Submarino de la NASA para Titán

Titán, la luna de Saturno, es un cuerpo espacial con características muy interesantes. No solo desde el punto de vista científico, especialmente su geología, su densa atmósfera, y sus mares de metano; también el hecho de que esos mares pudieran albergar algún tipo de vida.

Titán es una especie de minitierra primigenia, que se conserva en lo que fue el estado original de nuestro planeta. Solo por eso la gran cantidad de cosas que podríamos aprender de ese mundo y del nuestro son inimaginables. Y la NASA ha considerado que, además de estudiar su superficie, merece la pena pensar en estudiar sus mares, especialmente el enorme lago Kraken, con una profundidad y tamaño suficientes como para enviar un submarino.

Sí. Aunque suene a ciencia ficción, y de hecho es ciencia ficción, la NASA planea, en un futuro todavía lejano por supuesto, mandar un submarino a Titán. Eso permitiría conocer el interior de tan impresionante mundo, y estudiar si existe algún tipo de vida microscópica en algún hábitat dentro del océano de metano.

Titán contiene además la mayor concentración de hidrocarburos de todo el sistema solar, y es evidente que una empresa minera podría organizar un lucrativo negocio con esos hidrocarburos. Incluso aunque se sustituya la gasolina por otras fuentes de energía, los hidrocarburos, como bien saben los químicos, tienen infinidad de aplicaciones en la industria y en la vida diaria. El acceso a esos hidrocarburos permitiría mantener toda una gigantesca industria durante cientos o miles de años, hasta encontrar algo mejor claro.

Supongo que es de esperar que con estos datos algún escritor de ciencia ficción se motive a escribir alguna historia basada en ese satélite de Saturno, y nos hable de aguerridos mineros y duros jefes de empresas ambiciosos, capaces de cualquier cosa por el control del poder.

Pero mientras esa ficción se convierte en realidad, lo cierto es que Titán promete mostrar sus secretos a los intrépidos que lleguen allá primero, y beneficios a quienes exploten esos secretos. Si a eso añadimos el submarino para hacer turismo, solo falta el spa de metano para tener cubierta una estancia de una semana para los mejores empleados de la empresa y sus familias con todos los gastos pagados. Fabuloso ¿verdad?

Johannes Kepler: de dioses y de ciencia

En esta ocasión he querido traer a este blog la figura de un hombre realmente interesante: Johannes Kepler (1571-1630). Kepler debe ser recordado como uno de los grandes precursores de la ciencia moderna, gracias a las que ahora se conocen como “Leyes de Kepler”.

El propio Newton usó esas leyes como base para escribir su libro “Principia Mathematica”, y revolucionar la física desde entonces. No en vano, cuando Newton dijo la frase “Si he visto más que los demás, es porque estaba apoyado sobre hombros de gigantes” se refería, entre otros, a Kepler.

Pero no es al hombre de ciencia al que me gustaría traer hoy. Sino al místico. Al religioso. Al entregado a Dios. Kepler era un hombre profundamente religioso. Estaba obsesionado con la perfección que Dios había empleado para crear el universo. Pensaba que el sistema solar debía estar basado en los cinco elementos geométricos perfectos griegos (sólidos platónicos), y que las órbitas de los seis planetas conocidos entonces debían encajar con esos cuerpos geométricos. Si Dios era perfecto, y los cinco cuerpos geométricos eran perfectos, las órbitas deberían estar contenidas en esos cuerpos. Cinco cuerpos en órbita de seis planetas. Parecía lógico.

Sin embargo, Kepler no consiguió que los datos de las órbitas de los planetas encajaran con los cinco cuerpos geométricos perfectos. Una y otra vez lo intentó, y fracasó. La obra de Dios no parecía estar en armonía con la naturaleza de los griegos y sus observaciones, ni con el cosmos. ¿Qué ocurría? Kepler sufrió muchísimo con esta contradicción entre suposiciones y realidad.

