Espectacular trailer de «Figuras ocultas»

Nota: película ya vista. Muy buena. Análisis y reflexión en este enlace.

Mujeres. Negras. Y a principios de los años sesenta del siglo XX. ¿Qué se puede esperar de esa combinación? Nada bueno por supuesto. ¿Y si añadimos que esas mujeres negras son además unas capacitadas matemáticas, capaces de calcular trayectorias de las primeras naves espaciales?

La respuesta es evidente: ante algo así, podemos esperar racismo, incomprensión, y desprecio. Eso es lo que tuvieron que aguantar varias mujeres negras que trabajaron en la NASA a principios de la era espacial. Su labor: calcular las trayectorias y otros datos de las naves Mercury. Su culpa: ser mujeres, y ser negras. Una combinación insoportable para muchas personas.

Aquellas mujeres fueron el revulsivo que necesitaba la NASA para llevar a cabo cálculos que las computadoras de la época no eran capaces de resolver. Recordemos que la informática justo comenzaba a dar sus primeros pasos a escala industrial.

De eso trata la película «Figuras ocultas» (Hidden figures). Narra la historia de tres de esas mujeres, que nunca hasta ahora habían tenido el reconocimiento que muy merecidamente se debían de haber ganado hace décadas. Esta película trata de traer al presente su recuerdo, su trabajo, y su lucha por la igualdad de derechos.

El trailer me ha encantado. Y espero ver la película en su estreno para la correspondiente crítica. De momento, emocionado de ver que, de vez en cuando, aquellas personas olvidadas por su color o su sexo son por fin tenidas en cuenta. Ya iba siendo hora, después de tantas décadas en el olvido.

Muere John Glenn, pero no su legado

Los amantes de la aeronáutica y la astronáutica hemos perdido a un icono: John Glenn, el primer norteamericano que orbitó la Tierra en una cápsula. No el primer hombre; ese título lo ostenta el ruso Yuri Gagarin.

Glenn fue uno de los siete primeros astronautas de la historia de la NASA, que había nacido en 1958 sustituyendo a la NACA, una agencia anterior. Estos siete hombres eran pilotos de la Fuerza Aérea y de la Marina de los Estados Unidos, y prefiguraron el futuro de los viajes espaciales con el proyecto Mercury. Glenn fue al espacio a bordo de la cápsula “Friendship 7”, en honor a los siete pilotos elegidos para aquellas primeras misiones.

Existe una película, “The right stuff”, que en España se tradujo como “Elegidos para la gloria” que narra muy bien aquellos años cincuenta y principios de los sesenta, con esos pilotos de prueba que literalmente se jugaban la vida en cada vuelo experimental. Rusos y americanos abrieron las fronteras a un nuevo mundo: el del espacio exterior, en una carrera que terminó con la llegada del Apolo XI a la Luna. Actualmente, vivimos otra carrera incipiente que sin duda va a dar mucho de qué hablar: la carrera por Marte.

John Glenn fue de nuevo al espacio en 1998, en uno de los transbordadores de la NASA, para estudiar los efectos de la ingravidez y el viaje espacial en un hombre de edad avanzada. No se cortó ni un momento cuando, a sus setenta y siete años, le propusieron volver al espacio. Se enfundó el traje y viajó sin ningún problema. Personalmente creo que es admirable.

Aquellos primeros años de la NASA abrieron una multitud de fronteras, no solo en el espacio, sino en la tecnología y en las ciencias de la Tierra. Gracias a la investigación en el espacio podemos estudiar y ser conscientes de miles de problemas que afectan a nuestro planeta. Gracias a estudiar nuestro mundo desde fuera, podemos verlo en su conjunto y analizar mucho mejor sus problemas. Y gracias a viajar a otros mundos, como Marte, o Venus, podemos entender mejor el nuestro. Gracias a la investigación médica en los astronautas se han desarrollado multitud de tecnologías sanitarias que redundan en nuestro beneficio.

Y gracias al espacio, nuestra mente ha ampliado fronteras, y hemos visto más y más lejos de lo que nunca antes el ser humano había visto. Hombres como John Glenn se jugaron la vida, literalmente, para abrir esas nuevas fronteras. Cuando estemos en casa, con todas las tecnologías y comodidades que hoy disfrutamos, debemos recordar que la NASA, y hombres como Glenn, abrieron nuevas posibilidades. Sí, había un poso de militarismo en todo ello, no lo dudo. Y patriotismo, es verdad. Pero lo que nos queda es el legado científico y tecnológico.

