Tres guitarras para llenar el mundo de paz

Una de las cosas que más me sorprende de la música actual es la obsesión por la tecnología. Hay excepciones, pero los grandes grupos y musicales en directo deben tener láseres, computadoras, efectos especiales, control del tono de voz… Eso no es música; eso es un programa informático que reproduce algo que muchas veces podría recordar a una composición musical.

Yo estoy viejo, y por supuesto siempre he sido enemigo de toda esta parafernalia tecnológica que nos invade cada vez más. No digo que no pueda complementar, pero nunca deberá sustituir, al artista. ¿Y qué puede ser más real que tres músicos, con tres guitarras, llenando un concierto durante dos horas y media de música real, auténtica, pura, y llena de pasión y arte?

Crosby, Stills, Nash & Neil Young
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Linda y la relatividad de las edades

En la entrada musical de hoy quiero traer a este pequeño blog perdido de la galaxia a una artista increíble: Linda Ronstadt, una cantante estadounidense nacida en Tucson, Arizona, que lleva en su caja de éxitos 13 Grammys, y un sinfín de nominaciones al Grammy, además de muchos otros premios, con más de siete millones de álbumes vendidos, y seis discos de platino.

Conocí a esta fenomenal artista mientras cursaba mis estudios de COU, que era como entonces se llamaba al curso anterior a la entrada en la universidad. Como dato curioso, hice un COU de letras puras. Luego me puse a estudiar informática. Lo normal, como todo el mundo.

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Portada del primer álbum que tuve de Linda Ronstadt

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Solo cenizas lanzadas por el viento al cosmos

Es miércoles musical, que llevaba tiempo sin atender esta meta.

Si algo aprendí de la generación del 98, y de libros como «El árbol de la ciencia» de Pío Baroja, o «San Manuel bueno, mártir» de Miguel de Unamuno, es que la religión puede explicarme lo que quiera, y prometerme lo que quiera. Sin embargo, fue el existencialismo, más que cualquier materia científica, el que me ayudó a comprender que somos un momento en la historia del universo. Y me enseñó a aceptarlo, con todas sus consecuencias. Ese es el primer paso, que no el último, para alcanzar la sabiduría.

Porque entender nuestro sitio en el universo, y nuestra naturaleza real, es la base para luego poder comprender todo lo demás. Si empezamos por no aceptar nuestro sitio en el universo, difícilmente podremos aceptar el sitio que ocupan los demás elementos de la vida, de la naturaleza, de la galaxia, y de todo cuanto nos rodea.

A veces bromeo con mi hermana, diciéndole que, el día que me jubile, buscaré la motosierra más potente, y partiré el maldito ordenador en mil trozos, para lanzarlos a un contenedor, viendo cómo se lo lleva el camión de la basura. Llevo demasiados años delante de una pantalla.

Pero eso es solo una fantasía.

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Escritores, maremotos constantes de tensión, pasión, depresión y tormento, sueños y pesadillas de las que nacen nuestras leyendas, nuestros textos

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Crosby, Stills & Nash en estado puro

El otro día comentaba cómo la música en directo, sin filtros, sin efectos, sin informática, es la que prefiero. Música que nace y se expresa tal cual es, sin aditamentos, sin añadidos artificiales. Porque un artista lo es cuando se expresa puro, desnudo, en el escenario. En comunión directa con los espectadores. Puse un ejemplo con Sheryl Crow.

Hoy me gustaría traer aquí otro ejemplo, de un grupo que quiero y admiro desde hace demasiados años: Crosby, Stills & Nash, un trío de música de folk rock de un estilo puro y directo. En ocasiones otro grande, Neil Young, se ha unido a ellos en algunos conciertos y discos.

Llenar un concierto de dos horas de tres guitarras y tres voces. Nada más. Hay que ser bueno, realmente bueno, para mantener la pasión y la tensión musical con solo tres guitarras y tres voces. Pero ellos lo consiguen con una calidad desbordante y absoluta.

No estoy en contra de los efectos y las luces, pero creo que eso forma más parte de un espectáculo que de música. Para mí, y es mi personal opinión, música es poner a un músico delante de un escenario, con su guitarra como en este caso, y hacer que el público vibre durante una hora o dos horas. Lo demás, bueno, aditamentos, que están bien. Pero a mí denme la máxima pureza por favor. No quiero trucos ni engaños. Ni en la música, ni en la vida. Disfruten de Crosby, Stills & Nash.

 

Quien pudiera guardar la vida en una botella

Empezamos la primera entrada del año 2018 con un poco de música, y también con nostalgia, en este frío día de enero en mi pueblo (marcan 22 grados en este momento).

Esta canción de mi juventud está interpretada por Jim Croce, se titula «Time in a bottle» (el tiempo en una botella) y nos trae una maravillosa idea que supongo todos hemos tenido, de poder guardar esos maravillosos momentos de la vida, los pocos que muchas veces suceden, en una botella, para luego disfrutarlos en cualquier momento.

La vida son momentos, y los buenos merece la pena recordarlos con ilusión y cariño. Tampoco debemos aferrarnos a los recuerdos, porque los recuerdos que nos llevan al pasado, olvidando el presente, e ignorando el futuro, son cadenas que nos atan a la melancolía, y al sufrimiento.

La canción está en inglés, pero con subtítulos en español para que quien no conozca la lengua de Shakespeare pueda disfrutar plenamente de su mensaje, que merece la pena, sin ninguna duda. Un abrazo, y gracias por estar ahí.