Como amante de la astronáutica desde hace décadas, y de recordar la ocasión en que vi la llegada del ser humano a la Luna como uno de los momentos más emocionantes de mi vida, creo que estamos ante un hecho histórico: la preparación, a fin de mes de enero, en la plataforma 39A de lanzamiento de Cabo Cañaveral, del despegue del cohete Falcon Heavy, el más potente desde la época precisamente del Saturno V, el responsable de los viajes a la Luna. Con sus setenta metros y veintisiete reactores, generará una potencia capaz de colocar una carga útil en órbitas LEO (baja altitud) mayor que cualquier otro cohete (64 toneladas). Es capaz, también, de llevar una cápsula a la Luna, e incluso a Marte.
Pero Elon Musk, el padre detrás de la empresa SpaceX, creadora de este gigante, no tiene suficiente, y ya está diseñando otro cohete todavía más potente. La razón: este cohete es una ruina. Puede ser potente. Pero es caro, y complejo. Y ni siquiera hay una confianza en que opere correctamente. Veámoslo.

La idea de este cohete es que lleve su carga «útil» (un coche terrestre de Tesla, empresa también de Elon Musk) hasta una órbita en Marte, en su primer vuelo.
El propio Elon Musk, como puede verse en los tweets adjuntos abajo, no es muy positivo en relación a todo esto. El caso es que el Falcon Heavy es un «apaño» de tres cohetes «Falcon 9» pegados entre sí. Los tres suman veintisiete motores Merlin de gran potencia, que no solo han de funcionar perfectamente, sino coordinadamente. Elon Musk ya declaró que este proceso de unir tres cohetes en uno había sido mucho más complicado de lo que se suponía. Por eso, imagino, quiere construir incluso otro cohete, ese que llevará a, supuestamente, cien personas a la Luna, para 2024. ¿Lo hará? No se preocupe, ya le cuento el final yo: no. Pero de eso hablaremos otro día, aunque si quiere más información, ya comenté algo en el pasado.

Se ha ido retrasando el lanzamiento de este cohete durante años. Ahora debe despegar a fin de este mes de enero. Cuando escribo estas líneas, se tenían que haber hecho pruebas de control de los motores, que se han pospuesto varias veces. La prueba está programada ahora para el sábado 13 de enero, (esto lo escribo mientras informan del enésimo retraso).
El problema es que atar tres cohetes con cuerdas (bueno, no es así, pero casi) no implica tener un cohete tres veces más potente. Y el software de control no puede ser el mismo, como ya comprobaron en la Agencia Espacial Europea, cuando explotó el primer cohete Ariane V, tras aprovechar el software del Ariane IV y ponerle un parche. Las cosas, por supuesto, no son tan sencillas.
Hay dos futuros inmediatos en el mundo de la astronáutica para los viajes al «espacio profundo», entendiendo como tal viajar más allá de la Luna: el privado de Elon Musk, y el público de la NASA con el proyecto Orión. ¿Cuál triunfará? ¿Cuál llegará primero? ¿O será el de otro país, o países?
Si el despegue de este cohete va bien, y sobre todo si llega a Marte, será todo un éxito para SpaceX y Elon Musk. Si no, será un revés muy importante. La NASA se mueve mucho más lentamente, pero está siguiendo los pasos que ya dio en su momento con el proyecto Apollo, y teniendo en cuenta el menguado presupuesto con el que cuenta.
No podemos olvidar que Rusia, China, y la India, trabajan también en proyectos para ir a la Luna primero, y luego a Marte. Y quien plante el pie el primero, tomará posesión del lugar. Que nadie dude de eso. Por lo tanto, Estados Unidos se la juega en su carrera espacial. Porque, quien llegue primero, se lleva el premio. Aquí no hay premio para el segundo.
¿Mi deseo? Que el cohete despegue, y sea todo un éxito. Mi sensación: esto va a explotar como fuegos artificiales. Y, si consigue ponerse en órbita, ni mucho menos llegará a Marte. ¿Por qué lo creo así? No tengo razones científicas, de hecho, no sé nada de física ni de ingeniería, yo soy de letras puras, lo mío es la historia antigua, el griego clásico y el latín. Pero sí tengo en cuenta que nunca se ha probado suficientemente este cohete en tierra, y, por supuesto, que las variables a tener en cuenta no han sido verificadas y son enormes. Tengo en cuenta que el plan no es llevarlo a una órbita LEO primero con una carga menor para verificar pruebas estructurales y de rendimiento, así como la dinámica del cohete, tengo en cuenta que el diseño ha sufrido incontables retrasos durante una década, tengo en cuenta que esto no es un cohete, sino tres sujetos con alambres; y tengo en cuenta que el propio responsable máximo se lava las manos antes del despegue.
También, que veintisiete cohetes son demasiados para coordinarlos correctamente. Y que esa idea de muchos cohetes pequeños para generar una gran potencia ya lo probaron los rusos hace años, con resultados desalentadores. Y los rusos, por mucho que digan algunos, son expertos en cohetería. No en vano los Soyuz son los cohetes más seguros de la historia, junto al Ariane V, una vez ajustaron su software. Puede que los rusos no sean muy finos trabajando, pero son robustos, y eso no lo puede negar nadie, los datos están ahí.
Puede que todo esto parezca acorde con una actitud muy negativa. Y lo es. Pero es que, como persona que sueña con un futuro para la humanidad, me duele ver cómo se hacen las cosas «a ver qué pasa», «a ver qué sucede» o «como salga». ¿Esa es la forma de conquistar el espacio? ¿De llevar el progreso a la humanidad? ¿Lo lanzamos, y a ver qué pasa?…
Vamos a ver qué pasa en esta prueba parcial de motores, y vamos a ver qué ocurre cuando el cohete despegue. Y, si mis sensaciones negativas eran falsas, estupendo. Me encantará haberme equivocado, porque es lo que quiero: equivocarme. Espero ver ese coche dando vueltas a Marte. Yo hubiese enviado una sonda de investigación, o algo así en lugar de un coche, pero bueno, eso ya sería demasiado incluso para Elon Musk al parecer. Más que nada porque ya que se va, llevar algo más coherente con la exploración que un coche con tapicería de cuero y cierre centralizado. A no ser que los marcianos estén deseosos de coches de la Tierra, que todo es posible.
Pero una cosa siempre estará clara: si Elon Musk ya duda del lanzamiento antes de que este se ejecute, funcione bien o mal, mis expectativas ante tal actitud nunca serán muy buenas, la verdad. La conquista del espacio requerirá determinación, esfuerzo, y un millón de pruebas. Y convicción.
Sin convicción en el éxito, no hay futuro posible. Y, sin un futuro en el espacio, la humanidad estará irremediablemente condenada. Es cuestión de décadas, o de algunos siglos. Solo el tiempo lo dirá. Y habremos fracasado. Como seres supuestamente inteligentes, y como especie. Una pena. A ver si al final van a ser los marcianos los que terminen mandando coches de Marte a la Tierra… Todo es posible.
Falcon Heavy en la Wikipedia.
Falcon Heavy en SpaceX.
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