Tres de los artículos que más lecturas han tenido en 2018 han tenido que ver con temas de lógica y filosofía, lo cual es muy reconfortante, siendo un caso predominante este que indico. Y es algo gratamente sorprendente, primero, por el interés de los lectores en esos artículos, lo cual agradezco sinceramente. Segundo, porque temas como la lógica y la filosofía atraen a los lectores, lo cual demuestra que, en la actualidad, estos temas, tan importantes y críticos para entender el universo y al ser humano, siguen de total actualidad. Recordemos:
La filosofía es el arte de hacer ciencia con la palabra. La filosofía es, en definitiva, la unión final entre ciencia, mente y belleza.
Vamos ahora con un nuevo tema de filosofía, en este caso de lógica, que surgió a partir de un comentario que hizo una prestigiosa web de un centro de matemáticas avanzado en Twitter hace un par de semanas. En un postulado, sostenían que la verdad matemática pura es aquella que puede demostrarse. Es decir, podemos definir la verdad objetiva como aquella que dispone de una demostración matemática. Yo en ese momento les planteé la siguiente pregunta, que pasaremos luego a analizar:
¿Qué es verdad? ¿Puede definirse la verdad como aquello demostrable matemáticamente? ¿Debemos por ello deducir que no existe una verdad fuera de la lógica pura? ¿Cómo podemos definir entonces todo el conjunto de axiomas que sustentan esas supuestas verdades?
Quede claro que yo no soy quién para discutir con una importante institución matemática sus postulados. Sí lo soy, como cualquier otra persona, para hacer preguntas, y recibir por ello una respuesta aclaratoria que me saque de mi ignorancia. Porque se aprende cuando se pregunta una duda, no cuando se ignora una respuesta, y se pierde la ocasión de aprender cuando se desprecia la pregunta, y se vive en la ignorancia. La ignorancia siempre dañará al individuo. Las preguntas nunca podrán dañarlo.
Un axioma es, por definición, un enunciado que no requiere demostración. Si una demostración es necesaria para ser considerada una verdad matemática, podemos concluir que un axioma es una verdad indemostrable. Y, lo que es peor, cuestionable.
La verdad absoluta no puede existir en el mundo de la ciencia. Dejemos fuera los campos de la teología y la metafísica por supuesto. Pero, en ciencia, nada es absoluto.
Este es un tema controvertido. Podemos observar que, en la actualidad, todo el mundo cuestiona qué es verdad, y qué no lo es. El partido político A miente. El partido político B miente también. El C, que es al que voto, no miente. Mi verdad es la real, la tuya no lo es. La NASA miente con el viaje a la Luna, y la ciencia miente constantemente. Los medios de comunicación mienten, y la historia que nos contaron en el colegio es mentira (revisionismo histórico, tan popular hoy en día). Los periódicos mienten, las televisiones mienten, y el mundo es una completa mentira. Ese es el paradigma de la actual sociedad: nadie cree nada. Y, si se presentan pruebas, están falseadas. Es un mundo paradójico: tenemos más acceso a la información que nunca, y nos encontramos en el momento de no creer en toda esa información que nos llega. En definitiva:
Nos han mentido tanto, que cualquier verdad debe superar mil pruebas para ser creída. Por otro lado, la verdad es un acto subversivo y revolucionario. Nadie consigue «clicks» y «me gusta» y casi nadie comparte la verdad en las redes sociales, o en los medios de comunicación. La verdad no consigue seguidores. La mentira sí lo hace. Por eso, quienes quieren hablar de la verdad están condenados al desprecio y al olvido en las redes sociales en particular, y en el mundo en general.
Visto lo visto, se deduce que todo es mentira. Todo, excepto aquello en lo que se quiere creer. No hacen falta pruebas para creer en la verdad; hace falta que alguien crea que es verdad. ¿Cuál es el problema de este planteamiento? Tiene una explicación claramente evolutiva:
El cerebro humano no está capacitado para creer la verdad; está capacitado para creer aquello que le permita una mayor posibilidad de supervivencia. Si algo es mentira pero sirve para que un ser tenga más posibilidades de supervivencia, esa mentira será adoptada por el cerebro. ¿Por qué? Porque al cerebro no le interesa la verdad; le interesa sobrevivir. Y la supervivencia del individuo, y de la especie, son más importantes evolutivamente que la verdad.
