Hace unos días escribí un artículo sobre la necesidad de entender que el éxito de un escritor no se ha de basar tanto en obtener el deportivo descapotable de sus sueños, o la mansión con piscina de veinte lavabos.
Pues bien, alguien se me acercó, virtualmente hablando, y me dijo que lo que yo quería decir realmente en esa entrada era una forma de excusarme ante mi fracaso como escritor. También me dijo:
«El que no se conforma es porque no quiere».

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