Y aquí es donde entra a escena el gran salto que Kepler dio con respecto a otros hombres de su época: al final comprendió que, si los cuerpos geométricos no encajaban con las órbitas, quizás era porque, en realidad, el universo no contemplaba esa perfección que pretendía debía tener. Quizás Dios no buscaba la perfección geométrica. Quizás Dios no estaba presente cuando las órbitas de los planetas fueron creadas. Quizás, simplemente, tenía que extraer a Dios de sus observaciones, y reconocer la verdad desnuda del universo: que no obedece a ideas preconcebidas. El universo no atiende a los deseos del hombre. El universo, en definitiva, es como es porque obedece a leyes distintas a las de Dios.

Kepler sufrió muchísimo con esta evidencia. Con este descubrimiento. Pero, a pesar de todo, entendió que debía aceptar la realidad. Su gran logro no fueron las tres leyes de Kepler; su gran logro fue separar ciencia y Dios. Su gran obra fue comprender que la ciencia no requiere de Dios, y es más, que Dios no es necesario para hacer ciencia. Kepler impulsó la idea fundamental de la ciencia: por muchas ideas preconcebidas que tengamos sobre el universo, la realidad es que las observaciones y la experimentación deben prevalecer sobre cualquier idea. No podemos dejarnos influenciar por lo que nos digan, o por lo que creamos. Debemos, simplemente, atender a los hechos. A los datos. A las pruebas.

Kepler rompió la comunión de forma definitiva entre ciencia y Dios, algo que había comenzado con eminentes mentes como Galileo o Copérnico. Eso le hace más grande que cualquier otro logro. Y eso le da un lugar destacado entre los seres humanos más fundamentalmente influyentes en la historia de la humanidad.

Sin duda, Kepler fue el primero. Pero no el último. Hoy día necesitamos nuevos Kepler en el mundo. Gente que nos saque de las ideas y nos lleve a la realidad empírica de la ciencia. Gente que nos enseñe a pensar, a evitar prejuicios, y a ver la verdad desnuda. Una verdad desnuda siempre, cruel a veces. Pero que nos lleve a los hechos, por mucho que nos duelan verlos frente a nosotros. Ese fue el legado de Kepler. Y desde entonces, hemos dado un salto gigantesco. Hora es de dar el siguiente. Antes de que el oscurantismo nos invada de nuevo.

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Supernovas y catálogo NGC

La imagen del día es para una imagen de una galaxia que recibe el nombre técnico de NGC 4526. ¿Qué tiene de especial esta imagen? La estrella brillante de la parte inferior izquierda. Es una supernova. Esta estrella brilla más que el resto de estrellas de la galaxia.

Dicho de otro modo: una estrella supernova, cuando explota, emite durante un corto periodo de tiempo más luz que las doscientos mil millones de estrellas restantes. Esto puede dar una idea de lo que supone que una estrella explote convirtiéndose en supernova.

¿Puede ocurrir con el Sol? No, no puede. Se requiere una masa al menos diez veces superior a la del Sol para que pueda convertirse en supernova. Nuestra estrella, dentro de unos 5.000 millones de años, se hinchará, convirtiéndose en una gigante roja, y probablemente se trague a la Tierra. Una Tierra, por cierto, que hará millones de años que es un trozo de roca muerta. De hecho dentro de unos 1,5 mil millones de años la Tierra será ya incapaz de soportar vida. Ya hablaremos de eso en otro momento, creo que puede ser de interés para el lector.

Por cierto, muchos objetos astronómicos disponen de un código, como una matrícula. Las letras NGC en español significan «Nuevo Catálogo General» (New General Catalogue), seguido de un número.

Otro sistema mas antiguo es el «M» del Catálogo Messier, un astrónomo que creó el primer catálogo moderno. Por ejemplo M31 es «Messier 31», que indica la galaxia de Andrómeda. Galaxia que antes se creía era una nebulosa de gas, no fue hasta los años 30 del siglo XX cuando se vio que era una galaxia distinta a la nuestra. Pero eso también es otra historia interesante para hablar con calma.

El universo es impresionante. Y las maravillas que encierra casi infinitas. Pocas cosas hay mejores en la vida que salir una noche cerrada sin nubes a contemplar el firmamento. Unos ven a Dios. Otros la maravilla del conocimiento. Pero todos se asombran ante la majestuosidad del universo. Eso es común para ambos.

