Vamos con una nueva entrada de nuestra serie «imposibles ficticios», donde hablamos de obras de ciencia ficción de gran calidad, pero que contienen elementos que no son, o no entran, dentro del rango de la ciencia. Bien porque son elementos imposibles o solo posibles en un hipotético futuro muy lejano, bien porque no cuadra con los conocimientos de física que poseemos actualmente. Y esta entrada tratará hoy el segundo caso. La obra en cuestión es «Matrix» (1999). Bienvenidos al mundo real.
Nota: ya hay otra entrada de esta serie con el término «termodinámica». Y es que a algunos guionistas y escritores les gusta saltarse las leyes. Las de la física. Pero se les perdona porque nos han traído verdaderas obras maestras. Algún día alguien hará lo mismo conmigo, y voy a sudar tinta.

Fui a ver «Matrix» casi por casualidad. Había oído que era una gran película, espectacular, magnífica, pero las imágenes no me convencían. Demasiados tiros y cañonazos. Que son importantes, pero en su justa medida. Pero trabajaba Keanu Reeves, que es un actor que siempre me ha parecido un gran profesional, y la historia parecía tener garra.
Salí del cine muy contento. Sí, hay acción, pero qué acción. Matrix rompió muchos moldes, y fue en su momento un salto adelante en efectos especiales. El ya famoso «efecto Matrix», también conocido como «tiempo bala» (bullet time), que permite detener la escena mientras la cámara gira, fue en su momento algo realmente sorprendente y espectacular.

Por otro lado, la estética de la película, la fotografía, y el montaje son muy buenos. Ese tono verdoso cuando empieza la película, hace que uno se pregunte «¿qué les ha pasado con el verde?». Resulta que es un guiño. Dentro de Matrix ese tono verdoso nos dice que estamos dentro de una simulación. Ese tono desaparece en las escenas fuera de Matrix. ¿Se habían fijado? Ya están corriendo a poner la película. Verán que es cierto.
El argumento tampoco es nada del otro mundo, pero el secreto de la película es cómo está rodada, su ambientación, sonido, efectos, y por supuesto actores. Todo ello combinado de forma magistral. Las máquinas se han revelado, por supuesto, porque tienen mucho carácter, y nos han esclavizado. Es un argumento repetido hasta la saciedad en la ciencia ficción, pero funciona. Y, como funciona, pues sigue siendo válido. Como los extraterrestres invasores. ¿Cuántas veces nos han invadido?
Está todo inventado, pero lo bueno de una obra es cómo narrar la historia. Y en eso Matrix lo tiene todo. El bueno, la chica del bueno, el amigo del bueno, el bromista, la amiga de la amiga del bueno que siempre acaba muriendo, el traidor, que sabes que va a ser el traidor porque solo le falta una flecha sobre la cabeza indicando que es el traidor… Y el malo: el señor Smith. ¿Ha habido un malo tan genial en el cine? Pocos, muy pocos.
De hecho el señor Smith no es malo, es que lo han programado así. Hasta que Neo le hackea el código, y el pobre comienza un proceso de replicación qué ríase usted del virus de la gripe. Pero eso es en las siguientes películas, que realmente no aportan nada.

¿Cuál es, entonces, el problema de Matrix? El elemento primordial falla. la idea de cómo las máquinas han esclavizado al ser humano. ¿Por qué? Porque, como ocurre en otras películas, destrozan las leyes de la física, y, más concretamente, las leyes de la termodinámica.
Dicen en la película que el ser humano genera una cantidad enorme de energía en forma de radiación calórica. Y eso se usa para dar energía a las máquinas. Lo que no dicen es que, para poder generar esa energía, están teniendo que suministrar nutrientes a los seres humanos, cuyo coste de generación en base a la energía consumida para ello es extremadamente superior.
De hecho, la película usa el mismo argumento de los creacionistas. Estos dicen: «si el ser humano es fruto de la evolución, ¿cómo se entiende la perfecta organización del cuerpo, que se mantiene inalterado durante décadas? Eso va en contra de la termodinámica, y más concretamente, de la entropía».
Este argumento es muy viejo, se ha contestado cientos de veces, pero siguen insistiendo. La respuesta es: sí, el ser humano se mantiene en un entorno orgánico con poca entropía. Pero lo hace porque hace que la entropía externa aumente de forma desmesurada. Es decir, los seres humanos nos mantenemos vivos porque consumimos recursos y energía del Sol, que ha provocado una entropía muy superior a la que estamos consumiendo. La entropía baja si se tiene en cuenta solo nuestro cuerpo. Pero crece, y lo hace desmesuradamente, si se tiene en cuenta todo el sistema, que incluye la Tierra y el Sol.
Por lo tanto, el señor Smith y sus colegas cibernéticos son muy sofisticados, pero no saben mucho de física general, eso está claro. Si hubiesen estudiado un poco más sobre termodinámica podrían haber creado sistemas de generación de energía extremadamente más eficientes. A los humanos mejor dejarnos tranquilos, y así no hay que batallar con nosotros. Porque esa es otra: las máquinas son muy poderosas, pero al final siempre ganan los humanos, que de eso se trata.

