Seguimos con la ronda de reflexiones para publicar un libro en unas condiciones adecuadas, y para hablar de esa cosa que se llama «triunfar». Lo que se debe hacer se resume en un solo concepto: perseverar.
No es ninguna broma. La perseverancia es la que te puede llevar a triunfar, en cualquier aspecto de la vida. Por supuesto, también hay que aprender a retirarse a tiempo. Pero no debe uno dar media vuelta cuando hay señales que indican que el trabajo está dando sus frutos, incluso si son aparentemente escasos, cuando escalas peldaños, aunque sean muy pequeños. ¿Un nuevo lector? ¿Una nueva descarga? Son motivos suficientes para perseverar. Pueden llegar con cuentagotas, pero aunque una gota no llena un mar, te acerca al océano un poco más.
De todas formas, perseverar debe ser algo que tiene un límite por supuesto. Cuando se ve que las oportunidades y las sensaciones de que lo que hacemos ni tiene un espacio, ni lo va a tener, y eso es recurrente en el tiempo, lo mejor es dejarlo. El problema es que eso es fácil decirlo, muy difícil hacerlo. Van Gogh pintó toda su vida, y triunfó al final. Eso sí, tuvo que morirse. Algo que ocurre con demasiada frecuencia. La gente suele admirar a artistas anónimos, con poca o nula fama, pero esa misma gente no suele comentar ni apoyar a ese artista hasta que este se muere. La frase «qué gran artista ERA» se escucha en demasiadas ocasiones. Pero en fin, ese tema lo trataremos otro día.
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