Quién lo iba a decir. Yo, convencido de que por fin se cumpliría el viejo sueño de volver a la Luna para 2024 con el proyecto Artemis, tal como la NASA había prometido, con la presión enorme de Donald Trump, y resulta que no va a ser así. La fecha oscilará entre 2026 y 2028, pero, dadas las múltiples preguntas que van apareciendo, proponer una fecha ahora es una quimera. Y, por cierto, en la web oficial aún insisten en 2024. Por favor, que alguien cambie ya el cartelito.
Durante estos dos últimos años la NASA ha ido insistiendo en que la fecha de 2024 era completamente segura para volver a la Luna. En estos dos últimos años la propaganda se adueñó de la agencia espacial estadounidense, inundada de mentiras y medias verdades, como toda la política de Estados Unidos, inmersa en una vorágine de falsedades generadas por Donald Trump.

Ahora que parece que va a haber un gobierno real, con políticas reales, y me da igual si es demócrata o republicano, eso no es lo importante, el caso es que se comienzan a destapar todas las incongruencias y anomalías que han ido presentándose y ocultándose durante estos años.
Hay muchas razones por las que era evidente que no se iba a volver a la Luna para 2024, y las expliqué en este blog en varias entradas. Esta es otra. Y esta es otra.
La más evidente era el Lunar Gateway, una estación espacial completamente nueva, y situada en una órbita polar lunar muy excéntrica. Esa estación Gateway debe ser un elemento fundamental para el viaje a la Luna, porque sirve de punto intermedio entre la llegada de los astronautas a la órbita lunar, y el descenso del módulo lunar, que por cierto sigue en fase de diseño.
La idea ahora es que los dos elementos principales de la estación Gateway, el módulo de habitabilidad y el módulo de supervivencia y energía, fundamentales ambos para tener una estación espacial habitable, se lancen conjuntamente en lugar de por separado. Eso conlleva cambios muy importantes de ingeniería, y con ello se pretende salvar costes y, sobre todo, no tener que unir ambos elementos durante la órbita lunar, algo que se considera demasiado arriesgado.
El problema de esta idea es que la masa conjunta de ambos elementos puede ser demasiado alta para cualquier cohete convencional hoy existente, y la energía necesaria para desplazar esa masa hasta la órbita lunar polar demasiado elevada. Es decir, se soluciona un problema, y aparecen dos, incluso peores y más complejos de resolver.
Pero no se trata de entrar en detalles técnicos, sino en toda la parafernalia propagandística que ha envuelto el proyecto Artemis desde siempre, pero especialmente desde que Donald Trump llegó al poder. A Trump nunca le importó la NASA, ni el viaje a la Luna. Usó la NASA para su maquinaria propagandística, y se cansó de repetir que era «americanos trabajando para el sueño americano», todo rodeado de banderitas y aplausos.
Como siempre, la demagogia, el triunfalismo, el populismo, y el nacionalismo han sido elementos que catapultaron a Trump al éxito, y del mismo modo crearon un canal de rechazo que terminó por defenestrarlo del poder. Esto lo hemos visto siempre en los populismos, pero aquí la NASA, como tantos otros organismos, ha sido una víctima. Y los responsables de la NASA lo sabían desde el día uno, aunque lógicamente tenían que callar, porque la NASA es un organismo público. Ahora se descubre la verdad: no habrá dinero para la NASA con el fin de llegar a la Luna para 2024.

De hecho, nunca hubo intención. Todo fue eso: propaganda. Como ya sabíamos los viejos del lugar. Y yo vi la llegada a la Luna en 1969 en directo por televisión, y he seguido toda la carrera espacial al detalle. Ya conozco cómo funciona el tinglado. Y aquí no ha habido ninguna novedad.
Alguien podría decir «hombre, el Covid tendrá algo que ver». El cierto que el Covid ha retrasado ciertas tareas, pero todo esto que estoy comentando ya era conocido y perfectamente asumible en febrero de 2020, como comenté en su momento, y como se sabía para cualquiera que tenga alguna idea básica en proyectos de ingeniería. Y yo puedo ser un ignorante en muchas cosas, pero de ingeniería de proyectos alguna idea tengo, y puedo demostrarlo a quien lo requiera. Y era evidente que un viaje tripulado a la Luna para 2024, ya en enero de 2020, era una quimera sin ningún sentido.
Se llegará a la Luna. Habrá una estación espacial, y habrá una base lunar. Todo esto se conseguirá, estoy seguro. Y será una maravilla. Pero no se hará con demagogia y populismo. Se hará con el trabajo de la NASA y de las empresas privadas auxiliares. Porque, a diferencia de lo que mucha gente cree, yo estoy convencido de que unir lo público y lo privado en este titánico esfuerzo de terminar por conquistar la Luna es el camino a seguir. Cada parte apoyando los aspectos que le son inherentemente mejores para llevar a cabo el proyecto Artemis.
Volveremos a la Luna. Pero habrá que aprender la lección, porque todo este populismo que nos ha invadido solo tiene un camino: el de la perdición de los proyectos científicos y de ingeniería más importantes de la humanidad. Y, sin todo ello, muy poco futuro nos queda.
Todos estos impedimentos y dificultades que comentas sirve para poner en valor la hazaña que supuso la llegada a la luna con la tecnología de hace 50 años…
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Sin duda, lo cual demuestra que nada es esencialmente ascendente. Nuestra tecnología es muy superior. Nuestros objetivos se han perdido en un mar de superficialidad e inmediatez. La conquista del espacio requerirá de trabajo y esfuerzo y no de llenar estadios de gritos y fans como los de Donald Trump o Elon Musk. Al menos a Musk ya se lo ha dejado claro su junta directiva. Es un principio.
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