SpaceX y NASA: dos naves, dos destinos

Vamos a dar una vuelta por el espacio, primero hasta la Estación Espacial Internacional (ISS), y luego hasta la Luna. De ahí seguiremos hasta Marte, dando una pequeña vuelta por los asteroides para comprar algo para los niños a la vuelta. Sin duda, el futuro tiene varios nombres clave, y de dos de ellos voy a hablar ahora: SpaceX, y la NASA.

En estos días la cápsula Dragon de SpaceX ha conseguido ir a la estación espacial Internacional, llevando un muñeco con sensores que simulaba un ser humano. La idea era probar si la cápsula es apta para llevar vida humana hasta la estación y volver. Es de esperar que, si todo ha ido bien, como parece, en una próxima misión suban ya dos astronautas hasta la ISS, dos astronautas que ya han sido elegidos, y se están preparando para ello.

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La cápsula Dragon y el nuevo traje espacial. Si se le añade el símbolo adecuado y unos cañones láser hasta Luke Skywalker podría pilotarla

En Estados Unidos y en otros países se ha celebrado con júbilo este éxito, y ciertamente es un paso muy importante para volver a alcanzar el tren del futuro. Un tren que se ha dejado escapar demasiadas veces en los últimos treinta años.

Desde que se dejó de lado la carrera espacial, y sobre todo, desde que los transbordadores espaciales dejaron de volar, los Estados Unidos no tenían forma de ir al espacio por sus propios medios. Y tener que pagar cincuenta millones de dólares a los rusos, para de este modo llevarlos a la ISS en las naves Soyuz, era un descrédito demasiado grande para Estados Unidos.

Por no hablar de las amenazas de Putin de no renovar el contrato para el transporte. En cierto modo me ha recordado esta época a aquella en la que los rusos se reían de los estadounidenses con cada nueva hazaña espacial, comenzando con el satélite Sputnik y siguiendo con otros éxitos, como el vuelo de Gagarin y luego de Tereskova, la primera mujer en ir al espacio.

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La cápsula Dragon acoplada a la ISS

Ahora, con esta nueva nave de SpaceX, Estados Unidos puede volver a levantar la cabeza, aunque sea un poco. La nave Dragon es muy moderna y sofisticada, y todo el mundo espera que además sea segura. Pero como el espacio es un lugar muy peligroso, tomar todo tipo de precauciones es importante. La seguridad siempre ha de estar por encima de cualquier otro parámetro. Esto no se cumplió durante la carrera espacial en los sesenta. Por eso se llegó a la Luna, pero con un riesgo enorme, tal como comenté en este enlace.

Por cierto, esta cápsula, la Dragon, es la misma nave que tenía que llevar a dos turistas a la Luna en otoño de 2018. Eso dijo Elon Musk, antiguo responsable de SpaceX (ahora lo gestiona otra persona debido a la naturaleza errática de Musk, como ha ocurrido luego con Tesla).

En todo caso, el primer vuelo de la cápsula Dragon (en su versión tripulada) es un gran logro de SpaceX, por supuesto. Estados Unidos vuelve a tener un vehículo para viajar al espacio, de momento hasta la ISS. Luego se espera que esta misma cápsula permita ir a la Luna. Ir, pero no aterrizar. Para eso hace falta un vehículo como el famoso «LEM», la araña, del proyecto Apolo. Pero sin duda SpaceX se puede sentir orgullosa de una cápsula que parece operar perfectamente.

Esta cápsula, en una versión avanzada, será un vehículo fundamental para la construcción de una estación espacial en órbita alrededor de la Luna. ¿Y qué sentido tiene montar una estación espacial en la Luna? El sentido es que desde la Luna se puedan hacer los preparativos para el viaje a Marte, partiendo de una gravedad mucho menor, y, por lo tanto, pudiendo llevar una carga útil hasta Marte mucho mayor. Los primeros marcianos (porque serán efectivamente marcianos), necesitarán todo tipo de recursos para comenzar sus vidas en el planeta rojo.