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Supernova en proceso de explosión

China y la conquista del sistema solar

A lo largo de la historia, siempre ha existido un país, imperio, reino, o como queramos llamarlo, que ha dominado sobre los demás. Desde el fin de la segunda guerra mundial ese país dominador es Estados Unidos. Junto a la extinta Unión Soviética, ambos países dominaban gran parte del mundo en los aspectos económicos, políticos, sociales, y militares.

Actualmente Rusia, por mucho que insista el señor Putin, no es lo que fue. Precisamente Putin quiere volver a darle a su nación el poder que se perdió en los noventa, aunque de momento sus actuaciones se centran en hacer volar algunos aviones o barcos por Europa, causando un cierto temor es verdad, pero sin más consecuencias.

Sin embargo, el país que realmente aspira al trono del poder es China. Es ya la segunda potencia económica, y aunque lleva un tiempo sufriendo percances, su fuerza es tan grande que puede controlar esos problemas con relatividad facilidad. No olvidemos la inmensa deuda que China tiene comprada a Estados Unidos.

Pero claro, el poder económico no es suficiente. El poder militar marca diferencias, como bien sabían los romanos y otros imperios. ¿Cómo obtener ese poder? Y más importante: ¿dónde obtenerlo? La respuesta es rápida: en el espacio.

Efectivamente. China está lanzada a un programa militar enorme, pero también a un programa espacial, en una segunda carrera, en la que espera controlar el territorio de la Luna. Para ello, acaba de dar un salto enorme: el cohete C5, que tiene un peso aproximado al cohete más potente americano actual: el Delta IV Heavy. El cohete C5 es sin embargo un estadio intermedio a cohetes más potentes, que serán iguales o más potentes que el cohete Saturno V, que llevó al ser humano a la Luna.

Y un pequeño detalle: China no se va a conformar con plantar una bandera. Va a reclamar el territorio de la Luna como parte de su territorio. Sí, es cierto, hay un tratado internacional que el espacio es de todos ¿De verdad alguien se lo cree? Yo no. El espacio, y la Luna, es de quien tenga el poder económico y militar para reclamarla. Como ha sido siempre a lo largo de la historia de la humanidad. Pretender que ahora todos vamos a ser hermanos y amigos en el espacio es no conocer bien al ser humano.

Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea, y Japón, y también la India, saben esto. Estos actores saben que hay que moverse, y hacerlo ya. De ahí el entusiasmo en Estados Unidos por ir a Marte. Sí, a Marte, pero pasando por la Luna, por supuesto.

Esta segunda carrera espacial no va a ser como la primera. Va a ser dura, va a ser larga, y va a cambiar el mapa geopolítico de la Tierra. Qué digo de la Tierra. Tendremos que irnos olvidando del mapa de la Tierra. El mapa ahora es el sistema solar. El juego de la conquista ha comenzado. Y el primero que llegue se llevará el premio. No hay premio para el segundo. Esto es algo que hemos visto, una y otra vez, a lo largo de la historia.

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Estrellas púlsar, o la visión de extraterrestres en 1967

La entrada de hoy sobre astronomía versa sobre los púlsar (pulsating star). La obsesión por ver extraterrestres en cada nuevo descubrimiento astronómico no es nuevo. Las webs se llenan de noticias de «presuntas señales» y otros signos extraterrestres constantemente. La verdad es que empieza a ser obsesivo, ven extraterrestres en cada esquina. Sin embargo, esta obsesión no es nueva, por supuesto.

En 1967 nos desayunamos en las noticias de ciencia con el descubrimiento de una extraña señal que se repetía constantemente. Su precisión era tan alta en el ritmo e intensidad que algunos pensaron que podría ser un radiofaro estelar, como los que permiten a los pilotos guiarse a los aeropuertos. El púlsar fue llamado técnicamente PSR B1919+21.

En realidad, estas señales proceden de estrellas de neutrones. Viejas estrellas con tanta masa que su diámetro se ha reducido hasta quedar compactados sus átomos en neutrones. Una cucharada de café de una estrella de neutrones pesa 100000 toneladas. Lo mismo que un portaaviones nuclear clase Nimitz.

