El jueves 11 de octubre de 2018 se estrena en España «First Man» (Primer hombre), película que trata sobre la llegada del hombre a la Luna, la carrera espacial de los años sesenta, centrándose sobre todo en el primer hombre que pisó la Luna: Neil Armstrong. Evidentemente allí estaré yo para ver la película, con mi vaso de plástico de tres litros de Cocacola, dos kilos de palomitas, y una sonrisa infantil de niño ilusionado. La verdad es que hacía tiempo que no tenía tantas ganas de ir al cine.
Veremos si la película llega al nivel de la maravillosa «Apollo XIII», película que narra la misión a la Luna que estuvo a punto de fracasar, y que, como dijo el director del Centro Espacial de la NASA, «fue nuestro mejor fracaso», en el sentido de que la misión fue terriblemente mal, pero donde se salvaron la vida de los tres astronautas gracias a la pericia de los miles de ingenieros en tierra, y de los tres astronautas de la misión. Ahora mande usted a un turista a la Luna para que haya un problema, como pretende Elon Musk (insisto: un turista, sin tripulación). Las cosas no son tan sencillas señor Musk; en el espacio nadie puede oír tus gritos, y mucho menos los insultos del turista si algo se tuerce. No llame al 911 si se queda en la Luna; no han abierto servicio allá todavía.

Porque, en el espacio, todo puede salir mal. El espacio es una zona hostil. Fría, dura, nunca mejor dicho. Cualquier mínimo error cuesta la vida. La vida se separa de la muerte por una pequeña placa de aluminio y acero, y en la actualidad de fibra de vidrio, pero no importa; sea cual sea el material, el peligro es una constante en el espacio. Muchísimo más que en una aeronave convencional. Y no hacen falta aliens que se comen a la gente; basta un pequeñísimo error de cálculo, por ejemplo en la trayectoria. ¿Qué tal flotar por el espacio durante los próximos diez millones de años? Y con todos los gastos pagados.
Dejo aparte a los que dicen que no se llegó a la Luna, y en todo caso les lanzo una pregunta: ¿usted cree que los rusos habrían aceptado la derrota en la carrera espacial sin pruebas claras? ¿Cree usted que los rusos son tontos, y tan fáciles de engañar? No se engañe usted; si todo hubiese sido un montaje, los rusos lo habrían dicho de inmediato, sobre todo porque eso habría supuesto un golpe de efecto enorme a su prestigio soviético, y un desprestigio enorme para la NASA y los Estados Unidos. El hombre sí llegó a la Luna, y los rusos tuvieron que aceptarlo. Además, llegaron seis veces, con un total de doce hombres que pisaron la Luna. No fueron mujeres. Nunca se consideró en serio que fuese una mujer, excepto por una selección inicial para el proyecto Mercury.

