En este primer miércoles musical del año me gustaría reivindicar la figura de María Ostiz, cantante española que tuvo gran éxito en los años setenta y ochenta. Esta mujer, con una voz muy personal y maravillosa, ganó el festival de la OTI de 1976 en Acapulco, México, con su tema «Canta cigarra».
En muchas ocasiones trato de traer a este blog música, y músicos, que han quedado relegados en el olvido, por las razones que sean. Evidentemente hay artistas que perduran más en la memoria, pero otros parece que son propensos a ser olvidados por la marea del tiempo.
A mí personalmente esta canción me recuerda a aquellos años difíciles en Latinoamérica y en España de los setenta. Años de sueños de libertad, de esperanza, de un futuro mejor, donde pudiésemos expresarnos sin miedos, sin cortapisas, sin amenazas constantes. Como todo sueño, no fue perfecto. Como todo sueño, despertamos a la realidad. Pero lo importante es que era otra realidad. Y era mejor que lo que dejábamos atrás. Sin ninguna duda.
Y es que la libertad cuesta mucho ganarla, y es muy fácil perderla. Porque la democracia más convulsa y difícil es preferible a cualquier dictadura. Ya lo dijo cierto senador romano en el siglo I a.C.:
«Prefiero la más corrupta de las democracias, a la más perfecta de las dictaduras».
Yo estoy de acuerdo. Hemos, eso sí, de ser muy cuidadosos con la democracia, porque nos acostumbramos fácilmente a la libertad, y a imaginar que es fácil mejorar esa libertad. No lo es, y las fuerzas que pretenden arrebatarnos nuestra libertad están siempre listas y atentas para quitarnos nuestro derecho a expresarnos, y a ser libres. Siempre con una sonrisa, con palabras dulces, y con sueños de un mundo mejor que todos quieren escuchar. Palabras que encantan a las masas, con lenguajes simples y directos, que prometen romper con el pasado, y crear un mundo que solo existe en la imaginación de millones de seres humanos desesperados por nuevas metas.
Pero es un espejismo. La libertad no se consigue con discursos grandilocuentes, ni con grandes aplausos, ni con proclamas al pensamiento único. La libertad se consigue entendiendo que somos libres porque el sistema se ocupa de que nunca puedan sustraerse esos derechos básicos del individuo. Sin ese consenso, sin esa garantía, la libertad estará amenazada, y acabará perdiéndose. En un instante. Y luego recuperarla costará grandes esfuerzos.
Vamos a escuchar muchas palabras sobre la pérdida de libertades en este año 2019 que comienza. Vamos a ver cómo los muros crecen y se construyen para dividir a los pueblos, para acallar a los desesperados, para romper las almas y el deseo de justicia de la población. Vamos a comprobar cómo esas palabras dulces se tornan amargas y duras, y cómo las promesas basadas en la opresión, en el miedo, y en los muros, son solo un camino para el control de la población, y para crear un objetivo básico: el apoyo a una idea única y fija, y la negación de todas las demás. Por todos los medios que sean necesarios y más eficientes.
María Ostiz siempre formará parte de mis recuerdos, y de mis sueños de libertad cuando era joven. Unos sueños que, lejos de apagarse, están más vivos que nunca. Porque nunca dejaré de luchar por esa libertad. De forma modesta, sin hacer ruido, porque mi voz es ligera y pequeña, pero yo no puedo sino hablar de lo que ocurre en el mundo, aunque la constatación de la realidad dura y fría sea ignorada por muchos, que pretenden negar la realidad de los hechos. Y, mientras niegan esos hechos, los muros crecen, y las voces de miles de inocentes se acallan y se ignoran, cuando no se persiguen.
Pero hasta el último día, mi voz se alzará contra la opresión, y en defensa de los oprimidos. Y, si somos muchos y unidos, conseguiremos nuestro propósito. Ese es mi sueño.
Con ustedes, María Ostiz. Espero que les guste.
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