Vamos hoy a hablar de consciencia, de sus propiedades, y del mito de que el ser humano ha trascendido toda la escala evolutiva, para convertirse en un ser especial y elegido, supuestamente tocado por la mano de Dios para ser una entidad superior a todos los demás organismos de la Tierra.
Una falacia que debe ser desterrada, para que el ser humano pueda, por fin, comprender su sitio, y su futuro, como entidad consciente intelectual.

El ser humano es, sin duda, un organismo paradójico: puede explicar muchos aspectos del universo, pero se centra en una entidad divina para explicar la razón de todo. Es capaz de crear las más bellas obras de arte, pero se empeña en su capacidad destructora innata para crear las más terribles armas que le otorga su mente. Puede modelar el universo mediante complejas ecuaciones matemáticas, pero es capaz de dudar de cada una de las pruebas empíricas que esas ecuaciones le ofrecen. Sabe que la sociedad debe progresar en su conjunto, pero usa a esa misma sociedad para sus propios intereses.
Orígenes y descendencia.
El ser humano es, desde cualquier punto de vista, un organismo atrapado entre sus ancestros simiescos, y una mente que trata de liberarse del yugo del instinto y las leyes de la naturaleza, para optar por un futuro donde esa capacidad funcional llamada consciencia sea un elemento diferenciador y de mejora de la sociedad. Y todo ello debido a una mente que ha evolucionado para tener una consciencia política, artística, y, sobre todo, social.

Consciencia. Propiedad emergente.
Suele decirse, cuando se habla de neurociencia, que la consciencia es una propiedad emergente de la actividad cerebral. El cerebro no fue diseñado para crear puentes o escribir libros, ni para resolver ecuaciones o construir cohetes. El cerebro es un órgano que ha evolucionado con el fin de aportar una ventaja evolutiva en forma de resolución de problemas que el organismo ha de enfrentar en su actividad diaria por la supervivencia.
El hecho de que el cerebro se haya organizado de tal forma que, con el paso de los siglos y los milenios, produjera una estructura capaz de racionalizar el universo, es solo una consecuencia secundaria de esa adaptación cerebral. Una consecuencia no buscada, ni premeditada, y que ha dado la capacidad al ser humano de racionalizar el universo.
Pero es importante tener en cuenta un aspecto crucial de este proceso evolutivo: la racionalización humana es una derivada de su comprensión del universo. Sin embargo, el ser humano sigue siendo, sin ningún género de dudas, un organismo dependiente de sus instintos y valores adquiridos. Sigue requiriendo de un líder poderoso que le guíe, sigue buscando a la tribu como expresión de organización en la que sentirse seguro frente a amenazas externas, y continúa dependiendo de la naturaleza para su desarrollo.
El ser humano es, en definitiva, un primate avanzado, que manipula su entorno de una forma más sofisticada que otros primates, pero que, por lo demás, sigue atado a las mismas premisas que cualquier primate.
Religión, arraigo total.
Otro aspecto del cerebro humano que es emergente a la innata cualidad de la actividad neuronal humana es el concepto de religión. El ser humano es capaz de preguntarse no solo por su propia existencia, sino que puede conceptualizar esa existencia en el universo como una entidad consciente universal. Dicho de otro modo: el ser humano es un fragmento del universo que se pregunta por su propia consciencia. Y, dicho de otro modo también, el ser humano es la constatación clara y evidente de que el universo no solo ha cobrado vida, sino que es consciente de existir.
Con el concepto de existencia llega la pregunta inmediata y necesaria: ¿por qué existe el universo? ¿Quién lo ha creado? ¿Quién nos ha creado, entendiendo por ello que somos parte de esa creación?
La pregunta retrotrae al concepto de que todo reloj requiere de un relojero, una entidad consciente que construya el mecanismo del reloj. El reloj sería el universo, y el relojero sería un ente consciente, omnipotente, omnipresente, omnisciente y personal. Ya he comentado en alguna ocasión que un ser omnisciente, que lo sabe todo, es incompatible con el libre albedrío humano, en el cual Dios no podría saber qué actitud va a tomar un ser humano concreto, debido precisamente a su capacidad de elegir libremente.
