El camino ha sido largo, cincuenta años desde que comencé a perfilar lo que es hoy la saga Aesir-Vanir. Pero ha merecido la pena. La historia de la humanidad que, a finales del siglo XXVII, se divide en dos ramas, y que vuelven a conectarse en un futuro lejano. Precisamente esa última parte, el nuevo encuentro, es el tema central del Libro XIII: «La leyenda de Darwan IV: Idafeld» que espero tener para fin de año. Y fin de la historia. Un viaje que ha sido maravilloso, y ha merecido la pena desde cualquier punto de vista. Luego el lector decidirá si también merece la pena la lectura.
Ya comenté que la saga empezó a nacer hace cincuenta años, pero el primer libro se publicó en diciembre de 2013. Entre esos dos momentos hubo muchos cambios en ideas, guión, etc, como es natural. Creo que ha merecido la pena tener una edad adecuada para escribir esta saga ahora, y no antes, ya que he podido trabajar bien el argumento, y además mi vida ahora es relativamente más relajada que lo era hace unas décadas atrás. Al menos, en ciertos aspectos. En otros aspectos, especialmente el mental, el caos proseguirá hasta el fin de mis días. Eso no tiene remedio.
Porque escribir literatura, al menos en mi caso, tiene un precio. Y ese precio es el caos, sin duda. Siempre se me ha acusado de ser «rarito», «poco sociable», y cosas similares. La última vez hace solo un par de semanas. Alguien me vino con cara condescendiente y una sonrisa, y me dijo que tenía que cambiar. Que tenía que ser más sociable y más cercano con las personas. Y esa persona, en un gesto de su amabilidad infinita, me iba a dar una oportunidad de ayudarme en mi camino hacia una nueva forma de entender las relaciones sociales y personales.
Yo hice lo que llevo haciendo toda mi vida con este tipo de personas que quieren mostrarme «su camino» de absolución: lo mandé al infierno. Con amabilidad por supuesto. Pero sin titubeos. Ya lo dijo Winston Churchill en una ocasión: «si tienes que matar a alguien, no cuesta nada ser amable».
Nadie me va a decir cómo soy o dejo de ser. Nadie me va a enseñar un camino de absolución de mis pecados. Porque, gracias a ser como soy, la saga Aesir-Vanir existe. Yo no podría haber escrito estos libros si fuese lo que esa persona considera «normal» y «dentro de los cánones de la sociedad». Es el caos y la locura en las que vivo constantemente las que me permiten explorar los sentimientos, los miedos, las emociones, las frustraciones, y los terrores del ser humano. Y no cambio eso por nada en el universo.
Por lo demás, agradecer a todos los lectores que han leído alguno o algunos de los libros de la saga su interés en estas obras, y a los que tienen la intención de hacerlo, que sepan que esta ciencia ficción es sobre todo un escenario para hablar del ser humano y su condición. No van a encontrar acción y tiros excepto donde es necesario, y sí van a encontrar un intento de aproximarse a la esencia del ser humano. Al menos, esa es la idea. Si lo he conseguido, no lo diré yo. Lo dirán ustedes, porque ustedes tienen la última palabra. Muchas gracias.

Para información detallada de la saga puede consultar este enlace.
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