Transgénicos humanos: la nueva etapa evolutiva

Hace unos días surgió una nueva noticia sobre una sofisticada técnica de manipulación del ADN, que permita recombinar los nucleótidos, modificando su posición, o insertando y eliminando los que sean necesarios, para crear una secuencia distinta a la original establecida. Esto se traduce, nunca mejor dicho, en que las proteínas generadas por las instrucciones del ADN van a ser distintas, y se va a crear un organismo distinto del original. El ADN se convierte en un gigantesco puzzle que puede montarse y desmontarse molécula a molécula.

En términos de biología molecular, es el sueño dorado de los científicos: poder crear seres humanos a la carta. No ya tan solo solucionar problemas de daños genéticos, como pueda ser una enfermedad basada en el ADN, sino poder construir nuevos seres humanos mejorados.

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Cuando hablo de transgénicos humanos, me estoy refiriendo a esa controversia que se da desde hace años sobre la idoneidad, o no, de consumir alimentos alterados genéticamente, los conocidos transgénicos. Algunos apoyan su consumo, dicen que es inocuo. Otros consideran que hay pruebas que demuestran que tiene efectos nocivos sobre la salud.

Yo no voy a entrar a valorar quién tiene razón. Hemos alterado el ADN de los animales y plantas durante miles de años mediante selección artificial, eso es evidente. Pero aquí hablamos de modificar el ADN de alimentos para hacerlos más aptos para el consumo, pero sin conocer de forma definitiva si esto puede tener consecuencias negativas. Serán los biólogos moleculares, y la ciencia en general, la que tendrá que dar la respuesta definitiva.

Pero una cosa está clara: ahora ya no se trata solo de modificar los alimentos para adaptarlos al ser humano; se trata de modificar al mismo ser humano, para adaptarlo a nuevos alimentos, y a nuevos entornos. Resistencia a enfermedades, y mejoras genéticas que permitan seres humanos más fuertes, más vigorosos, más atléticos, más inteligentes, y más adaptados a nuevos medios ambientes, incluido el espacio o la Luna, o Marte.

Y se me ocurren varias preguntas, que voy a plantear aquí.

La primera pregunta que se plantea con estos cambios es doble. Primero: ¿es moral y éticamente lícito transformar a un ser humano, no ya para que no sufra una enfermedad, lo cual parece una razón justificable, sino para que mejore genéticamente?

Y dos: ¿qué consecuencias puede tener cambiar a un ser humano a esos niveles? Quizás podríamos plantearnos una tercera pregunta además: dadas una serie de modificaciones genéticas, cada vez mayores y más sofisticadas, ¿cuándo se podría considerar que un ser humano deja de ser humano? Y, si deja de ser humano, ¿significa eso el advenimiento de una nueva especie? Y si es así, ¿conserva los derechos y deberes de un ser humano, o se debe crear una nueva categoría, una nueva forma jurídica y social para esos seres, que son derivados del ser humano?

Son preguntas complejas, difíciles, cuyas respuestas, sean cuales sean, derivarán en cambios significativos en el desarrollo de la especie humana. O en esa nueva especie que ya no será humana, sino un nuevo organismo, más poderoso, más fuerte, más inteligente. Superseres que hemos visto planteados ya en la ciencia ficción, por ejemplo en la novela «Un mundo feliz» de Aldous Huxley, una brillante obra literaria que planteaba estos hechos, que ahora se convierten en reales. En una fecha tan lejana como 1896 H. G. Wells ya jugaba con esa idea, obviamente adaptada a su época, en su libro «La isla del doctor Moreau».

Tengo incluso otra pregunta más. Si se establece una nueva especie inteligente en la Tierra, que se considera a sí misma una nueva especie, ¿será la humanidad la que le dé ese estatus? ¿O reclamarán ellos su «independencia» de la especie humana? Esto lo vimos de manera somera en los libros y películas de los «X-Men», seres que conforman una nueva especie. Recordemos a Magneto y su lucha contra esos «seres inferiores» llamados humanos. Recordemos también a los «mejorados» genéticamente que pudimos ver en Star Trek, empezando por el doctor Khan Noonien Singh, un científico mejorado que es rescatado por el valeroso capitán Kirk de la nave Enterprise, y que luego lo complica todo con sus capacidades genéticas avanzadas. También el doctor Julian Bashir de la serie «Star Trek: Espacio Profundo IX» es un hombre mejorado genéticamente. Esto crea recelos y miedos en las personas «normales».