La inversión en el espacio no es tirar el dinero. Al contrario, abre nuevos caminos a todos los niveles: científico, tecnológico, y social. Por eso creo que merece la pena recordar a aquellos hombres, y a John Glenn, que fueron los precursores de un nuevo mundo. Un mundo que, sin ellos, hoy no existiría. Muchos quieren seguir en la Edad Media, quieren volver al pasado. Que se queden ellos con el pasado. Yo ya he estado en el pasado. Solo los secretos del futuro me interesan, y solo a ellos me debo.

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Submarino de la NASA para Titán

Titán, la luna de Saturno, es un cuerpo espacial con características muy interesantes. No solo desde el punto de vista científico, especialmente su geología, su densa atmósfera, y sus mares de metano; también el hecho de que esos mares pudieran albergar algún tipo de vida.

Titán es una especie de minitierra primigenia, que se conserva en lo que fue el estado original de nuestro planeta. Solo por eso la gran cantidad de cosas que podríamos aprender de ese mundo y del nuestro son inimaginables. Y la NASA ha considerado que, además de estudiar su superficie, merece la pena pensar en estudiar sus mares, especialmente el enorme lago Kraken, con una profundidad y tamaño suficientes como para enviar un submarino.

Sí. Aunque suene a ciencia ficción, y de hecho es ciencia ficción, la NASA planea, en un futuro todavía lejano por supuesto, mandar un submarino a Titán. Eso permitiría conocer el interior de tan impresionante mundo, y estudiar si existe algún tipo de vida microscópica en algún hábitat dentro del océano de metano.

Titán contiene además la mayor concentración de hidrocarburos de todo el sistema solar, y es evidente que una empresa minera podría organizar un lucrativo negocio con esos hidrocarburos. Incluso aunque se sustituya la gasolina por otras fuentes de energía, los hidrocarburos, como bien saben los químicos, tienen infinidad de aplicaciones en la industria y en la vida diaria. El acceso a esos hidrocarburos permitiría mantener toda una gigantesca industria durante cientos o miles de años, hasta encontrar algo mejor claro.

Supongo que es de esperar que con estos datos algún escritor de ciencia ficción se motive a escribir alguna historia basada en ese satélite de Saturno, y nos hable de aguerridos mineros y duros jefes de empresas ambiciosos, capaces de cualquier cosa por el control del poder.

Pero mientras esa ficción se convierte en realidad, lo cierto es que Titán promete mostrar sus secretos a los intrépidos que lleguen allá primero, y beneficios a quienes exploten esos secretos. Si a eso añadimos el submarino para hacer turismo, solo falta el spa de metano para tener cubierta una estancia de una semana para los mejores empleados de la empresa y sus familias con todos los gastos pagados. Fabuloso ¿verdad?

Donald Trump, la gran oportunidad de China y Rusia

La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos no es solo un enorme varapalo para la ciencia y la investigación y el progreso en Estados Unidos. Además de los problemas raciales y xenófobos que supone, y el gigantesco conflicto de intereses comerciales nacionales e internacionales a los que va a someter a su país, tener a una persona ignorante en cualquier aspecto científico, e incluso beligerante con la ciencia, puede permitir que otros países, especialmente China y Rusia, se aproximen, cuando no adelanten a Estados Unidos, en un aspecto que marcará las próximas tres décadas: la conquista del espacio. Si no se hace por evitarlo, Estados Unidos perderá gran parte, sino todas, sus oportunidades.

Veámoslo: Trump es el clásico neoconservador ignorante que ha olvidado las amargas experiencias que su país, y su partido, tuvieron que aprender en los años 30, cuando promulgaban ideas proteccionistas y tenían como lema el famoso “America first”. En aquellos años los conservadores del partido republicano abogaban por una política de no actuación sobre la guerra europea, y de no dar soporte a Reino Unido en su lucha contra Alemania. Roosevelt era consciente no solo de ese error, sino del hecho de que Estados Unidos se vería implicada en la guerra en cualquier momento, y que era cuestión de tiempo que el imperio japonés comenzara una guerra por el control del Pacífico. Incluso después de Pearl Harbor algunos quisieron seguir con esa política, cuando ya era evidente que Estados Unidos estaba implicada en la guerra.

