mis personajes dice: «esos malditos cerdos gitanos deberían ser colgados de un árbol». Si algún gitano está leyendo esto y se siente ofendido, le ruego me disculpe. Pero yo estoy creando un personaje que odia a los gitanos. Hay mucha gente que insulta y ataca a los gitanos cada día. Yo eso lo reflejo a través de un personaje de una novela. Nadie debe acusarme de odiar a los gitanos. Porque lo que hago es transcribir una realidad. A mí el pueblo gitano me merece tanto respeto como cualquier otro pueblo de la Tierra. Y que alguien piense de mí que puedo sentir otra cosa sobre los gitanos es un ataque a mi dignidad y a mi persona.

Pero sigamos con el comentario.

Si en tu novela has incluido un personaje negro, asiático, nativo americano, asexual, bisexual, transgénero, gay, lesbiana; vas a hablar de feminismo, de veganismo, has escrito una relación de pareja que no estás seguro de si es tóxica cuando no pretendías que lo fuera, una relación poliamorosa, un personaje que padece una enfermedad mental… Puede que necesites un lector beta especializado que te diga si el tratamiento hacia ese personaje es correcto, si esa relación no es tóxica o si has caído en los estereotipos.

Sin duda. Cuando escribí sobre la grecia clásica, en una situación donde los personajes viajan al siglo 480 a.C., tuve que informarme de forma muy extensa sobre aspectos que no suelen ser comentados en los libros de historia, lo que Unamuno llamaba la «intrahistoria», la vida personal de las gentes comunes. Por ejemplo, tuve que informarme sobre la situación exacta de las mujeres en aquella época, un trabajo durísimo que dejé documentado en este enlace. Ahí explico lo que llegué a sudar para sacar datos precisos y concretos, y para no cometer errores, en la medida de lo posible. No acudí a un experto sobre vida y costumbres en la grecia del 480 a.C. porque es tremendamente difícil encontrar a alguien especializado en esa materia, pero leí Herodoto y a otros historiadores griegos, y abundante material.

Pero, si hubiese ido a un experto, ese experto NO sería un lector de sensibilidad, ni tendría nada que ver con ese tema. Ese tipo de perfiles han existido toda la vida, y se llaman «Asesores literarios y de estilo», o nombres similares. Son figuras que te ayudan en la definición del contexto histórico, social, político, cultural, e incluso lingüístico de una novela. Te dicen si estás mezclando un rey Arturo ficticio con un personaje real, porque entre otras cosas el rey Arturo es ficción, no puedes tratarlo como un personaje real, a no ser que la novela sea de fantasía claro. Pero si se quiere escribir novela histórica realista, debes informarte hasta la extenuación. Pero insisto, no hablamos de lectores de sensibilidad, sino de asesores literarios.

En cuanto a si caigo en estereotipos con ciertas relaciones, por ejemplo definiendo una relación lesbiana, tengo a bien conocer a dos parejas de lesbianas, una de ellas de forma bastante directa, que desde hace años me explican sus problemas y dificultades, por cierto, tremendas dificultades y problemas. Gracias a ellas escribí dos relatos dentro del Libro XII, con dos lesbianas inspiradas en ellas dos. Puedo decir por lo tanto que me he asesorado lo mejor que he podido, con casos reales de personas reales. También en el pasado tuve a una amiga en la universidad que era lesbiana, y conocí muchos aspectos de sus problemas. Por ello, estoy cien por cien de acuerdo en conocer las problemáticas de cada perfil humano, sin ninguna duda. Pero creo que si alguien se equivoca, o usa estereotipos, se le puede avisar de ello, y eso estará bien. Pero no creo que un estereotipo vaya a molestar a nadie, y si lo hace, debería comprender que cada cual escribe como puede y sabe. Eso no debería molestar a nadie.

Así que siempre va a ser recomendable pedirle una opinión a una persona que haya pasado por lo mismo que tu personaje.