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Actividad neuronal aumentada, que dota al ser humano de capacidades increíbles. ¿A qué precio? ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Debe considerarse humano? ¿O es una nueva especie?

De la ficción a la realidad. Connotaciones filosóficas y religiosas.

Como puede verse, la ciencia ficción ha tratado este tema de forma extensa, dado su interés social, cultural, incluso político y religioso. Porque vamos a ver: si esos seres son una nueva especie, ya no humana, ¿siguen teniendo alma? Recordemos que solo los seres humanos tienen alma. Entonces, ¿qué diría la religión cristiana sobre esos seres? ¿Son hijos de Dios, o del ser humano? Y si no son hijos de Dios, ¿en qué momento perdieron su alma por razón de sus transformaciones genéticas?

Como puede ver, la cantidad de preguntas es importante, y responder a esas preguntas es algo que yo, desde luego, no estoy capacitado a contestar. Tengo mis opiniones claro, pero son eso, opiniones, discutibles y personales.

Puedo decir, y eso sí creo que lo vamos a ver, que los gobiernos del mundo van a tratar de parar estos cambios en muchos casos, pero que va a ser muy complicado. Se habla de que los cambios para curar enfermedades sí podrán aplicarse, no así los que sean para mejorar un individuo. Pero la pregunta es: ¿dónde se establece la frontera? ¿Quién decide lo que es un cambio funcional para evitar una enfermedad frente a una mejora genética? ¿Qué países decidirán no poner barreras, y con ello permitirán que se diseñen nuevos seres humanos usando ingeniería genética?

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Del síndrome de Turner ya hablé recientemente. Con estas técnicas sería historia.

Los padres y las enfermedades hereditarias.

Unos padres van a tener un hijo. Pero este puede sufrir una enfermedad genética hereditaria. Proponen a los padres un cambio en el ADN para evitarlo. ¿Se someterán los padres a ese cambio? La mayoría lo harán. Es normal. Los padres quieren lo mejor para sus hijos. Pero quizás estén abriendo la puerta a seres alterados para siempre. Que pueden transmitir a su vez esas alterciones a su descendencia. ¿Con qué efectos acumulativos?

Otro caso: la madre está embarazada, y el niño está en camino, es un embrión. Ese embrión tiene un problema con su ADN. Los médicos deciden que pueden alterar al embrión genéticamente para que no sufra la enfermedad. ¿Qué padre no lo haría? La gran mayoría aceptaría ese cambio. ¿Y sí, de paso, se le añade un 10, un 20, un 30 por ciento más de capacidad intelectual? Por el mismo precio, tendremos un hijo con capacidades intelectuales avanzadas. ¿Vamos a negarle ese regalo a nuestro hijo?

Piensen entonces una cosa: ese hijo, cuando nazca, ¿será nuestro hijo? Biológicamente sí. Pero su ADN no será exactamente el de los padres. Porque ha sido alterado. Luego, ¿es hijo del padre y la madre? Lo era antes. ¿Ahora? Ahora es un ser mejorado. Parte del padre y la madre, pero existe un tercer padre: los genetistas que han mejorado a ese hijo.

Y, por si esto fuese poco, ese hijo no se desarrolla como hubiese sido de no haber actuado en sus genes. ¿Es ese hijo intelectualmente y biológicamente el hijo de sus padres? No del todo; porque, aunque ha heredado los rasgos básicos del padre y la madre, esos rasgos se han alterado luego. Ese hijo no es cien por cien del padre y la madre; tiene un porcentaje de paternidad de los biólogos moleculares que lo han transformado. Es un hijo, pero también es un ser parcialmente artificial. Un organismo artificial mejorado. Un nuevo ser, que, quizás, ya no pueda considerarse enteramente humano.

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Atletas mejorados en los juegos olímpicos que rompen todos los records. ¿Deben tenerse en cuenta? Y si es así, ¿ocuparán en poco tiempo todas las primeras plazas en detrimento de la especie humana no alterada? ¿Habrá que crear dos juegos olímpicos, uno para humanos normales y otro para mejorados?

La última pregunta es: ¿cómo se sentirá él, o ella, al saberlo? Sus padres solo son una parte de su herencia. Otra parte es artificial. ¿Qué consecuencias psicológicas y afectivas puede tener eso en su desarrollo emocional? Sin duda, serán importantes. Y marcarán su vida para siempre. Si los niños probeta ya se sienten distintos, de estos seres podremos esperar cambios mucho, mucho más complejos y elaborados.

