Undécima parte en este enlace.
Primera parte en este enlace.
Duodécima y última parte de este relato sobre el origen de la disputa entre Sandra y Robert que ellos mismos discuten en “Las entrañas de Nidavellir”.
Con este fragmento termina el relato, que mi hermana me viene reclamando desde hace tiempo para su lectura de agosto. Era terminarlo o perecer en un mar de llamas y de dolor bajo su poder casi infinito.
Han pasado quince días desde que Sandra y Robert volviesen de Rusia. Ambos se encuentran en el «Chateau» de este. Las noticias que llegan del este son parcas y totalmente inconcluyentes…
Fragmento.
Habían transcurrido quince días desde el regreso a Francia. Aquella mañana, Robert tomó un sorbo del zumo que tenía en la mesa. El androide de servicio retiró los platos, y se dirigió a la cocina. En un pasillo se encontró con Sandra.
—Buenos días, señorita Kimmel.
—Buenos días, Paul. ¿Cómo te encuentras esta mañana?
—Perfectamente, gracias. Y me alegro ver que tanto el señor Bossard como usted se encuentran bien.
—Gracias, Paul. Eres muy amable, como siempre.
Sandra salió caminando hacia la sala donde se encontraba Robert. En ese momento, Paul recibió una llamada. Era Bill, el androide de Víctor.
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