Hoy traigo a este pequeño blog un ejemplo más de cómo el ser humano busca respuestas donde nunca la encontrará. Busca respuestas en los posos del café, en las entrañas de las aves, en la líneas de las manos, en las cartas del tarot. Respuestas que nunca llegan, o llegan cuando es demasiado tarde. Ahora, el ser humano busca crear una nueva entidad que responda a sus preguntas más básicas: ¿quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Existe Dios? ¿Qué es la vida? ¿Existe vida tras la vida?
En ese sentido, ahora esas respuestas queremos que lleguen de esa entidad nueva que hemos creado, llamada Inteligencia Artificial, y que es, desde cualquier punto de vista, un ejemplo claro de nuestras limitaciones. Dios era Luz, y, visto que no han llegado las respuestas, buscamos nuevas respuestas en la nueva consciencia creada por nosotros mismos. Como si pudiéramos crear la entidad definitiva que responda a esas preguntas que nunca hemos podido contestar. Hablaré aquí de ello, y pondré un ejemplo claro y directo.

El mundo de la robótica y la androica avanza imparable. La ventaja de disponer robots y androides antropomorfos es que no deben adaptarse a este mundo; ya nacen perfectamente equipados para moverse e interactuar con la humanidad y con los objetos que la humanidad ha creado para sí misma.
Los robots y androides se van a clasificar, ya se están clasificando, en dos grupos principales:
- Robots y androides de trabajo. Son aquellos orientados especialmente para las empresas, ejércitos, etc. Lo importante en estos casos es que cumplan su trabajo. No necesitan una IA que se pregunte por su existencia, sino una que obedezca ciegamente las órdenes. Al fin y al cabo, se les pide lo mismo que a la mayoría de trabajadores: que hagan su trabajo sin preguntar y sin quejarse. Solo que los robots y androides no piden aumento de sueldo, ni conciliar la vida laboral y la personal, entre otras cosas porque no tienen vida personal.
- Robots y androides para interacción humana: son aquellos diseñados específicamente para interactuar y ayudar a personas de forma personal. Por ejemplo, en Japón ya se están usando para hacer compañía y ayudar a los ancianos. La población envejece rápidamente, y harán falta miles de asistentes. También son esos robots para realizar tareas sociales, gestionar la actividad de los niños ayudándoles con los deberes, sin olvidar los androides sexuales para placer, que ya comienzan a verse en sus primeros modelos. Y androides de compañía, que serán una combinación de los anteriores. Con ellos se podrán mantener relaciones sexuales, pero también salir, pasear, y explicarle los problemas personales sin que nunca haya rechazo, o el clásico «cariño, estoy muy cansado/cansada, mañana te prometo que hablaremos de ello». No. Estarán ahí, en cualquier momento, y siempre tendrán una sonrisa para nosotros. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?
Este vídeo de arriba muestra al tipo de robot preparado para cualquier tarea. Atlas se mueve como un ser humano, pero no es humano. Sus posibilidades industriales son casi infinitas. Y militares también claro. Un ejército formado por estos robots con blindaje pueden ganar guerras con el mando a distancia desde casa mientras vemos un capítulo de nuestra serie favorita.
Un ejemplo fantástico de cómo el ser humano busca respuestas, y cómo pone su fe y su alma, y sus problemas más internos y espirituales por encima de todo, es este vídeo que traigo a continuación. Sophia es un androide de un diseño muy moderno, con una IA capaz de entender y procesar una gran cantidad de expresiones. Se puede mantener una conversación con ella, de tal forma que puede parecer que hay una entidad consciente detrás.
Y, una vez delante de Sophia, ¿qué le pregunta la gente? ¿Por su trabajo? ¿Por su futuro, al estilo de los adivinos? No. La gente pregunta cuestiones básicas que atañen a los aspectos más profundos de la humanidad: quién es Dios, qué es la vida, si hay vida después de la muerte… Preguntas que nos hemos hecho durante milenios, y que no hemos podido contestar.
Ahora esperamos que una máquina, que una entidad consciente externa inteligente, pueda contestar esas preguntas que nosotros no hemos podido contestar. Pero, dado que esa entidad, ese androide, se ha creado con las premisas y el conocimiento de la humanidad, no puede, ni nunca podrá, contestar esas preguntas. Porque, para poder contestarlas, primero tendríamos que dotar a esa entidad con las respuestas que no tenemos.
La verdad es que, desde el punto de vista antropológico, parece curioso, y bastante patético, lo digo con toda sinceridad, ver a un grupo de humanos preguntando sobre filosofía y teología a una máquina que ellos mismos han construido. Las respuestas que obtendremos serán solo el reflejo de nuestra incompetencia a la hora de alcanzar alguna conclusión sobre aquellas.
En el vídeo queda claro que, ante preguntas complejas sobre la identidad del ser humano, sobre la vida, etc, el androide solo responde vaguedades y cosas absurdas. ¿Alguien esperaba otro resultado? Claro que no, a no ser que esté expresamente programada para ello. Es, en definitiva, un simple pedazo de metal y circuitos sin vida, sin sentimientos, y, muy importante, sin criterio. Y nadie podrá cambiar eso. Al menos, en un muy largo plazo de tiempo.
¿Podremos algún día crear seres realmente conscientes? No lo sé. Personalmente tengo grandes dudas. Ya he comentado alguna vez que primero tenemos que entender cómo funciona el cerebro humano, para poder reproducir su capacidad de generar una entidad consciente en un entorno externo.
Quizás entonces esa entidad pueda ir más allá de la programación original, crear sus propias respuestas, y llegar a sus propias conclusiones. Otra cosa es que compartan con nosotros esas respuestas.
Porque, si son inteligentes, quizás comprendan que es mejor que no alcancemos a entender ciertas cosas, no sea que las respuestas no nos satisfagan. Uno de los mayores pecados del ser humano es encontrar una respuesta a una pregunta, e ignorarla porque no le gusta, inventando otra respuesta, más cómoda, y enteramente falsa.
Quizás podríamos alcanzar a Dios si dejásemos de lado toda la parafernalia de mentiras con las que nos hemos rodeado durante los últimos cien mil años. Entonces habría una posibilidad de encontrar la verdad, por dura y fría que sea, reconocerla, aceptarla, y vivir con ella. Y entonces sí, podríamos hacer preguntas con sentido.
Porque, si queremos tener una respuesta lógica y coherente a una pregunta, deberemos empezar por entender que esa pregunta también deberá ser lógica y coherente. Solo así nos encontraremos en el camino del aprendizaje real. Que lleguemos un día a ese punto está por verse.
Personalmente tengo muchas dudas. Quizás, demasiadas dudas.
Un comentario en “Androides: y el Verbo se hizo acero”
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