El libro de la ciencia se reescribe cada día

La frase de la semana nos la trae Carl Sagan:

«El estudio del universo es un viaje para autodescubrirnos».

Debemos observar esta frase en todas sus dimensiones, nunca mejor dicho. Estudiar el universo, su naturaleza, su origen, su estructura, su destino, es un viaje de autodescubrimiento. Cuanto más conocemos del universo, más aprendemos sobre nosotros mismos. La razón es, por supuesto, muy sencilla: nosotros somos parte del universo. Cuanto más conocemos sobre todo lo que nos rodea, más conocemos de nuestra propia existencia y naturaleza.

El ser humano ha tratado de explicar el universo en libros escritos hace siglos o milenios, que explicaban mediante mitos y leyendas la naturaleza humana. Estos libros son rígidos, inamovibles, y leerlos no nos brinda los secretos del cosmos. Al contrario, nos inducen a creer ideas que ya sabemos son obsoletas desde hace décadas. Y lo sabemos gracias al avance de la ciencia.

Nadie niega la fe de un ser humano. Pero todos debemos entender que la fe no nos va a permitir conocer la naturaleza del universo. Debemos por tanto concluir que deberemos escribir otros libros, que nos enseñen los secretos del cosmos. Y de ahí la frase:

«El libro de la fe se escribió una vez y para siempre. El libro de la ciencia se reescribe cada día».

Carl Sagan
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Androides: y el Verbo se hizo acero

Hoy traigo a este pequeño blog un ejemplo más de cómo el ser humano busca respuestas donde nunca la encontrará. Busca respuestas en los posos del café, en las entrañas de las aves, en la líneas de las manos, en las cartas del tarot. Respuestas que nunca llegan, o llegan cuando es demasiado tarde. Ahora, el ser humano busca crear una nueva entidad que responda a sus preguntas más básicas: ¿quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Existe Dios? ¿Qué es la vida? ¿Existe vida tras la vida?

En ese sentido, ahora esas respuestas queremos que lleguen de esa entidad nueva que hemos creado, llamada Inteligencia Artificial, y que es, desde cualquier punto de vista, un ejemplo claro de nuestras limitaciones. Dios era Luz, y, visto que no han llegado las respuestas, buscamos nuevas respuestas en la nueva consciencia creada por nosotros mismos. Como si pudiéramos crear la entidad definitiva que responda a esas preguntas que nunca hemos podido contestar. Hablaré aquí de ello, y pondré un ejemplo claro y directo.

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Si no hemos podido alcanzar a Dios con la fe, quizás podamos alcanzarlo a través de la IA, y con una nueva conciencia artificial, más pura y libre de los pecados del ser humano

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Constantine. El demonio ya no es lo que era

«Dios le paga un sueldo a Satán» (Joaquín Sabina).

Un día, el demonio, que era el ángel predilecto de Dios, se levantó contra Él. Dios pudo haberlo destruido. Pero lo apartó a un lugar de fuego y azufre. Y comenzó un juego entre ambos que dura desde el principio de los tiempos. El juego es sencillo: «solo influencia. Nada de entrar en este mundo. Y a ver quién gana».

Esa es, básicamente, la esencia de «Constantine«, película de 2005 que nos habla de que los ángeles y demonios están entre nosotros sin que los veamos. Pero es mentira: yo he visto muchos. Desgraciadamente, casi siempre han sido demonios. ¿Dónde se meten los buenos cuando los necesitamos?

Pero vamos con el tema. Leía recientemente que se desarrolla un sínodo de la iglesia sobre los ritos y métodos para exorcizar a poseídos. Al parecer la humanidad está abandonando a Dios, y el demonio aprovecha la ocasión para hacer su agosto con las almas de los desprevenidos ateos, que caen en sus tentaciones, y venden sus almas por una consola de videojuegos, una noche imaginaria con su estrella soñada, o un polvoriento ajuste de cuentas contra aquel individuo que nos traicionó el corazón.

El fuego del infierno es más dulce, y duele menos, cuando nuestra sed de venganza ha sido saciada.

Es increíble que, en pleno siglo XXI, estemos todavía peleando con la obsesión de Ángeles y demonios que controlan el mundo. Siendo la Tierra un simple planeta perdido en el medio de un vacío eterno y gigantesco, ¿qué necesidad tienen los Inmortales de molestarse por unas simples criaturas, cuya efímera existencia se pierde en un instante? Hombres, mujeres, y el mismo planeta, son solo un instante en la eternidad oscura del universo. Un Dios pestañea, y aparece la Tierra. Pestañea de nuevo, y la Tierra es polvo y fuego.

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Keanu Reeves y Rachel Weisz en una escena de «Constantine»

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