Cuando le alegran a uno el día

Siempre es agradable que alaben el trabajo de uno, y no nos engañemos: los escritores, como todos los creativos, queremos respuestas positivas de nuestro trabajo. Yo no soy una excepción, ni peco de falsa modestia. Busco siempre el equilibrio entre el entusiasmo y la depresión, algo muy difícil en el mundo del arte. Los creativos somos muchas veces bipolares, y yo me incluyo por supuesto. Y difíciles, y también me incluyo en esa lista.

Soy, sencillamente, un apasionado de la literatura, que escribe con la pasión de contar historias que sean interesantes y amenas. Escribo para los demás. El lector es mi objetivo.

Por supuesto, también recibo comentarios negativos, cómo no, y menos mal, porque si no fuese así, algo raro pasaría. No todos son comentarios de familiares o amigos, tengo incluso algún lector desconocido. Y siempre procuro analizar esos comentarios negativos que, si son con ánimo constructivo, permiten reflexionar sobre los errores cometidos, para intentar evitarlos en el futuro. Es imposible evitar todos los errores, y cada nuevo libro es un borrón y cuenta nueva. Y no me dejo llevar por comentarios con ánimo de hacer daño. Son pocos, pero existen.

Al final, como todo en la vida, el equilibrio es lo importante. Sentirse orgulloso de tu trabajo, sí. Creerte Dios por ello, nunca. Aceptar críticas, siempre. Reconocer las sinceras de las que solo buscan dañar, es algo muy difícil a veces, pero seamos sinceros; sabemos cuándo nos tocan el punto débil. Sentirse deprimido, nunca. Ni somos dioses, ni somos gusanos.

Yo no tengo muchos lectores, pero tengo la suerte de que  los que tengo son en su gran mayoría sinceros y muy claros. No tienen nada que perder criticándome, y yo tengo mucho que ganar leyendo sus críticas. Quizás por eso, al no ser un escritor conocido, el lector que por casualidad lee  un libro que he escrito me dice lo que le sale del corazón. Y eso vale oro.

Cada palabra de ánimo es como llenar el depósito de gasolina del entusiasmo. Con esa gasolina espero llenar muchos libros. Muchas gracias.

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Nuevo comentario de «La leyenda de Darwan»

Siempre se suele hablar que el éxito de un escritor reside en las ventas y la popularidad de sus obras. Es cierto que es así como funciona el mundo: dinero y fama. También es cierto que a casi nadie le molesta obtener dinero y fama.

Pero no podemos olvidar un aspecto muy importante de la literatura: son muy pocos, realmente muy pocos, los que, gracias a sus libros, van a poder vivir de la literatura. En general, la inmensa mayoría de escritores pasaremos por el mundo literario con pocas o ninguna ventas, con pocos lectores, y sin duda, sin ninguna mención en los libros de la literatura. Observo siempre asombrado cómo mucha gente se enfada cuando ven que sus libros, tras ser presentados, son rápidamente olvidados, cuando no enterrados directamente en el mar de nuevas obras que se presentan constantemente.

Ante esa situación, ¿qué nos queda como escritores? Algo muy, muy importante, realmente fundamental. Nos queda la savia de la literatura, el arjé, el principio básico de todo escritor: los lectores.

Y es que, ante el ansia de ser famosos, de ser conocidos, de vender millones de libros, de firmar autógrafos mientras las masas se arremolinan a nuestro alrededor, nos olvidamos de lo esencial: los comentarios de los lectores. Lectores sinceros, que escriben desde el corazón, que se expresan con total libertad, que no son la madre, el hermano, la pareja. Gente que pueden ser del otro extremo del mundo, y que, gracias a Internet, lee nuestro libro, y expresa las emociones que le ha provocado nuestra obra.

Yo, en ese sentido, y lo digo con total sinceridad, no puedo sino sentirme plenamente satisfecho. La trilogía de «La leyenda de Darwan» fue número 1 en la red literaria Entreescritores, y ahora que vuelve a estar disponible, vuelven los comentarios sobre la obra. Y, sinceramente, no puedo sentirme más satisfecho. Llegar a casa, encontrar un correo, y ver que alguien, al que no conoces de nada, te dice cosas como las que se adjuntan aquí, eso no tiene precio. Ni un millón de ventas pueden igualar un solo comentario como el que han dedicado a trilogía lectores como José.

Terminaré de escribir, y me iré de este mundo en silencio, como he hecho siempre. Pero me iré satisfecho, porque he conseguido llegar a pocas personas. Pero he llegado al corazón de esas personas. Ese es el mérito que estimo debe tener un escritor cuando escribe una obra. Y, en ese sentido, el objetivo está cumplido. Y ha merecido la pena. Sin ninguna duda. Muchas gracias José, por tus palabras.

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Extracto de «La ira de Freyja», segunda parte de «La leyenda de Darwan»

De pronto, Dituba tuvo una extraña sensación; el tiempo pareció detenerse en su mente.

Era el último de su especie.

Fue un momento. Un momento que pareció eterno, y en la que recordó la historia de su mundo, de su civilización y de sus logros a lo largo de miles de años… Un momento hasta que la primera sombra de la luz oscura comenzó a llegar hacia él. Recordó los miles y miles de años de historia de su pueblo. Cómo se desarrolló desde especies inferiores acuáticas, cómo lograron controlar el mar, cómo crearon sus primeras herramientas, el lenguaje, las primeras ciudades, los primeros documentos escritos, el nacimiento de la cultura, del arte, los sueños de toda una especie…

Toda una civilización. Miles de lenguas, millones de seres, muchos millones de sueños truncados… Todo quedaba borrado, desintegrado, por aquella brutal y monstruosa luz oscura. Por la Muerte Negra.

