Hace un mes hablé del lanzamiento del telescopio James Webb a una órbita alrededor del punto Lagrange L2, situado a 1,5 millones kilómetros de la Tierra. Puede parecer mucho, pero está a un paso de la Tierra.
Eso sí, esa distancia le permite al telescopio poder observar el universo de una forma mucho más eficiente que el Hubble. Teniendo además unos espejos que, sumados, conforman una superficie mucho mayor que la del Hubble, y teniendo en cuenta los avances y el campo electromagnético que va a observar el James Webb, básicamente el infrarrojo y una parte de la luz visible, podemos decir que este telescopio nos puede deparar grandes descubrimientos.
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