La conclusión de todo ello solo puede ser una: la verdad, lejos de los postulados dados por los axiomas matemáticos, se torna en una compleja ramificación de posibilidades conceptuales y subjetivas, donde cada individuo percibe la realidad según criterios de adaptación al medio, de supervivencia, y, en definitiva, de las leyes de la evolución. La verdad que prevalecerá no será una verdad absoluta, o una cercana al absoluto; será, sin embargo, aquella que elijan los individuos que sobrevivan a esa verdad, y que la puedan establecer como real, y transmitirla a sus descendientes, que incorporarán la adaptabilidad genética para seguir creyendo en esa verdad.
Dadas unas cuantas generaciones, la selección natural habrá elegido a aquellos individuos cuya selección de un tipo de verdad concreto les ha permitido sobrevivir por encima de otros individuos. Esos supervivientes transmitirán esa verdad que han considerado real, la cual será adaptada y aceptada por las nuevas generaciones.
¿Puede romperse esta cadena? Puede hacerse; precisamente, mediante modelos matemáticos-físicos que demuestren o refuten una teoría creída como real. Pero es importante remarcar que esa nueva verdad solo podrá sobrevivir si, y solo si, sirve a los nuevos individuos para prosperar evolutivamente en esa nueva verdad.
De no ser así, la verdad, sea lo que sea esa verdad, quedará de nuevo enterrada, subyugada por las leyes de la evolución, y la adaptación de la especie a modelos de pensamiento que le permitan sobrevivir de la mejor forma posible.
La verdad es, por lo tanto, algo conceptual, temporal, y prescindible, que solo sirve al pensamiento puro, abstracto, de la mente de individuos que quieren superar los límites de las leyes evolutivas, y quieren dar el paso a nuevas formas de pensamiento, cambiando la evolución natural por otra artificial e inducida.
¿Existe alguna salida? Sí. Aceptar la verdad, por incómoda y dura que sea. Obviar nuestras leyes evolutivas, que nos empujan a creer cosas que no son reales, y entender que la verdad física verificable puede ser demostrable, y si lo es, debe aceptarse como tal. Ya lo dijo Carl Sagan:
¿Qué podemos hacer para encontrar la verdad? El centro de matemáticas avanzadas del que hablaba antes sin duda tiene mucha razón: podemos considerar, al menos, que una demostración matemática nos habla de una verdad. También debemos ser cautelosos. Por ejemplo, la teoría de cuerdas se basa en un complejo modelo matemático, pero esto no la hace real y verdadera. Al contrario, sus postulados son cada vez más cuestionados.
En el mundo ideal de Platón existe un nivel superior de perfección, donde la realidad es pura e inequívoca. Pero nosotros no podemos acceder a ese mundo ideal, a ese mundo de las ideas, porque estamos anclados a la lógica difusa de la mente, que es evolutiva, no un modelo matemático perfecto. Luego, podemos aspirar a la verdad, pero no alcanzarla.
Decidir entonces qué es verdad, y qué no lo es, se torna un proceso complejo. Cuándo algo deja de ser verdad porque se ha manipulado, por ejemplo. Muchas noticias que recibimos de las redes sociales tienen una base real, pero han sido convenientemente distorsionadas para cualquier propósito. Entonces ya no se pueden considerar una verdad.
Aprender a distinguir verdad y manipulación es una tarea difícil. La educación, la cultura, la lectura, y la filosofía, podrán ayudarnos en ese camino. Será duro y complejo. Pero será el sendero para abandonar la mentira. Y desterrarla para siempre de nuestras vidas.
P.D.: sobre mi pregunta a esa institución matemática que comento al principio del artículo, a día de hoy no he recibido respuesta.
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