Pero, si un ser humano puede elegir libremente, y por lo tanto Dios no es omnisciente, ¿por qué debemos concluir que, al menos, es omnipotente, y omnipresente?
Dios no puede ser omnipotente, porque dispone leyes y reglas físicas en el universo, que se han de cumplir, e impone también leyes y reglas morales y éticas que se han de cumplir. Si Dios impone unas reglas al ser humano, no podrá cambiarlas sin cambiar la esencia ética y moral del ser humano. Luego, no está capacitado para ser omnipotente.
El ejemplo clásico en este sentido es el de la piedra y Dios. ¿Puede Dios crear una piedra tan pesada que ni él mismo podría levantarla? Si puede levantarla, no es capaz de crear una piedra que no pueda levantar. Si no puede levantarla, es capaz de crear una piedra imposible de ser levantada, pero incluso el propio Dios se vería limitado de levantarla.
Los defensores de la idea de omnipotencia de Dios indican en estos casos que Dios podría hacer ambas cosas. Pero, si ambas cosas son contrarias e incompatibles, entonces Dios no solo no puede cumplir con la lógica, es que la lógica deja de tener sentido. Y, si la lógica deja de tener sentido, el propio concepto de Dios pierde sentido. Si cualquier explicación se debe rechazar cuando se habla de Dios, entonces Dios puede explicar cualquier cosa, y ninguna explicación, excepto Dios, es necesaria para explicar cualquier aspecto de la naturaleza y el universo.
Mujer y Dios en la Biblia.
El concepto de Dios deviene del concepto de una necesidad antropológica para explicar la misma existencia del universo. Ya lo dice la Biblia: “Hizo al hombre a su imagen y semejanza”. Veamos que es el hombre el que realmente aparece conceptualizado como una imagen de Dios, luego Dios es un hombre, al menos en lo que concierne a su aspecto. La mujer, en este sentido, y tal como indica la Biblia, libro escrito por el propio Dios no lo olvidemos, es una transcripción de una costilla del hombre, no es una entidad física derivada directamente de Dios, sino del hombre, y de un fragmento del mismo.
Luego, en este sentido, la mujer no está emparentada con Dios, sino con el hombre, por lo que es natural pensar que deba someterse al hombre, ya que este está más cerca de Dios que ella. El hombre es una creación directa de Dios. La mujer es una creación derivada de la existencia del hombre. Luego, podemos concluir, la mujer está en un escalón inferior al hombre, y dos escalones por debajo de Dios.
Hoy sabemos que la existencia del hombre y la mujer tiene que ver con la capacidad de organismos avanzados de procrear mediante reproducción sexual, un modelo reproductivo mucho más avanzado que el asexual, en donde las combinaciones genéticas derivan en organismos que se adaptan mejor al medio, y producen unas variaciones que pueden tener más oportunidades de supervivencia en un medio cambiante, tal como indican las leyes de la evolución.
La mujer, en este sentido, asciende de categoría cuando la religión es eliminada de la ecuación del origen de la vida y del ser humano, y se convierte en una igual con el hombre, dando como resultado que no es un ser distinto al hombre excepto en su genética y sexualidad. De hecho, la mujer podría considerarse más avanzada al hombre desde el punto de vista de la vida y la ciencia, ya que podría crear gametos artificiales para su reproducción, sin necesidad de intervención del hombre, algo que el hombre no podría hacer de ningún modo. El hombre necesita a la mujer para su existencia. La mujer, por el contrario, y con ayuda de la ciencia, podría prescindir del hombre.
Consciencia: un futuro en peligro.
Debemos recordar que el ser humano obtuvo su consciencia como consecuencia de un proceso evolutivo aleatorio. Como llegó, podría irse, si la evolución toma un camino distinto. Al contrario de lo que muchos creen, la naturaleza no busca la perfección de lo que creemos imperfecto. La naturaleza no sabe nada de perfección, solo sabe de leyes evolutivas. Y si el ser humano evoluciona de tal forma que su adaptación al medio conlleva una reducción de la consciencia, podríamos encontrarnos un futuro donde ese ser humano vuelva a ser un animal similar a los simios actuales.