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La cápsula Dragon tras el amerizaje; parece que hace calor por ahí arriba

Y para ello habrá que llevar mucho material. Todo el necesario hasta que en Marte se pueda comenzar a crear una red de fábricas que desarrollen los productos mínimos necesarios para la supervivencia, incluyendo naturalmente alimentos, agua, y materiales de construcción. Otros más avanzados, como electrónica, componentes, etc, seguirán siendo necesarios y se deberán traer de la Tierra. Eso sí, un día Marte será un planeta que opere según sus propios recursos, y podrá incluso comenzar a exportar productos a la Tierra. Para eso queda un tiempo todavía. Pero se hará, si las cosas se hacen de la forma adecuada y correcta.

Para ello, queda una pieza fundamental: la nave a Marte. ¿De dónde sale? Bien, Elon Musk volvió a decir (otra vez) que mandaría a Marte a cien hombres y mujeres en una nave gigantesca para 2024. Sin embargo, los veteranos de la astronáutica ya sabemos que el bueno de Elon siempre tiende a exagerar un poco. Bastante. Demasiado. Precisamente por eso ponemos nuestras esperanzas en la otra pata de este proyecto espacial: la NASA.

Efectivamente. Sin tanto ruido ni discursos, la NASA sigue sus pasos firmes y decididos a poner un ser humano en la Luna en la década de los treinta. Para ello, está construyendo otra cápsula. La llaman Orión, y no es mucho más grande que la Dragon de SpaceX.

Sin embargo, esta cápsula es bastante distinta. Está diseñada para viajar a Marte, y al cinturón de asteroides, lo que obliga a que disponga de tecnologías y elementos que no son necesarios en la cápsula Dragon de SpaceX. El elemento diferenciador principal es el escudo ablativo, o escudo protector, que permitirá temperaturas extremadamente altas, muy superiores a las de la cápsula SpaceX. ¿Por qué esta diferencia de temperaturas?

Es muy sencillo: para ir hasta la Luna no hace falta una gran velocidad. El viaje es relativamente corto, y unas velocidades como las de las antiguas cápsulas Apolo son suficientes, digamos, 40.000 kilómetros por hora. Eso es algo menos de lo que da mi Volkswagen de quince años.

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La cápsula Orión con el módulo de servicio acoplado, dicho módulo lo construye la Agencia Espacial Europea

Pero, para viajar a Marte, es necesario obtener una velocidad muy superior. No solo porque la distancia es tremendamente mayor, sino porque la mecánica celeste obliga a jugar con los campos gravitatorios de los planetas, y ello conlleva calcular velocidades y trayectorias que sean adecuadas para un viaje que no se prolongue excesivamente. El problema es que no solo hay que acelerar; luego hay que decelerar al llegar a Marte primero, y luego acelerar y decelerar al llegar a la Tierra. Todo eso requiere combustible (a no ser que se use el freno aerodinámico, algo imposible con Marte), y, cuando se llega a la Tierra, la nave, aunque haya frenado algo, todavía se moverá a una velocidad muy superior a la de la cápsula SpaceX llegando de la Luna, del orden de dos a tres veces. Luego, a mayor velocidad, mayor resistencia, y más calor. Por lo tanto, se requiere un escudo ablativo muy superior. Es física básica.

Ni qué decir tiene que la cápsula Orión no irá sola. Llevará módulos de habitabilidad, y para pruebas y experimentos. Aun así, serán unos nueve meses de ida, y otros tantos de vuelta. ¿Qué hacer durante ese tiempo, cuando no se requiera hacer nada?

Ese es un tema complejo. Ya se ha visto, en varias pruebas, que un viaje así agota la paciencia de hasta el más tranquilo, por no hablar de los conflictos que puedan surgir entre los astronautas. También está el tema del ejercicio, y por supuesto la falta de intimidad.

