En el mundo de los blogs el título es muy importante. Es la clave, la llave que abre la puerta de la curiosidad del lector. Un título efectista tiene, sin embargo, un peligro: si el contenido no entusiasma al lector, podríamos perderlo irremisiblemente y para siempre.
Por otro lado, mucha gente usa títulos que tienen luego unos contenidos que para nada corresponden con el contenido. Eso es incluso peor. La decepción es total. Poner imágenes en Youtube con chicas ligeras de ropa, por ejemplo. O hablar del nuevo tanque ruso y poner una imagen de algo que parece sacado de Star Wars. Manipulación y mentiras.
Pero, ¿y si el título cuenta la verdad, pero no toda la verdad? Por ejemplo, mucha gente, al leer el título de esta entrada, pensará:
«Mirad, el pesado ese de La leyenda de Darwan quiere darnos otra paliza sobre sus historias de juventud. Lástima que no le caiga un Boeing 747 sobre el hígado y lo reviente».
Y ahí está la gracia. El título es cierto, me expulsaron del instituto. Pero no cuando era un adolescente. Lo cierto es que me expulsaron cuando tenía cuarenta (40) años. Y esta, señoras y señores, es la historia.

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