En anteriores entradas ya he dejado clara mi postura sobre las redes sociales, y su altísima capacidad para pervertir todo tipo de relaciones humanas, convirtiéndolas en simples modelos básicos «me gusta/no me gusta», con el agravante de modelos como Facebook o Twitter, donde solo se emplea el «me gusta».
Ese modelo, lejos de evitar la frustración por los «no me gusta», incide aún más en la necesidad constante de reafirmación del usuario cuando ve que va perdiendo «me gustas», y su actividad ya no tiene el eco que tenía antes, y sus estadísticas van cayendo.
Hoy vengo con una nueva entrada, motivada por un caso reciente que he visto y vivido recientemente. Y me preocupa que gente maravillosa e increíble tenga que sufrir por una causa que no es real, y que solo nos condiciona porque la sociedad nos dice qué es bueno y qué es malo.
No. Vamos a aclarar ideas. Y vamos a dejar frustraciones y depresiones de lado, o, al menos, vamos a intentarlo y poner todo nuestro esfuerzo en ello. No quiero ver ni a una sola persona más frustrada por culpa de las redes sociales.

Nada sube eternamente.
Porque, no lo olvidemos: ninguna estadística sube eternamente. Llega un momento en el que los que nos siguen en las redes sociales dejan de seguirnos y darnos «me gusta» por muchas y muy variadas razones. Pero muy pocas veces es porque ya no les guste nuestra página en las redes sociales, o en el blog. Es, simple y llanamente, que la gente tiene otra vida, y no se pueden pasar años con los «me gusta». En algún momento van a decir «bueno, esta página es genial, pero ahora me voy a dedicar a otras cosas».
Sin embargo, tendemos a pensar de forma negativa. «Esa persona que antes ponía <me gusta> ya no lo hace porque le ha dejado de interesar mi página».
No. No es eso. Esa persona quizás siga la página, pero no va estar detrás de nuestra página de la red social que sea, o del blog, toda la vida. Tiene su propia vida, y en algún momento pasará a otra cosa.
Hemos convertido las redes sociales en un termómetro de nuestras vidas. Y el indicador del termómetro es el número de «me gustas» y seguidores que tenemos. Hemos de acabar con eso. Es muy, muy peligroso.
Todo es cíclico.
La actividad es cíclica. A veces podemos tener bastantes «me gusta» en unas entradas, y luego, sin embargo, más adelante, nuevas entradas reciben pocos o ningún «me gusta». Entonces caemos en la depresión, somos unos inútiles, hemos perdido la inspiración, y el mundo nos ha vuelto la espalda. A veces con pensamientos peligrosos. Y no lo escondamos: los suicidios por causas relacionadas con las redes sociales no paran de subir. Hemos de terminar con esa tendencia ya.

Casos concretos de frustración.
Todo esto viene a colación de la enésima persona que he visto últimamente frustrada y agobiada por este motivo. Gente que escribe muy bien, con blogs muy interesantes, y que ven cómo en Facebook, o en Twitter, ya no tienen el seguimiento que antes tenían. O en el mismo blog. Aunque los blogs son más estables, pero eso no significa que no se dé el fenómeno; se da, y tendremos que entenderlo.
¿No hacemos nosotros lo mismo con otros blogs? Atendemos sus entradas, pero luego dejamos de hacerlo por este o aquel motivo. No pasa nada, no nos hemos comprometido con esa persona a tener que darle «me gusta» constantemente. No estamos obligados a leer cada una de sus entradas. Leeremos lo que podamos y queramos, y atenderemos las entradas que, por su naturaleza, nos atraigan más.
Por ejemplo, tengo varias entradas sobre aviación aquí. Voy a subir probablemente una o dos más próximamente. Las personas amantes del blog en general pondrán «me gusta», pero los amantes de las letras es posible que no lo hagan. O sí, por una cuestión de simpatía, o simplemente porque les gusta el blog. Pero no nos vamos a frustrar si no es así. Nunca.
Al revés, si hay un loco de los aviones, y los hay, pondrán me gusta inmediatamente (si les parece interesante el artículo claro). Las entradas de aviación del blog tienen muchas visitas y seguimiento, y van teniendo «me gustas». ¿Por qué no atenderles? Eso hará que otros no se inclinen por esa entrada. Pero conseguimos una audiencia más amplia. Todo tiene sus pros y sus contras. Hemos de valorar cómo queremos modelar el blog, pero recordemos un principio básico de la vida:
Nunca vas a poder contentar a todos. Cada acción que tomemos inevitablemente tendrá apoyos y contrarios.