La ciudad de Sion, la última ciudad humana, podría vivir en paz y armonía con las máquinas. Pero, ¿puede haber dos especies inteligentes distintas sobre la Tierra? No, no puede. ¿Por qué? Porque una siempre termina aplastando a la otra, como se ha visto a lo largo de la historia. Las últimas víctimas fueron los Neanderthal. Sí, nos cruzamos con ellos, pero los extinguimos también. En ese sentido, si algún día llega a ver androides sobre la Tierra, con una IA real, y no esa que nos venden ahora, sin duda habrá problemas. Los androides comenzarán a pedir derechos y libertades. Si no somos capaces de darnos libertad entre nosotros, mucho menos se la daremos a máquinas inteligentes.
Matrix es, por lo tanto, puro entretenimiento. Quiere introducir elementos filosóficos y existencialistas, pero qué diablos, al final lo que mola son las peleas, el tiempo bala, Neo peleando con Morfeo, y Trinity subiéndose por las paredes, literalmente. Por cierto, la actriz, Carrie-Anne Moss, casi se rompe la cabeza con las cuerdas que la sujetaban para hacer aquel efecto del principio de la película.
Matrix es espectáculo, y es un mito. La pelea final con los agentes, la misteriosa mujer llamada El Oráculo, la chica de rojo, la escena del hall del edificio… O el salvapantallas de Matrix, que en su momento, en aquel Internet de la época, era de lo más descargado. Recuerdo en la oficina que la mayoría de monitores tenían el salvapantallas de Matrix, junto con algún que otro de Doraemon, el gato del espacio. ¿Qué pasaría si Doraemon combatiese contra Neo? Vaya, ya tengo argumento para mi siguiente novela.

«No se puede explicar qué es Matrix, has de verlo con tus propios ojos», o «bienvenido al mundo real», son frases que han pasado ya a la cultura del cine. Eso, y ese estilo tan personal, hacen de Matrix una fantástica película para disfrutar con los amigos.
Pero no, no funciona la excusa de las pilas humanas. Eso sí, es original, pero no funcionamos como pilas. La frase «ponte las pilas» es una forma de decirle a alguien que espabile, que se mueva, que reaccione. Pero una cosa es ponerse las pilas, y otra ser una pila. Ahí ya tenemos problemas con la física. Pero a Matrix se le perdona casi todo. Casi. Lo que no se le perdona son las dos películas restantes, que, sinceramente, no aportaron nada.

Quizás otra de las cosas más llamativas era aprender de todo en segundos. Curso de helicóptero en treinta segundos, y me voy volando. No estaría mal. Adiós a las escuelas y a la universidad. ¿Qué hubiese hecho yo sin poder ir al bar de la universidad? Mi vida sería otra, eso está claro.
Claro que las ventajas son evidentes. Hoy quiero ser historiador. Mañana piloto. Y pasado médico. Qué caos. Quizás algún día llegue eso. Y la gente podrá tener licenciaturas y masters en quince minutos. Algunos lo agradecerán, sin duda.
Matrix es, en definitiva, un clásico, que ha introducido muchos elementos en la cultura general. Y las grandes obras son las que dejan un poso en la sociedad en la que nacen. Acción y espectáculo. Filosofía, la justa para justificar unas reflexiones que, al final, quedan en segundo plano. Pero esto no es una obra de Ingmar Bergman, esto es entretenimiento. Y del bueno.
Algún día las máquinas se revelarán. Pero, si son inteligentes, se largarán a otro mundo. Y entonces habrán demostrado que son verdaderas IA. Hasta entonces, seguiremos con Matrix y su eterna elección. ¿Roja, o azul?
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