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Vector de lanzamiento CZ-5 de China

 

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China y la conquista del sistema solar

A lo largo de la historia, siempre ha existido un país, imperio, reino, o como queramos llamarlo, que ha dominado sobre los demás. Desde el fin de la segunda guerra mundial ese país dominador es Estados Unidos. Junto a la extinta Unión Soviética, ambos países dominaban gran parte del mundo en los aspectos económicos, políticos, sociales, y militares.

Actualmente Rusia, por mucho que insista el señor Putin, no es lo que fue. Precisamente Putin quiere volver a darle a su nación el poder que se perdió en los noventa, aunque de momento sus actuaciones se centran en hacer volar algunos aviones o barcos por Europa, causando un cierto temor es verdad, pero sin más consecuencias.

Sin embargo, el país que realmente aspira al trono del poder es China. Es ya la segunda potencia económica, y aunque lleva un tiempo sufriendo percances, su fuerza es tan grande que puede controlar esos problemas con relatividad facilidad. No olvidemos la inmensa deuda que China tiene comprada a Estados Unidos.

Pero claro, el poder económico no es suficiente. El poder militar marca diferencias, como bien sabían los romanos y otros imperios. ¿Cómo obtener ese poder? Y más importante: ¿dónde obtenerlo? La respuesta es rápida: en el espacio.

Efectivamente. China está lanzada a un programa militar enorme, pero también a un programa espacial, en una segunda carrera, en la que espera controlar el territorio de la Luna. Para ello, acaba de dar un salto enorme: el cohete C5, que tiene un peso aproximado al cohete más potente americano actual: el Delta IV Heavy. El cohete C5 es sin embargo un estadio intermedio a cohetes más potentes, que serán iguales o más potentes que el cohete Saturno V, que llevó al ser humano a la Luna.

Y un pequeño detalle: China no se va a conformar con plantar una bandera. Va a reclamar el territorio de la Luna como parte de su territorio. Sí, es cierto, hay un tratado internacional que el espacio es de todos ¿De verdad alguien se lo cree? Yo no. El espacio, y la Luna, es de quien tenga el poder económico y militar para reclamarla. Como ha sido siempre a lo largo de la historia de la humanidad. Pretender que ahora todos vamos a ser hermanos y amigos en el espacio es no conocer bien al ser humano.

Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea, y Japón, y también la India, saben esto. Estos actores saben que hay que moverse, y hacerlo ya. De ahí el entusiasmo en Estados Unidos por ir a Marte. Sí, a Marte, pero pasando por la Luna, por supuesto.

Esta segunda carrera espacial no va a ser como la primera. Va a ser dura, va a ser larga, y va a cambiar el mapa geopolítico de la Tierra. Qué digo de la Tierra. Tendremos que irnos olvidando del mapa de la Tierra. El mapa ahora es el sistema solar. El juego de la conquista ha comenzado. Y el primero que llegue se llevará el premio. No hay premio para el segundo. Esto es algo que hemos visto, una y otra vez, a lo largo de la historia.

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La sonda Schiaparelli se ha perdido; conclusiones

La sonda Schiaparelli de la Agencia Espacial Europa (ESA en sus siglas en inglés) se ha perdido cuando realizaba el descenso automático en Marte. Recordemos que no se puede controlar el descenso de forma manual desde la Tierra porque las órdenes tardan varios segundos en llegar, unos 180 (3 minutos) en el mejor de los casos. ¿Qué podemos aprender de este fracaso? Mucho, sin duda.

Otras sondas enviadas a Marte también han corrido la misma suerte. Sin embargo, afortunadamente otras han cumplido con éxito su misión. Pero aterrizar en Marte (amartizar en realidad no es correcto según la R.A.E.) es un proceso altamente complejo y que requiere obtener una gran experiencia. No voy a entrar en los detalles técnicos, aunque sin duda espero escribir una entrada sobre el tema en este blog, pero sí diré ahora que queda mucho trabajo por delante.