Depende. Las dos jóvenes muchachas griegas del siglo IV antes de Cristo que describí en «Las entrañas de Nidavellir» no pueden asesorarme sobre sus vidas y costumbres. No siempre se puede acudir a una fuente. De ahí que acudiera a Herodoto y a historiadores especializados. Pero entiendo lo que quiere decir: pedir opinión siempre. Estoy de acuerdo al cien por cien. Se puede pedir opinión sobre un personaje y contexto histórico, porque mejorará la calidad de la obra. Pero no es obligatorio. Si alguien quiere explicar que el rey Arturo invade Nueva York en el siglo XXII con su flota de navíos estelares, bueno, quizás no tenga mucho sentido, pero quién sabe, a lo mejor lo explica de una forma que lo vuelve muy interesante. Por ejemplo, se ha descubierto el ADN del rey Arturo en el futuro, y se ha convertido en un conquistador implacable. No sé, todo es posible en el mundo de la literatura y la fantasía. Todo.

Es muy muy fácil caer en los estereotipos cuando queremos incluir un personaje que tiene un rasgo que además define su personalidad y del que nosotros no tenemos ni idea. Algo como una enfermedad crónica, que puede tener un peso importante, o no, en la trama. Podemos documentarnos sobre esa enfermedad, pero nunca jamás sabremos lo que se siente padeciéndola, así que es muy probable que en algún momento metamos la pata sin saberlo.

Se insiste en la idea, y yo insisto. Si hablo de una enfermedad que desconozco, me asesoraré por supuesto, pero tampoco le vamos a obligar a nadie a escribir las cosas exactamente y de forma científica cómo son, ni a sufrir esa enfermedad para que sepa lo que se siente. Porque si el personaje muere en una tortura, no creo que sea menester pasar por una tortura para poder describir a su personaje torturado. Esto es una falacia por comparación típica.

Pero, ¿y desde un punto de vista literario? A lo mejor el personaje sufre un cáncer, que le ha provocado un cambio en el cuerpo que genera plumas. ¿Da risa? ¿Le parece ridícula una historia de un cáncer que genera plumas? ¿Sí?

Pues entonces ríase de los personajes de los X-Men de la Marvel, como Warren Worthington III, que tenía un defecto genético que le generó dos alas que le permitían volar. O Spiderman, que le picó una araña y se hizo superpoderoso. Estos personajes son superfamosos  y han dado mucho dinero. Ahora no suena tan ridículo el cáncer que genera plumas. Ojalá se me hubiese ocurrido a mí.

A veces las cosas no son tan sencillas, ni tan directas como parece. A veces, distorsionar la realidad en la literatura, si se hace bien, es el secreto para una gran obra, Quizás si dejamos de encorsetarnos tanto en ideas preconcebidas de cómo se ha de escribir, seamos libres para escribir grandes obras.

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El Ángel de los X-Men

 

Ahora viene una muy interesante:

Con esto no quiero decir a que si nuestra novela va sobre un sociópata, que además de asesinar de forma continuada y sin mostrar empatía por nada ni nade, es gay; todos los gays que lean tu novela se vayan a sentir ofendidos. Pero puedes caer en un cliché si es el único personaje gay de tu novela y su trama gira en torno a ello de alguna manera que tú crees que está 100% justificado.

¿Por qué no ha de ser gay únicamente el psicópata? Claro que sí. Es gay, negro, y musulmán. ¿Por qué no? ¿Tengo que tener cuidado con mi personaje para no ofender a gays, negros, y musulmanes? ¿Estoy diciendo que los negros, gays, y musulmanes, han de ser necesariamente psicópatas? Claro que no. En una novela, el autor describe libremente a sus personajes.