Este tema lo tocaba muy bien la famosa película «El planeta de los simios», donde el ser humano ha evolucionado a una entidad que ha perdido el habla y su capacidad de consciencia creativa. Es ciencia ficción, pero nada ni nadie nos garantiza que, necesariamente, el ser humano tenga que ser más inteligente y capaz en el futuro.
Tenemos una oportunidad de ser mejores, de dejar de lado aquellos aspectos que nos atan al modelo evolutivo, y elegir perfeccionar al ser humano, para que sea más consciente cada día de su naturaleza, su presente, y su futuro. Un futuro que está tremendamente comprometido por la naturaleza simiesca del ser humano.
Solo liberando la mente del instinto podremos alcanzar un acuerdo con el universo, donde podamos disponer de un futuro para nuevas sociedades, más avanzadas política, social, y culturalmente. En nuestras manos está. Pero el tiempo no es eterno. Como no lo será la consciencia. Debemos elegir. Y debemos prepararnos para el futuro ya. O no habrá futuro para nadie.

Buenas tardes, tu texto es un golpe para miles de ideologías dentro del mundo, creo que la idea es interesante, pero en tu opinion personal, ¿Crees que se pueda dar esa conciencia social y ser mejores como especie? o de plano estamos condenados como especie.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Entiendo que huir de creencias tan arraigadas como es la existencia de dioses todopoderosos es duro y difícil, o imposible, para gran parte de la humanidad. Pero, como dijo Carl Sagan, «yo no quiero creer, quiero saber». El conocimiento debe llevarnos a conocer los datos, y los datos nos deben dar cuenta de la realidad del universo. La creencia de un dios todopoderoso indemostrable no es camino para una verdad científica y empírica.
Por otro lado, cada religión es atea del resto de religiones. Por ejemplo, en Grecia está resurgiendo el neopaganismo, la creencia en los dioses olímpicos, como Zeus, Atenea, etc. la Iglesia cristiana griega ha atacado duramente esas creencias, y el propio gobierno griego tuvo que intervenir para que los fieles de Zeus puedan adorar a sus reencontrados dioses. Cada religión profesa que es la única y verdadera. ¿Cuál de ellas es la real? ¿Todas ellas o ninguna? Más información: https://es.wikipedia.org/wiki/Religi%C3%B3n_en_Grecia#El_helenismo
En cuanto a si estamos condenados como especie, soy bastante pesimista. Una civilización sola, con una fuerte tendencia a la destrucción, con armas de destrucción masiva recorriendo los mares (véanse los submarinos tipo SSBN de clase Ohio, cada uno con más potencia que todas las bombas lanzadas durante la segunda guerra mundial, incluidas las dos bombas atómicas).
Mi predicción es que la humanidad se extinguirá, o entrará en una fase de decadencia que la lleve a una nueva etapa medieval, incluso volver a una edad del bronce, o peor. ¿Puede evitarse? Solo si se cambian las reglas de juego. Las actuales sociedades devoran recursos con una velocidad increíble. Ahora mismo, en 2021, se vuelve al carbón y al gas porque, por encima de todo, se fija la inmediatez por encima de la visión global de futuro. China pretende ser una nueva potencia militar, y una tercera guerra mundial es muy factible en un plazo de 30-40 años, con una suma de falta de recursos y de ambición unidas.
Puedo estar equivocado, ojalá sea así. Si a eso añadimos los estragos del cambio climático, la ecuación no puede tener peores resultados. Espero, como digo, equivocarme. Pero solo una acción directa y medida podrá evitar un desastre. Saludos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias por la respuesta, aunque como dices tu la vision puede ser pesimista, a veces un trago de realidad, nos hace reflexionar, un saludo.
Me gustaLe gusta a 1 persona