Hoy vengo contento y orgulloso porque, después de una larga espera, por fin tengo un nuevo portátil con el que escribir. El anterior dijo «basta», y me dio una patada en el trasero, mandando mis sueños de escritor ambulante al infierno. Pero heme aquí que yo, que he escrito el 90% de mis libros fuera de casa, por fin he derrotado al destino, y puedo, por fin, volver a escribir en los lugares más insospechados del planeta.
En mi caso el ordenador no es solo una herramienta de escritura, al contrario: me gano la vida con la informática. Por ello debo comprar ordenadores que me permitan trabajar y llevar a cabo mis tareas. Pero no descuido, ni por un momento, lo que me va a permitir escribir ese ordenador. Siempre lo tengo en cuenta.
Así puedo decir que la tercera parte de «La estrella de Kítezh» estará lista la semana que viene. La primera parte la puede leer en este enlace.

Porque escribir literatura no es emitir facturas, ni poner los tornillos a una rueda, con todos los respetos a esas actividades. Escribir no es sentarse y empezar a llenar páginas y páginas. Escribir literatura es un acto personal, introspectivo, en el que es imposible la presencia física de terceros, aunque la presencia espiritual esté casi siempre presente.
Escribir literatura es, en definitiva, un acto de fe en uno mismo, en el que se ha de creer y confiar, y en el que cada palabra supone derrotar a mil demonios, que tratan constantemente de romper la inspiración y el fluir de las palabras.
Por ello, voy a hablar brevemente de los tres elementos esenciales para escribir en unas condiciones adecuadas, y poder sacar adelante esa obra que todos tenemos dentro, pero que no vemos cómo poder expresar con palabras.
Escenario: rodéate de tus sueños.
Cada persona tiene un escenario ideal para escribir. Yo tengo dos: el tren es uno de ellos. Llevo toda la vida en trenes, y son un lugar donde puedo concentrarme perfectamente. Y donde he escrito gran parte de mis libros.
El segundo lugar es una cafetería, pero atención, no cualquier cafetería. Tiene que ser una donde esté en sintonía conmigo mismo. Donde me sienta libre, tranquilo, apartado de todo y de todos. Y la cafetería donde suelo ir, y donde he tomado la foto que adjunto arriba, es una de esas zonas ideales. En ese momento estaba tranquila, pero esa cafetería ha visto, y volverá a ver, una miriada de niños saliendo del colegio con sus padres, y subiéndose a las mesas, y mirando de reojo lo que escribo.
No me importa, al contrario, me hace gracia. Son niños, y son curiosos. Se suben a todo, lo miran todo, saltan, corren, gritan… Son, en definitiva, niños. Incluso en ese escenario no tengo ningún problema en concentrarme y escribir. Otros no pueden. Pero eso ocurre porque cada escritor necesita un ambiente. Una escritora me dijo hace tiempo que ella nunca podría escribir en esas condiciones. Ella escribe en casa, en su cuarto, con su luz y su ambiente. Yo tengo muchas dificultades para escribir en casa. Eso nos hace diferentes, simplemente. Cada cual busca su temperatura, su lugar, su zona de relax para las letras.
¿Lo importante? Rodearse de aquello que te da paz, tranquilidad, concentración. Puede ser su cuarto, puede ser una cafetería, puede ser cualquier lugar. Pero siempre existe un punto donde esas energías positivas, si quieren llamarlas así, se concentran para dar la mayor estabilidad y claridad de mente. La música, por supuesto, puede jugar un papel fundamental. Yo suelo escuchar música adecuada a lo que escribo en cada momento.
Teclados mecánicos y de membrana.
Tan importante como el escenario es el teclado. ¿Qué teclado usar? Si es un portátil, es evidente que el teclado del portátil. Pero atención: en casa un portátil con un teclado regular puede ser sustituido por un buen teclado conectado mediante USB o Bluetooth. Mucha gente escribe en casa con teclados que quizás no sean los ideales para escribir muchas horas, y yo les recomiendo a esas personas que busquen un teclado estándar de una calidad media.

Ahora hay teclados en el mercado muy buenos a precios muy competitivos. De membrana o mecánicos, cada cual debe elegir aquel que más se adecúe a sus gustos. Que las teclas estén bien separadas, y tengan un tacto agradable. Tenemos que pensar que el teclado es el interfaz por el que vamos a pasar nuestros sueños literarios de nuestra mente al ordenador.
Por favor, gaste un poco más, y compre un teclado algo superior. No ahorre unos euros, o unos dólares, o unos pesos, en un teclado inferior. La diferencia será pequeña, pero ese teclado le acompañará años. Y esos años serán la diferencia entre escribir sufriendo o disfrutando. Bastante tenemos los escritores con los demonios de nuestra mente como para tener que luchar contra los demonios de un teclado barato.
No lo haga. Compre un teclado de una cierta calidad. Hay marcas reconocidas. Y no son caros. Hágalo por usted. También por la ergonomía y por sus manos, que se pueden dañar con un uso excesivo en un teclado de mala calidad.
En cuanto a si lleva cable o conexión inalámbrica, sin duda prefiero el cable. No hay que preocuparse de pilas o baterías, y la respuesta es siempre inmediata. Pero esa es mi opinión. Yo sigo creyendo en el cable para el teclado y el ratón/mouse.

Tacto: cómo sentimos el interactuar con el ordenador.
En cuanto al tacto, como digo hay teclados de membrana, típicos en los portátiles, y mecánicos, como aquellos antiguos de los IBM. Yo prefiero membrana, pero muchos prefieren mecánico. Si no lo tiene claro, pruebe ambos, y vea qué le va mejor. Lo importante es que el teclado sea parte de usted, y usted del teclado. El tacto es fundamental. Evitar lesiones es fundamental. El recorrido de la tecla hasta hacer contacto, y el ruido que genera cada tecla al ser golpeada son fundamentales.

Pruebe diferentes teclados, y sienta cómo usted recibe y percibe esos teclados. Es una decisión importante.
Y, si un teclado no le va bien, porque no se siente a gusto o porque ya es viejo y falla, haga un esfuerzo cuando pueda, y compre otro. No se sacrifique por un teclado. Si el teclado es de un portátil y le da problemas, y no puede cambiar el portátil, conecte uno externo, y use solo el del portátil para lo mínimo.
Pero no se sacrifique, ni sacrifique sus sueños de escritor, porque un teclado no es el adecuado. Es algo que no merece la pena. Creo que podemos entender que un teclado nos va a dar el camino físico hacia nuestros escritos, y por ello vamos a poder llevar adelante nuestros sueños como escritores. Merecerá la pena. No lo dude. Lo dice alguien que ha vivido casi literalmente la historia de los teclados de ordenador, desde los de los años setenta.
Ellos han evolucionado. Nosotros también. Busquemos nuestro teclado de la suerte. Y escribamos con él nuestras mejores obras. Merece la pena. Por sus manos. Por su salud. Por sus sueños. Y por usted.
Curioso que puedas escribir en los trenes. Yo allí me inspiró observando por la ventanilla, pero ni una idea ni una línea me sale recta jaja (es una forma de decir)
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Razón no te falta, en estos viejos trenes de las líneas de Tarragona-Barcelona te aseguro que el traqueteo a veces es más propio de una montaña rusa. Pero bueno a todo se acostumbra uno. Un abrazo.
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