Por cierto, gay y musulmán resulta problemático, porque las religiones en general, y la religión musulmana también, no admiten gays. Luego, a lo mejor es psicópata porque su mente ha de enfrentar su fe religiosa contra su condición de homosexual. Ya tenemos argumento para explicar su conducta. Este es un ejemplo de cómo se pueden tratar condiciones sociales y psicológicas combinadas para crear personajes ricos e interesantes. Y en ningún momento estoy atacando ni a negros, ni a musulmanes, ni a gays. Solo estoy combinando estas tres condiciones para crear un personaje literario. Nada más. Y nada menos.

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En definitiva: menos corsés, y más libertad. No nos ajustemos a nada. No nos encadenemos a nada. Seamos libres para crear los personajes, y las novelas, que sintamos. No intentemos ser perfectos, porque la literatura y el arte son en gran parte caos. Insisto: caos. Caos absoluto. La creatividad humana no puede ser medida y cuantificada, y sí debe expresarse en total libertad. No hay ofensa, porque no hay voluntad de ofender. Hay voluntad de crear una obra literaria. Y esa libertad no ha de someterse a ningún  criterio, ni a ningún grupo social, ni a ningún colectivo. Una obra es independiente de la sociedad. Nace bajo el influjo de una sociedad, pero cuando ha nacido es eterna, e inmutable. Y será valorada de muy distintas maneras a lo largo de cada nueva generación, según sus criterios sociales y culturales. La obra será única: la opinión cambiará con cada nuevo siglo que alumbre el mundo.

Si la obra está siendo examinada para cambiar su naturaleza y no ofender a este o a aquel grupo, pierde su identidad. Porque no es el motivo de la obra ofender, sino crear un marco literario único e irrepetible de personajes e historias, muchas veces reales, y otras completamente absurdos. De un extremo al otro, de la realidad a la locura, tenemos un enorme espacio que caminar. Y yo quiero ser libre para explorarlo sin miedos y sin temores a el qué dirán.

Por cierto, en «Las entrañas de Nidavellir II», el personaje principal, Sandra, se alía contra los griegos para detener a los persas. El libro es completamente anónimo, y lo será siempre. Pero ¿y si no hubiese sido así? ¿Y si hubiese sido un libro popular? Los iraníes estarían persiguiéndome ahora para colgarme del palo mayor. Porque el personaje principal se alía con los griegos en contra del imperio Aqueménida de Jerjes I. Lo hemos visto en muchas novelas y películas.

Naciones que prohíben libros y películas porque atentan contra su cultura. No. Es un libro. O una película. Lo que hay que detener son las guerras. El hambre. El dolor de miles de desplazados. Eso es lo que hay que frenar. Nunca el arte, la cultura, y el conocimiento. Eso no lo deberá detener nadie. Nunca.

Terminaré con una anécdota. Cuando Mozart terminó de interpretar una ópera frente al emperador, aquel le preguntó qué le había parecido. El emperador dijo que estaba bien, pero que «sobraban algunas notas». Mozart tomó la partitura, se la llevó al emperador, y le espetó: «por favor, dígame qué notas sobran». Hoy, todos sabemos que no sobra ninguna nota. No mancillemos las obras, ni con malas intenciones, ni con buenas intenciones. Dejemos que las obras hablen por sí mismas, y que juzgue la historia. Ella tendrá, siempre, la última palabra. Muchas gracias.


 

P.D.: si alguien tiene curiosidad por ver mis opiniones generales sobre estos temas relacionados sobre la composición de obras literarias, puede consultarlas en este índice.

Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

5 opiniones en “Lectores de sensibilidad; comentario respuesta”

    1. Cierto. No podemos aspirar a la total libertad, porque no existe una libertad total. Pero, o nos damos a nosotros mismos la libertad de elegir, o dejaremos que otros decidan por nosotros. Un abrazo.

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    1. Eso es falso Piper, no solo me importa mi ego de escritor, también tengo en cuenta otros aspectos literarios importantes, por ejemplo, siempre estoy abierto a negociar el cheque a recibir por mi trabajo. Y soy muy modesto, incluso permito que el cheque no me dé el tratamiento de vuecencia o su ilustrísima, yo soy así de sencillo. Un cordial saludo.

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