Vivimos en una sociedad que nos enseña desde pequeños, demasiadas veces, que somos inmortales. Que no hay peligro, que todo está bien, y que todo va a ser eterno. Pasamos muchas veces nuestra juventud pensando que no va a acabar nunca, aunque sepamos que así es, y vivimos incluso los cuarenta y cincuenta con aquello de «persona de edad media».
Pero la realidad se impone, y hemos de entender que, en cualquier momento, podemos dejar este mundo. Ese es un tema que se trata poco, o nada, en las sociedades occidentales actuales. Es un tabú, y se esconde como si fuese algo malo, algo a evitar.
Cuando llega un momento en el que tenemos que enfrentarnos a esa realidad, muchos no están preparados, y vienen entonces los nervios, la tensión, el sufrimiento. Porque morir siempre es desagradable, siempre es terrible, pero siempre estará ahí ese momento, que llegará tarde o temprano. Aceptarlo o no es algo secundario ante la realidad. Entonces, ¿qué hacer con nuestro legado? ¿Con nuestro trabajo literario, con nuestros ensayos y escritos?

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