La estrella, al reducir su diámetro, empieza a girar más rápido, como les ocurre a los bailarines cuando cierran los brazos. Su campo electromagnético es enorme, y si giran en el mismo plano en el que se encuentra la Tierra, por cada giro recibimos una señal de la estrella. De ahí esa señal pulsante de estas estrellas.

Es decir, no hay marcianitos. Las estrellas de neutrones tipo púlsar son un ejemplo de cómo un fenómeno totalmente natural puede ser fácilmente confundido con una señal de origen inteligente. No es así.

Eso sí, nadie niega que esas estrellas realmente, por su naturaleza, pudieran servir a viajeros espaciales para llevar a cabo sus vuelos con una navegación precisa, como las señales VOR de la aviación comercial. Pero eso es una simple y divertida especulación, y nada más. Hay que seguir buscando, sí. Pero ser muy, muy cuidadosos con pronunciar la palabra «marcianos». Ellos pueden estar fuera. Pero parece que se esconden. Y muy bien además.

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Esquema de un púlsar y su campo electromagnético y señal

Dos sencillas luces en el camino

El ser humano no ha tenido grandes oportunidades de recibir educación a lo largo de la historia. Siempre fueron pocos los elegidos, y la mayor parte de la humanidad vivía en completa ignorancia.

Hoy eso ha mejorado, pero bien sabemos que queda un gran camino por delante. Por otro lado, también observamos que muchos jóvenes no se interesan por la ciencia, por la cultura, por el arte. Por el conocimiento en general. ¿Por qué?

En mi opinión, es el sistema. Yo, por ejemplo, sufrí situaciones difíciles durante mi juventud, hasta el punto de negarme a todo, enfrentarme a todo, y discutirlo todo. No era un problema de capacidad; no era falta de interés. Era, simplemente, una falta de motivación por aprender. Sin embargo, aquello que me interesaba, especialmente la astronomía, era mi pasión.

Todo aquello cambió con un libro y una serie: el libro fue «Nueva guía de la ciencia» de Isaac Asimov. La serie fue «Cosmos» de Carl Sagan. Ambas obras me transformaron completamente. A partir de entonces comencé un largo y difícil camino para poder sacar mi vida adelante. ¿Qué había ocurrido? Había ocurrido que había encontrado dos grandes maestros del conocimiento, que además eran maestros en transmitir ese conocimiento con arte, con pasion, con dulzura, envolviéndote en sus conocimientos, en sus datos, en sus sueños.

Hoy muchos jóvenes viven situaciones similares. Lamentablemente, muchos de ellos no encontrarán su libro y su serie que les dé una oportunidad. Las escuelas no son lugares donde se aprende a aprender. Solo se dan datos y más datos, sin pasión, sin calor, sin amor. Aprender es belleza. Aprender es pasión. Aprender es un sueño. Y quien practica la enseñanza debe entender este principio básico. Solo así podrá transmitir conocimiento real a los jóvenes.

Un libro. Y una serie de ciencia. Dos elementos tan sencilos, y tan complejos, cambiaron una vida, la mía, y muchas vidas. Porque muchos ingenieros y físicos de la NASA, del MIT, y del CERN, declaran haberse sentido motivados a ser lo que son gracias a estos materiales. ¿Dónde están hoy los sueños del conocimiento? ¿Dónde está hoy la aventura del saber? Hay que buscarlas. En cualquier esquina, de cualquier lugar…

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La sonda Schiaparelli se ha perdido; conclusiones

La sonda Schiaparelli de la Agencia Espacial Europa (ESA en sus siglas en inglés) se ha perdido cuando realizaba el descenso automático en Marte. Recordemos que no se puede controlar el descenso de forma manual desde la Tierra porque las órdenes tardan varios segundos en llegar, unos 180 (3 minutos) en el mejor de los casos. ¿Qué podemos aprender de este fracaso? Mucho, sin duda.

Otras sondas enviadas a Marte también han corrido la misma suerte. Sin embargo, afortunadamente otras han cumplido con éxito su misión. Pero aterrizar en Marte (amartizar en realidad no es correcto según la R.A.E.) es un proceso altamente complejo y que requiere obtener una gran experiencia. No voy a entrar en los detalles técnicos, aunque sin duda espero escribir una entrada sobre el tema en este blog, pero sí diré ahora que queda mucho trabajo por delante.

