Nota: la definición de «Yggdrasil»se puede encontrar en este enlace. El término refiere al árbol que une los nueve reinos.
Todos los escritores, bueno, casi todos, tenemos un libro prohibido. Un libro que se nos resiste. Un libro que se encuentra por encima de nuestras posibilidades literarias. Un libro que se esconde en el cajón, y está ahí, mirándonos con cara sonriente, sabiendo que somos incapaces de abordarlo, de cerrarlo, de terminarlo, de darle vida…
Una antigua compañera de letras me dijo hace tiempo que le gustaría conocer la historia de los Xarwen, los seres que se narran en la trilogía de «La leyenda de Darwan», y que tienen un papel fundamental en el pasado de los sucesos que se desarrollan en los tres libros. Esos seres misteriosos, responsables de importantes aspectos de la historia de la trilogía, siempre aparecen como entidades increíblemente poderosas y avanzadas, pero con un secreto fundamental, que fue la causa de que la historia se escribiera como lo hizo.
Esa fue la espoleta de mi idea de escribir esa historia. Y el principio de mis pesadillas…
Me animé a escribir el libro, y enseguida apareció un ser oscuro y maligno, traído del infierno de mi mente, que me conminó a dejar lo escrito. La historia de los Xarwen, y de los hechos que luego dieron lugar a La leyenda de Darwan, no debía escribirse, ni debía cobrar vida en forma de palabras. Y las fuerzas del universo oscuro se aliarían para evitar que lo escribiese.
Tras un tiempo resistiéndome, lo dejé por imposible. No encontraba la forma de desarrollar la historia, mucho menos de acabarla. Sí, escribí fragmentos, escribí algunos capítulos, incluso diseñé la portada. Pero una mano negra provocaba que mis ojos temblasen, y que mi mente se dispersara cada vez que empezaba a escribir la primera palabra.
¿Por qué suceden estas cosas? ¿Por qué los dioses, y los demonios, son tan caprichosos con la voluntad humana? ¿Por qué nos brindan placeres infinitos a veces, para luego negarnos lo que más queremos?
Porque saben que el mayor placer se convierte en un trago amargo de vino agriado, cuando todo el placer del mundo se ve abocado a acabar en el llanto frente a lo que más queremos. Y lo que más queremos es la libertad de escribir nuestros pensamientos, nuestros sueños, y nuestras pesadillas. Trasladarlas al papel, darles vida, y convertir una historia mediocre en una epopeya eterna, llena de héroes y mitos, leyendas y poderes, y seres que desafiarán el paso del tiempo, y que incluso seguirán presentes cuando la eternidad sea solo un recuerdo perdido en el tiempo.
Pero he luchado contra los demonios otras veces. De pequeño tenía eso que se llama y conoce como «terrores nocturnos», algo que muchos de ustedes probablemente hayan visto, bien por experiencias ajenas, o por haberlo vivido de pequeños.
En aquellos sueños de mi niñez una fuerza imposible de resistir me arrancaba de mi cama, me metía en un agujero negro como la muerte, y me arrastraba a un mundo de demonios y dolor, sufrimientos y terrores. Mi madre me encontraba en un lado de la habitación por la mañana, llorando acurrucado sobre la sábana, ahogado en mi propio sudor y mi llanto.
Fue duro. Muy duro, se lo aseguro. Viví una niñez terrible. Pero todo aquello me hizo fuerte. Me enseñó a combatir a aquellos demonios.
Un día, a la edad de doce años, me enfrenté a aquellos demonios. Y entonces perdieron todo su poder. ¿Por qué?
Porque esos demonios se hacen fuertes con nuestros miedos y terrores. Cuando ven que somos capaces de reponernos, hacernos fuertes, y enfrentarlos, entonces se apagan, se esconden, y desaparecen. No para siempre, por supuesto. Siguen ahí, agazapados en la noche. Pero ya no me controlan. Ahora los controlo yo a ellos.
Lo mismo he de hacer con «Yggdrasil». Quiero acabar el libro. Y lo haré. No importa lo que tarde. Acabaré el libro. Y habré vencido a mi último demonio: el que vive oculto en la pluma que mancha con tinta las páginas de mi libro.
Entonces seré libre. Libre del todo. Para controlar mi vida. Y el universo. Y habré vencido al último demonio. Seré libre. Y podré terminar mi libro.
Es todo lo que quiero. Es todo con lo que sueño…
Fragmento del libro en este enlace.
Marion nos trae nueva información sobre el blog y los libros.
No soy escritor pero se me resisten los libros de Belén Esteban y Beatriz Capote. Ah, y el de Mercedes Milá también.
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