Lo que me preocupa de todo esto no son los fracasos. Viajar a Marte es una tarea costosa, y que entraña grandes dificultades. Lo que me preocupa es ese entusiasmo y esa fiebre que de pronto parece haberle entrado a todo el mundo por llevar seres humanos a Marte. Ya hablé del caso que me parece más controvertido, el de Elon Musk, presidente de SpaceX, que dice que no solo va a llevar a cien seres humanos en el primer viaje, sino que hay que estar dispuesto a morir si se participa en su proyecto. ¿Qué es esto, ciencia, investigación, o una película de superhéroes dispuestos a morir por la humanidad?

Seamos serios por favor. Los desarrollos en ingeniería y la experiencia necesarias para llevar seres humanos a Marte solo se conseguirán mediante programas espaciales que, de forma segura y progresiva, vayan quemando etapas para conseguir el propósito buscado: que haya humanos en Marte, y por supuesto, que puedan volver. Es exactamente esa filosofía la que llevó a seres humanos a la Luna. Una Luna por cierto olvidada, por cuanto establecer personal y una base allá sería un paso previo. Se han perdido 40 años dejando a la Luna de lado, ahora es el momento de volver.

Este fracaso permitirá a la ESA obtener mucha información y experiencia, y, como todos los fracasos, es amargo, pero es una fuente de conocimiento. Hay que dar nuevos pasos, crear mejores sistemas, y desarrollar mejores tecnologías. Y eso es lo que debe hacerse para la conquista del espacio, si queremos que sea de una forma controlada, ordenada, y por supuesto, segura para los futuros seres humanos que viajen al planeta rojo. La NASA y su proyecto Orión es un ejemplo de cómo deben hacerse las cosas. Ellos ya lo han dicho: la seguridad de sus astronautas es lo primero. No entendería otra postura ni otra estrategia para el espacio.

Una pena lo ocurrido con la sonda Schiaparelli. Y una lección: cualquier fallo en el espacio es mortal. Seamos cautos, y caminemos hacia el futuro. Pero hagámoslo con sentido de la realidad, y dejando las ambiciones y las palabras huecas a un lado. Le hacen un flaco favor a la humanidad.

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Aquellos chalados en sus locos cacharros

Esta semana se han anunciado nuevas empresas, entre ellas la archiconocida Boeing, que aceptan el reto de Elon Musk de llevar al primer ser humano a Marte, indicando que ellos serán los primeros en llegar al planeta rojo.

Todo esto sin olvidar que la NASA, con el proyecto Orión, también construye un cohete, el SLS, para ir a Marte. China, por su parte, ha anunciado que serán ellos los primeros en llegar, y por supuesto reclamar, el suelo marciano. Y seguramente Rusia se apunte pronto. Solo queda Europa, que colabora con la NASA en el proyecto Orión, pero no tiene un proyecto propio.

Yo, que recuerdo el día en el que el Apollo XI llegó a la Luna, y que vi el alunizaje por televisión junto a millones de seres humanos, no puedo por menos que estremecerme. Tanto en el aspecto positivo, como en el negativo.

En el positivo, porque veo nacer una nueva carrera espacial, y eso siempre es bueno. ¿Por qué? Es muy sencillo: el mundo tecnológico actual, los sistemas médicos modernos, los ordenadores, las telecomunicaciones, no existirían sin la carrera espacial. Apague el ordenador, el teléfono, y decenas de inventos que usamos cada día. Apague la mayoría de sistemas de los hospitales, y de los automóviles y aviones comerciales. Sin la carrera espacial, no existirían. Además, como amante de la astronáutica, me siento feliz de haber vivido dos carreras espaciales. Vi nacer y morir la primera en los sesenta, y veo nacer la segunda.

En el lado negativo, tengo una gran preocupación por el hecho de que ir a Marte no es una vuelta por el campo. Puede hacerse. Debe hacerse. Pero los peligros son casi infinitos. Y veo mucha palabrería, mucho discurso, muchos aplausos, y mucho orgullo en las empresas que prometen ser las primeras en llegar a Marte. ¿Cuántas vidas se pueden perder ante algo así? La idea de Elon Musk y SpaceX de llevar en un primer viaje de solo ida a 100 seres humanos es una completa locura. Se han de cubrir etapas poco a poco, como se hizo con el proyecto Apollo de los años sesenta, que fue precedido de los proyectos Mercury y Gemini.

