Estaba el otro día en una playa de la Costa Dorada, en la provincia de Tarragona. Era de noche, y estaba todo muy animado, con restaurantes a todo tren y gente en la playa, la cual está perfectamente iluminada con el fin de evitar peligros.
En ese momento, apareció un helicóptero a baja altura, pasando muy lento. Posiblemente algún rescate, alguna búsqueda. De pronto, cien mil niños de entre dos y doce años aparecieron de no se sabe dónde, e invadieron la playa señalando el helicóptero.
¿Qué había ocurrido? Algo que lleva pasando desde que los hermanos Wright realizan su primer vuelo en 1903: que a muchos de nosotros, desde que somos unos pequeñajos, nos gustan los aviones, y los helicópteros. O, al menos, nos llaman la atención. Ya de mayores muchos pierden el interés claro, pero otros muchos, entre ellos yo, seguimos con nuestra pasión por la aeronáutica. Algunos de forma activa incluso.