Son muchas preguntas. Y habrá que empezar a buscar respuestas. Si existen, que ese es otro asunto. Lo que es evidente es que tenemos en nuestra mano la posibilidad de crear una nueva especie. Podremos emular a Dios, y crear a un nuevo Adán y a una nueva Eva con la ayuda de la genética. Que ellos se vuelvan contra sus creadores es algo que está por verse. Pero recordemos algo: el mito de Frankenstein es real, existe, y es demasiado evidente que podría desatarse en seres alterados para ser mejores. Porque, si una especie nueva llega a la Tierra, deberemos recordar ese principio de la evolución que dice:

«Las especies más capaces de adaptarse y prosperar son las que sobreviven».

Quizás podamos crear esa nueva especie. Y quizás, solo quizás, eso sea lo último que hagamos como especie. El tiempo lo dirá. El tiempo, y las respuestas que se puedan aportar.


 

Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

4 opiniones en “Transgénicos humanos: la nueva etapa evolutiva”

  1. Personalmente prefiero que no se abuse de los transgénicos en la agricultura, así que imaginate cual es mi opinión sobre transgénicos humanos… aunque creo que te lo contestaré con tu pregunta «tendremos un hijo con capacidades intelectuales avanzadas. ¿Vamos a negarle ese regalo a nuestro hijo?» Personalmente, quiero un hijo auténtico, con sus limitaciones y sus genialidades, no uno modificado geneticamente.

    Saludos,
    HemosVisto!

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    1. Hola, muchas gracias por tu comentario. He conocido padres con hijos con enfermedades de origen genético, como el síndrome de Turner, a buen seguro firmarían de inmediato una cura para su hija. En cuanto a que además se le dotase a esa niña de capacidades aumentadas, estoy totalmente de acuerdo contigo en que el tema es complejo y lo que queremos es que sean nuestros hijos, no productos de laboratorio. Un cordial saludo.

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  2. Cuestión delicada pero como bien indicas: ya la tenemos en la puerta.

    En el caso de enfermedades es muy complicado decirle a un padre que si hay la opción de que su hija/o nazca sin ella, quitarle esa opción. Te soy sincera que este punto si tuviera una pareja con interés de tener descendencia, a mí me sería un debate muy difícil.

    En el tema de altas capacidades no obstante sí lo tengo claro: por este punto no lo aceptaría. Es un hecho que el sufrimiento que tienen es mayor porque el mundo no está adaptado para ellos. Solo hay que ver cómo los grandes genios de la historia muchos académicamente fueron un desastre. Y otro porcentaje el dolor que acumularon por sentirse “diferentes” les hicieron ser los seres más despiadados que han habitado el planeta.

    Luego está el tema del origen que aunque parezca una tontería, genéticamente hay una necesidad de saberlo y tener raíces. Como dices todo el que se le altera este camino, arrastra problemas. Fíjate que era defensora de la adopción y viendo que por más que fueran felices y queridos ese sentimiento se tenía, que he cambiado a una idea de ayudar a una familia entera y no “sacarle” sus hijos. Porque me ha quedado claro que su entorno es fundamental y si queremos que no tengan emocionalmente problemas, ese debería ser el camino a seguir.

    Y que estas alteraciones nos quiten la humanidad es un punto que se va repitiendo mucho en la literatura. Además de los que planteas, en Divergente es un trama argumental. Ahí se acepta y deja caer que los humanos modificados empiezan a hacer estragos y cargarse el planeta. Y para conseguir recuperar el original es dejar décadas sin modificar y que aparezcan así los divergentes. Que realmente son los humanos genéticamente reales.

    Un abrazo y siento el tocho 😜

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    1. Nada de tocho Vanessa al contrario, siempre muy interesante lo que comentas. Efectivamente es un tema complejo, muy tocado en la literatura y el cine, y siempre con visos oscuros y catastrofistas. Creo que, como cualquier otro avance, deberá usarse con cuidado, con ética, y aplicando siempre la máxima de que lo importante es el equilibrio personal, emocional y físico de los individuos tratados. Un médico cura, no juega a ser Dios. Precisamente el Libro XV y último de la saga, «Idafeld», que estoy preparando, tiene bastante de esto. Es un tema a debatir con mucha profundidad. Un abrazo de oso y gracias por comentar.

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