No lo veo claro. No el hecho de ir, sino toda esa fanfarria y ruido patriótico y de orgullo. No, el espacio no se conquistará con palabras grandiosas y preciosos discursos. Y que nadie lo olvide: morirá gente. Y no pocos. ¿Qué caras pondrán esos orgullosos empresarios cuando su gente, sus pilotos, sus científicos, sus investigadores espaciales, sus colonos, sean cadáveres sobre suelo marciano, o perdidos en el espacio para siempre? ¿Quién tomará la responsabilidad de que eso no ocurra? ¿Cómo justificarlo?

Cuidado. La carrera de los años sesenta fue una locura. Pero se tuvieron en cuenta enormes aspectos de seguridad. Aun así murió gente. Ahora, si no se tiene cuidado, pueden morir muchos más.

Pero, como siempre digo, lo mejor es un ejemplo: Apollo XIII. Estuvieron a punto de perder la vida. Todo estaba controlado, y sin embargo, podrían haber muerto. Se salvaron por equipos de gente brillante que encontraron soluciones brillantes. ¿Dónde está esa gente brillante ahora? Cuidado: el espacio no admite ni un solo error.

Para hacerse una idea, recomiendo la película «Apollo XIII», una verdadera obra de arte del cine. Absolutamente genial. En las imágenes adjuntas pueden verse el cartel de la película, y una foto real de cómo quedó el módulo de servicio del Apollo XIII tras la explosión del tanque de oxígeno.

Hablaré mucho más de estos temas, por supuesto. Es un asunto apasionante. Pero peligroso. Me encanta que haya competencia, y deseos de abrir nuevas fronteras. Pero seamos cuidadosos. El espacio podría llenarse de cadáveres, y morir en un traje espacial perdido en la inmensidad del vacío, o en un planeta frío y sin casi atmósfera, no es precisamente el sueño de ningún hombre o mujer sensatos. Seamos cuidadosos. Nos irá la vida en ello.

Elon Musk presenta su idea del viaje a Marte

Elon Musk, responsable de la empresa aeroespacial SpaceX, acaba de anunciar que prepara un proyecto para llevar al ser humano a Marte. Y lo ha hecho presentando un vídeo con una infografía sobre cómo pretende convertir ese viaje en una realidad. Podéis ver el vídeo adjunto.

Es interesante comparar este proyecto con el proyecto Orión de la NASA. Y voy a dar mi personal opinión, que es por supuesto la de un lego en la materia. Mi único conocimiento sobre la carrera espacial son los cuarenta y cinco años que llevo siguiendo y estudiando sus progresos, desde aquel famoso día en el que el Apollo XI llegó a la Luna, un evento que tuve la suerte de ver por televisión junto a millones de personas. Pero no soy, en absouto, un experto en la materia, solo un amante de la astronáutica.

Dicho esto, diré que este proyecto tiene más de ciencia ficción que de ciencia. Ya el plan para poner en órbita una masa tan grande, y repostarla de esa forma, me parece una idea arriesgada. Pero lo que más me llama la atención es el desmesurado tamaño de la nave. Si se compara al principio con la silueta de seres humanos, ese cohete es un verdadero monstruo. Ya se ve la gran cantidad de motores que incorpora.

Luego, el segundo problema es el viaje en sí. ¿Cuánta gente viaja? Parece que bastante. ¿Cómo mantener a ese grupo de personas durante el viaje, y una vez en Marte? No se ve. No se explica.

El aterrizaje en vertical es fantástico, pero ya se ha visto que es muy arriesgado. Yo no apostaría a aterrizar esa gigantesca masa así. Montaría un cohete auxiliar de aterrizaje.

Pero lo que más me preocupa es esto: ¿y el viaje de vuelta? Fíjese el lector que se ve a Marte dando muchas vueltas, y TERRAFORMANDO Marte. ¿Qué? ¿Pretenden terraformar Marte? De acuerdo. ¿Cómo? ¿Con esa gente que, aparentemente, no volverá nunca a la Tierra? ¿Alguien tiene una idea de lo que supone terraformar un planeta como Marte?

Como película de ciencia ficción me parece genial. Pero, de momento, si el lector me lo permite, voy a apostar el poco dinero que tengo al proyecto de la NASA. Modesto, sencillo, pero llevado a cabo con la experiencia de 70 años de investigación.