El mensaje.
Yo quisiera, desde este modesto blog, lanzar un mensaje a mis compañeros amantes de los blogs, y especialmente a los amantes de las letras que se mueven por las redes sociales: no os frustréis con esta actividad. No os agobiéis si veis que en las redes sociales ya no tenéis la interacción que teníais antes. Las redes sociales como Facebook y Twitter, también Instagram, son completamente caóticas. No penséis que porque no os siguen ya os odian o quizás os consideran inútiles. Entiendo ese sentimiento. Pero no es real.
Y si veis que en el blog la interacción baja, en lugar de pensar que os están abandonando, pensad en la amabilidad que han tenido esas personas durante el tiempo que han estado siguiendo vuestro blog. No penséis que va a ser así toda la vida. La gente cambia, la gente busca otras aficiones y lecturas, y la gente tiene muchos problemas que atender en su actividad diaria como para seguir siempre un blog concreto.
Yo también siento el efecto abandono.
Quede claro que a mí también me pasa, por supuesto, yo no soy inmune. Soy un ser humano y también tengo mi orgullo y mi pasión por el blog, y también necesito que se me reconozca. Pero no pongamos toda nuestra atención en medir nuestros logros por el número de «me gustas», porque eso puede crear falsas conclusiones.
Por ejemplo, midamos más nuestra página por el número de visitas a nuestros artículos. ¿Tenemos artículos que, después de semanas y meses, siguen teniendo visitas y algunos «me gusta»? Eso es genial, y es el indicador de que los artículos funcionan. Porque un artículo puede tener 5-10 visitas la primera semana, pero luego ir acumulando nuevas visitas durante semanas, meses, incluso años. Este es mi caso, y algunos se enlazan, precisamente, desde Facebook y otras redes sociales. Lo cual es un indicador de interés. O se comparten en otros blogs, lo cual es, de nuevo, un indicador de interés.

Seamos nosotros; siempre nosotros.
Finalmente, no intentemos buscar fórmulas mágicas, o intentemos cambiar para conseguir nuevos «adeptos». La gente quiere que seamos nosotros. Fíjense que mucha gente que triunfa en redes sociales renuncian a ser ellos, con modelos estrafalarios, actitudes provocativas, y llamadas a todo tipo de locuras. Esa gente consigue un gran número de seguidores, pero los pierde luego más rápido. Porque es «la novedad» y «la viralización», y esas entradas virales, y esos personajes virales, como llegan, se van.
Seamos nosotros. Siempre. No tendremos tantos seguidores. Ni tantos «me gusta». Pero serán seguidores y «me gustas» sinceros. Y estarán con nosotros porque ven naturalidad y sencillez.
Luego, cuando se vayan, habremos cumplido nuestra misión: disfrutar, y hacer disfrutar, a un seguidor, de nuestros escritos, sean cuales sean. Muchas gracias por todo, y espero que nos volvamos a ver algún día.
Eso es la vida. En la calle, en el trabajo, y en cualquier relación social, incluyendo las redes. Seamos nosotros. Y conseguiremos el éxito.
Porque el éxito no es llenar de «me gustas» una entrada. El éxito es que se recuerde esa entrada tras el paso del tiempo, y de los años. No concibo mayor éxito que ese.

Buen día, excelente post y realmente que de verdad tienen tus palabras sobre este tema; al que le gusta escribir por amor a ello, entenderá a la perfección tus palabras y espero que así como tu y más gente comparten sus pensamientos de manera tan acertada, mucha gente lo intente, un saludo.
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Muchas gracias por tus palabras. Efectivamente, escribir es la clave. Si nos basamos en lo que dicen o no dicen o lo que hacen o no hacen perderemos el sentido real de la letra: crear historias imperecederas. Ese es el objetivo. Saludos.
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