Una cosa que deberá explicar la película, supongo que lo hará, es cómo se pudo llegar a la Luna. Se consiguió gracias a los siguientes elementos:
1.- El mensaje de Kennedy, prometiendo llevar un hombre a la Luna antes de terminar la década. Eso fue el revulsivo político:
«Hemos decidido ir a la luna. Elegimos ir a la luna en esta década y hacer lo demás, no porque sean metas fáciles, sino porque son difíciles, porque ese desafío servirá para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y habilidades, porque ese desafío es un desafío que estamos dispuestos a aceptar, uno que no queremos posponer, y uno que intentaremos ganar, al igual que los otros.»
Fragmento del discurso de John F. Kennedy. 12 septiembre 1962.
2.- La carrera espacial con los soviéticos, que había comenzado en 1957 con el gran éxito ruso de poner el primer satélite en órbita. Los rusos no solo conseguían éxitos; es que además los cohetes estadounidenses explotaban uno tras otro. El desprestigio era enorme; las risas desde el Kremlin resonaban en el Pentágono y en la Casa Blanca. Algo parecido pasa ahora que los Estados Unidos no tienen naves para ir al espacio. Ese fue el revulsivo geoestratégico.
3.- La inmensa cantidad de dinero necesaria para desarrollar un sinfín de nuevas tecnologías revolucionarias, con el fin de llevar al hombre a la Luna. ¿Cree usted que fue una pérdida de tiempo? Sepa que muchas de las tecnologías y de la ciencia actual se desarrollaron gracias a la carrera espacial. Si no hubiese existido, probablemente no estaría usted leyendo esto, ni tendría un dispositivo móvil del tamaño de un paquete de tabaco con toda la potencia y capacidad de comunicación actuales. El dinero fue el revulsivo económico.
4.- Un plan estratégico para el espacio. La gente suele saber que hubo tres proyectos para ir al espacio: el proyecto Mercury, con un solo tripulante, el proyecto Gemini, con dos tripulantes y los primeros EVA (Extra Vehicular Activity, es decir, los famosos paseos por el espacio), y el proyecto Apolo, dirigido a ir a la Luna. Pero lo que no suele saberse es que esos tres proyectos se movían en paralelo. Los Estados Unidos, con su inmenso poder económico, tenían no uno, sino tres proyectos de viaje al espacio a la vez. Luego se dejó Mercury, y luego Gemini, quedando solo Apolo. Ningún otro país, ni la Unión Soviética, podía soportar algo así. Ese fue el revulsivo organizativo.
5.- Un plan de riesgos de alto nivel. Actualmente la idea de la seguridad en los vuelos espaciales no se discute. Bueno, Elon Musk dijo hace poco que para ir a Marte había que estar dispuesto a sacrificarlo todo, incluso la vida. Sí, lo dijo. Pero Elon Musk no es un hombre realista cuando de viajes tripulados se habla. No conoce ni tiene ni idea de lo que suponen los vuelos tripulados, que tienen muy poco que ver con las naves de carga que ahora gestiona su empresa SpaceX. En los años sesenta, sin embargo, la NASA admitió que un porcentaje de fracaso del 50% era admisible. Es decir: el proyecto Apolo se construyó con un 50% de probabilidades de que fracasase. De hecho, el presidente de entonces de Estados Unidos, Nixon, tenía una carta perfectamente preparada por si los astronautas morían en su viaje a la Luna, especialmente en la fase sin duda más peligrosa: el alunizaje. Y, de hecho, Armstrong tuvo que tomar los mandos manuales del módulo de aterrizaje para evitar estrellarse. Casi se quedaron sin combustible.
Creer que no se llegó a la Luna es un derecho, pero es también un insulto a los cien mil hombres y mujeres que estuvieron de forma directa o indirecta implicados en el proyecto Apolo, y que lo dieron todo por su éxito. Ingenieros, médicos, astronautas, biólogos, médicos, miles y miles de personas, incluidos los tres astronautas muertos del Apollo I y sus familias
Este es sin duda, el número 5, el elemento más significativo de por qué llegó el hombre a la Luna en 1969. Porque se asumieron unos riesgos increíbles. Hoy día no se va a la Luna porque las tecnologías que se requieren para ello deben garantizar una supervivencia del 95% como mínimo. Cualquier valor por debajo de eso está prohibido para la NASA. Y también debería estarlo para cualquier compañía privada que quiera enviar seres humanos a la Luna. O a Marte, con el proyecto Orión de la NASA. Hombres, y sin duda mujeres, por fin participando en la carrera espacial, como tendría que haber sido desde el principio. Pero bueno, más vale tarde que nunca.
El viaje a la Luna fue la proeza más grande de la humanidad. Volver ahora no superará esa proeza, la igualará en todo caso. Pero merece la pena sin duda, porque las fronteras de la humanidad son el universo al completo. Y otros universos, si es que existen. La humanidad no puede darse el lujo de detenerse. A lo largo de la historia, los pueblos que se han encerrado en murallas sobre ellos mismos han decaído y perecido. Los pueblos viajeros, los que han explorado nuevos caminos, han sobrevivido. Los arqueólogos visitan y recuperan los restos de grandes civilizaciones que fueron brillantes y maravillosas. Pero que se encerraron en sus murallas. Allá se extinguieron. Y allá quedaron sus restos para que los recojan aquellos que cruzaron las fronteras.

Hoy, la humanidad tiene un nuevo reto: volver a la Luna, convertirla en un nuevo hogar, y viajar luego a Marte. No es solo una opción. No es solo una oportunidad. Es el único camino para la supervivencia de la especie humana. Porque, como dijo Konstantín Tsiolkovski, «La Tierra es la cuna del ser humano, pero ningún animal permanece para siempre en su cuna». Los exploradores ganan. Los soñadores ganan. Los aventureros ganan.
Algunos caen, es cierto. Pero otros toman su camino. Y, al final, los exploradores sobreviven. Los que se quedaron atrás, perecen y se convierten en material para los arqueólogos. Los que tomaron el camino muestran el camino a las nuevas generaciones. Quedarse quieto es perecer. Moverse es sobrevivir. Esa es la magia del futuro. Y esa es la magia de la conquista del espacio. Siempre adelante. Hasta la última estrella. Y luego, la siguiente…
Yo también creo que el hombre llegó a la Luna, pero igualmente creo que las fotografías del primer viaje se tomaron en un plató ya que por mucho que llegasen, si no volvían con fotos que mostrar nadie los creería, y por eso se aseguraron de tener unas buenas fotos. Y se ha demostrado hasta la saciedad cómo muchas de esas fotos han sido tomadas en un plató. En cuanto a por qué no han vuelto, muy sencillo: cuesta miles de millones un proyecto así y el Congreso de EEUU y también la opinión pública no aprobaría un dispendio de ese calibre con tantas necesidades humanas como hay en el país.
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Hola Vicente. Las fotos son reales, todas ellas. En cuanto a gastar dinero en el espacio, es muy sencillo: o se buscan nuevos caminos y fronteras para la humanidad, como se ha hecho siempre, o no habrá humanidad. Un saludo.
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Muy interesante artículo!
Con tu permiso, te dejo este relato humorístico basado en aquel acontecimiento…
https://elcapitancarallo.com/2018/11/19/y-si-los-primeros-en-viajar-a-la-luna-hubieran-sido-espanoles-parte-i/
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Hola, gracias por el enlace, le echaré un vistazo, ¡saludos!
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