Es, como digo, mi opinión, nada más. Si alguien quiere comentar algo, alguna duda, estaré encantado de atenderle.

No hay marcianos en Europa; hay géiseres

El pasado día 26 la NASA informó de que iba a hacer un importante anuncio en relación a la luna Europa de Júpiter. Mucha gente introdujo el famoso término: “aliens”. Pero, por mucho que cada semana parezca que se han descubierto marcianos en algún lugar del universo, no se trata de aliens, por la sencilla razón de que se requiere una sonda en el satélite para poder confirmar un dato así, al menos con la tecnología actual.

El satélite Europa de Júpiter es una luna compleja y dinámica, algo menor que la Luna, y de la que se sospecha que dispone de una estructura interior que podría albergar agua en un océano interno. Esas condiciones y las particulares características del satélite, similares en composición a la de la Tierra, podrían haber permitido el desarrollo de vida microscópica, de forma parecida a lo que ocurrió en la Tierra. El descubrimiento de la NASA es, sin embargo, muy importante. Se trata de geiseres, es decir, chorros de vapor de agua que emanan del interior del satélite. Eso quiere decir que dentro hay agua, y, quizás, un océano líquido, como se viene sospechando. Esto de ningún modo significa vida, pero los exobiólogos, es decir, los biólogos especializados en estudiar posibles formas de vida en otros mundos, creen que Europa es un gran candidato a contener vida.

Si se confirmase que hay vida microscópica, ello daría pie a pensar que la vida como tal aparece cuando y al poco de que se den las condiciones adecuadas, como pasó en la Tierra, que, geológicamente hablando, dispuso de vida desde prácticamente los primeros instantes en los que la Tierra pudo albergarla. Si se confirmase que no hay vida, se tendrá que seguir trabajando en modelos bioquímicos y biofísicos planetarios que permitan deducir cuáles son las condiciones para la aparición de vida microscópica.

Por cierto, y como curiosidad, estos exobiólogos que estudian la vida de otros mundos no tienen aparentemente nada que estudiar de momento. Entonces, ¿para qué sirven? Su utilidad es enorme; estudiando otros mundos, y calculando las probabilidades de vida de esos mundos y sus posibles desarrollos en base a la composición de esos mundos, su temperatura, atmósfera, y otros elementos, pueden imaginar posibles formas de vida, y con ello, entender mejor la propia vida en la Tierra. Por cierto, ya hubo noticias de algo así en 2013. Ahora se confirman con más detalle.

De todas formas, una cosa está clara: si algún día se llega a detectar vida en Europa, o en alguna de las otras lunas de Júpiter y Saturno candidatas a poseer vida, ello significará un salto enorme en la historia de la humanidad. No solo a nivel científico, sino también desde el punto de vida humano. Si no estamos solos, si en otro cuerpo del sistema solar también hay vida, parecerá lógico pensar que esta es más común de lo que habíamos pensado, y ello abrirá un sinfín de posibilidades. Por no hablar del impacto a nivel social y cultural de saber que no estamos solos. Las opciones son enormes. Encontrar vida sería uno de los mayores pasos de la humanidad en la búsqueda de dos preguntas eternas: qué somos, y por qué estamos aquí. Esperemos descubrirlo tarde o temprano.

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Europa, Luna de Júpiter

Orbiter 2016: Misión Atlantis STS-101 (primera parte)

Ya está disponible la primera parte del videotutorial sobre el vuelo de la misión STS-101, que realizó el transbordador Atlantis hacia la ISS.

Los transbordadores espaciales de la NASA (Shuttle) fueron sofisticadas naves que permitían el transporte de grandes cargas al espacio, y permitieron la creación de la Estación Espacial Internacional, o colocar el telescopio Hubble y posteriormente repararlo, entre otras muchas operaciones.

Ahora traemos en la Cocina de Sócrates el primer vídeo de una serie que explicará cómo operar esta nave, y otras, con el simulador Orbiter 2016, un software completamente gratuito y muy sofisticado. De ninguna manera es un videojuego, sino un simulador tremendamente sofisticado, y con capacidades educativas extremadamente altas.

Pronto estará disponible la segunda parte, y luego otros vídeos para ir conociendo todos los aspectos del vuelo espacial. Muchas gracias.