Maldijo a los humanos y a sus descendientes. Maldijo su nacimiento, maldijo su origen, y maldijo cada átomo de ellos. Maldijo al universo, y maldijo a sus dioses, que no les habían protegido. ¿Dónde estaba Narukke, Dios de los mares y protector de su pueblo? ¿Dónde estaban aquellos que proclamaban que la ira de los dioses caería como fuego y sangre sobre sus enemigos? Y, por último, y una vez más, rogó a sus dioses que dieran caza incansable a esa raza violenta para que les confiriera la peor de las muertes.

Finalmente, llegó, hasta él, la luz oscura. Una luz tenue, suave, delicada. De pronto, no tuvo miedo. Sintió una gran paz interior. De repente, no importaba nada. La muerte venía a recibirle, y él la aceptaría, y se fundiría para siempre con su planeta, con su universo, que tanto había amado.

Y cantó. Un canto profundo se transmitió por el agua. El mismo canto que convocara a sus ancestros para iniciar el viaje anual a miles de kilómetros de distancia para el apareamiento y la celebración de la vida. Cantó por última vez, el canto que durante miles de años llamaba a la paz y la concordia. El canto que celebraba el nacimiento de un nuevo día. El último día de su especie. El último aliento de vida que mostraría para siempre su mundo, olvidado luego, convertido en cenizas, y transformado en un mito de la historia. En una leyenda perdida de un pueblo perdido de la Galaxia.

Mientras cantaba, notó cómo su cuerpo desaparecía. Era casi mágico. Sentía cómo se fundía en un vacío inmenso de nada. Una mezcla de partículas, que antes formaban parte de su cuerpo y del mar que le rodeaba. Era una extraña sensación de fundirse con el mar. Un último regalo de la vida: unirse a lo que más amaba.

Tuvo un último pensamiento: que algún día, de alguna forma, la muerte de su especie fuera vengada. Con ese pensamiento se desintegró finalmente, convertido en partículas simples dispersas por la superficie del planeta. Nunca sabría qué resultado tendría su sentimiento de venganza, y de ira. Nunca.

El eco de su canto se transmitió por el mar. Pero ya nadie podía oírlo. No quedaba nadie para escuchar la última voz de un pueblo condenado. Desde ese momento, sólo el gemir de las olas barrería los mares y las costas.

El silencio dio paso al vacío. Y el vacío, al fin de una civilización. Millones de seres condenados. No hubo canciones que cantaran el último amanecer. Ni hubo ofrendas a los dioses. Ni hubo héroes que pudieran forjar una leyenda para ser narrada a los jóvenes guerreros. Solo un mar muerto, un planeta muerto, y el último día de la historia de un pueblo…

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Edición en papel de «Operación Folkvangr»

Tras casi 3.000 descargas totales registradas de «Operación Fólkvangr» en distintas webs, ahora está ya realizada la firma del contrato con una editorial para la publicación de esta novela en papel, la cual estará disponible en unas semanas.

Agradecer a todos los lectores el gran apoyo y entusiasmo que ha generado esta obra, y espero que la versión en papel sea motivo de disfrute de un nuevo grupo de lectores amantes de la ciencia ficción. Por mi parte, es un sueño cumplido. Muchas gracias a todos.

Vuelve a estar disponible «La leyenda de Darwan»

La trilogía completa vuelve a estar disponible en Amazon por fin. Ha sido un año aciago y difícil, pero hoy puedo anunciar que la trilogía con la que da comienzo la saga Aesir-Vanir puede ser adquirida en formato digital y papel en Amazon. La verdad es que es un motivo de alegría, y espero que los lectores que me han preguntado por cómo conseguir la obra (de forma legal) puedan ver satisfecho su interés. Muchísimas gracias a todos.

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Aspectos del desarrollo de Sandra

Si hay que establecer una frontera en el desarrollo de Sandra, esa es, sin ninguna duda, «Las entrañas de Nidavellir». Antes de estos hechos, Sandra es básicamente una androide muy sofisticada, capaz de cosas que ningún otro androide es capaz de hacer, o de sentir, por algún motivo desconocido para ella.

Pero en estos dos libros, los sucesos son de un peso tal, y de unas consecuencias tan graves, que ella cambiará para siempre, y quedará lista para que, en los próximos siglos, acontezcan los hechos de «La insurrección de los Einherjar».

Estaba estos días luchando sobre un aspecto crucial de la segunda parte de «Las entrañas de Nidavellir». Esta mañana he podido desarrollar la solución a un aspecto clave de este libro, y ello me va a permitir trabajar al menos al menos con algo más de tranquilidad y planificación.

Claro que, en mi vida, hablar de tranquilidad, y planificación, es algo que raya, sin ninguna duda, la ciencia ficción.

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Sandra. Las entrañas de Nidavellir. Saga Aesir-Vanir.

El destino de Sandra en Promakhos

La segunda parte de «Las entrañas de Nidavellir» tendrá como subtítulo «Promakhos». Este era uno de los nombres que recibía la diosa Atenea, que significa, literalmente «la que está al frente», al frente, se entiende, de la batalla.

Sandra, tras los sucesos de la primera parte, se verá envuelta en una situación inimaginable para ella, que dará un vuelco a su historia, a su vida, y a su futuro. Unos sucesos que la cambiarán para siempre, y que decidirán el destino de la Tierra. En dos mundos. En dos guerras. Y en un destino que está escrito en las estrellas.

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