El sexo será un problema también, y ya se han hecho experimentos de relaciones sexuales en el espacio, aunque eso no lo dirán abiertamente en la NASA. Pero se sabe porque se han llevado matrimonios para las pruebas. Todo muy pulcro. Sexo sí, pero dentro de la rígida normativa moral estadounidense.

Y es algo natural; el sexo es parte integrante del ser humano, y esperar que un grupo de hombres y mujeres se abstengan de sexo durante dos o tres años es una quimera. El problema es, por un lado, si ambas partes tendrán la sintonía para practicar sexo, o si se hará como una parte más de la operativa del vuelo. Y, aunque suene frío, puede ser una posibilidad real.

Otro problema es hacer el amor en gravedad cero. Un poco más de entusiasmo del indicado, y saldrá cada uno volando a toda velocidad, dándose con todo. La famosa ley de acción y reacción de Newton en su versión más apasionada.

Por no hablar del acto sexual en sí, donde habrá que inventar algo para hacerlo posible y evitar este problema. ¿Cuerdas para atarse? ¿Un cinturón que sujete a ambos? ¿Y la intimidad? ¿Delante de los demás, o se corre una cortinita y los demás se ponen un tapón en los oídos?

Algo habrá que inventar. Pero es mejor dejar de lado desde el principio los problemas morales, porque los problemas serán ya muchos sin necesidad de añadir otros temas como la represión sexual. Ese sí sería un problema grave. En la serie de ciencia ficción «Star Trek: Enterprise» se toca este tema creo que de una forma muy acertada.

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¿De verdad hay que mantener algún tipo de relación íntima ahí? Esperemos que al menos incorpore reproductor MP3. En cualquier caso, no es la estancia nupcial que podríamos soñar

Bueno, con más o menos golpes, hemos llegado al planeta rojo. Una vez en Marte, allá los astronautas tendrán mucho trabajo sin duda. Las primeras expediciones serán durísimas, y darán pie a colocar los primeros cimientos de lo que luego será la primera ciudad marciana. Eso llevará décadas, y sin duda las pérdidas de vidas humanas serán prácticamente inevitables. Como en toda conquista, el precio de obtener nuevas metas no será barato, ni fácil, ni divertido. Eso sí: esos nombres, y esos hombres y mujeres, pasarán a la historia. Pero habrá que ver qué precio pagan por ello. Yo ya preveo que será muy grande, tanto a nivel físico, como psicológico. La mayor prueba a la que nunca habrán sido sometidos un grupo de seres humanos.

Así que, como puede verse, y hablando de las dos empresas, SpaceX, y la NASA, se puede decir que las dos cápsulas se complementan muy bien. La cápsula privada Dragon sirve de puente entre la Tierra y la ISS, y luego entre la Tierra, la ISS, y la Luna. Y la cápsula Orión servirá de puente entre la Tierra, la Luna, y Marte. Y también los asteroides,que están cargados de materiales muy valiosos, fácilmente explotables al estar en gravedad casi cero.

A todo esto no hay que olvidar que China tiene también sus intereses en la Luna, y se están preparando para ello. Y no me extrañaría llegar a la Luna, plantar la bandera todopoderosa de los Estados Unidos, darse la vuelta, y encontrar una tienda de todo tipo de oportunidades a un dólar la pieza. O dos. Ojo, parece una broma. Pero China está dispuesta a ser la primera. A plantar su bandera. Y a decir, «de aquí para allá, esto es mío».

De eso hablaremos otro día. De momento, feliz viaje espacial. Y no lo olvide: los marcianos no existen, pero existirán en el futuro; seremos nosotros.


P.D.: por cierto, mucha gente dice que eso de ir a Marte es una tontería. Ahora imaginemos que hay una pequeña ciudad en Marte. Y que, de pronto, se anuncia que llega un asteroide que colisionará con la Tierra, destruyéndola. Pero hay dispuestas algunas naves para ir a Marte. ¿Se apuntarían? ¿O seguirían creyendo que es una tontería?

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Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

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