Lo que me preocupa de todo esto no son los fracasos. Viajar a Marte es una tarea costosa, y que entraña grandes dificultades. Lo que me preocupa es ese entusiasmo y esa fiebre que de pronto parece haberle entrado a todo el mundo por llevar seres humanos a Marte. Ya hablé del caso que me parece más controvertido, el de Elon Musk, presidente de SpaceX, que dice que no solo va a llevar a cien seres humanos en el primer viaje, sino que hay que estar dispuesto a morir si se participa en su proyecto. ¿Qué es esto, ciencia, investigación, o una película de superhéroes dispuestos a morir por la humanidad?

Seamos serios por favor. Los desarrollos en ingeniería y la experiencia necesarias para llevar seres humanos a Marte solo se conseguirán mediante programas espaciales que, de forma segura y progresiva, vayan quemando etapas para conseguir el propósito buscado: que haya humanos en Marte, y por supuesto, que puedan volver. Es exactamente esa filosofía la que llevó a seres humanos a la Luna. Una Luna por cierto olvidada, por cuanto establecer personal y una base allá sería un paso previo. Se han perdido 40 años dejando a la Luna de lado, ahora es el momento de volver.

Este fracaso permitirá a la ESA obtener mucha información y experiencia, y, como todos los fracasos, es amargo, pero es una fuente de conocimiento. Hay que dar nuevos pasos, crear mejores sistemas, y desarrollar mejores tecnologías. Y eso es lo que debe hacerse para la conquista del espacio, si queremos que sea de una forma controlada, ordenada, y por supuesto, segura para los futuros seres humanos que viajen al planeta rojo. La NASA y su proyecto Orión es un ejemplo de cómo deben hacerse las cosas. Ellos ya lo han dicho: la seguridad de sus astronautas es lo primero. No entendería otra postura ni otra estrategia para el espacio.

Una pena lo ocurrido con la sonda Schiaparelli. Y una lección: cualquier fallo en el espacio es mortal. Seamos cautos, y caminemos hacia el futuro. Pero hagámoslo con sentido de la realidad, y dejando las ambiciones y las palabras huecas a un lado. Le hacen un flaco favor a la humanidad.

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Marcianos. Marcianos por todas partes

Últimamente, los medios de comunicación, incluso aquellos que se supone son serios y contrastados, se están llenando de noticias en relación a descubrimientos y hechos relacionados con alienígenas. El último, hace un momento cuando escribo esto, en relación a la sonda Voyager 2, que está actualmente saliendo del sistema solar, dirigiéndose al espacio profundo. Se sugiere que los extraterrestres podrían estar detrás de un fallo de la sonda.

Según esta noticia, la sonda comenzó a enviar información sin sentido. Tras investigar, se descubrió que ha habido un desplazamiento de bits, donde el 1 pasa a ser el 0, y el 0 pasa a ser el 1. Debido a la distancia a la que se encuentra, se sugiere, ni más ni menos, que son los extraterrestres los causantes del mal funcionamiento de la sonda, cambiando los bits en una especie de «respuesta». ¿Eso es una respuesta? Son un poco tontos estos marcianos parece ser.

Dejando aparte lo ridículo de esta explicación, se  hace evidente la obsesión de mucha gente por explicarlo todo por acción de los marcianitos de turno, que no tienen otra cosa que hacer que molestar. O, si se descubre algún fenómeno o efecto extraño, se achaca a marcianos enseguida. Tal es el caso de algunas estrellas que, debido a fenómenos difíciles de explicar, tienen su origen en las esferas de Dyson, de civilizaciones muy avanzadas.

Antes, las cosas que no se entendían se explicaban mediante milagros y ángeles. Ahora al parecer todo se puede explicar por acción de los extraterrestres. Pero ¿por qué ocurre esto? Es muy sencillo.

La enorme competencia de los medios de comunicación por atraer a los lectores y obtener los famosos “click” que pagan las facturas mediante la publicidad, abocan a entidades de información antes serias a convertirse en circos ambulantes, intentando desesperadamente, y de forma semanal, o incluso diaria, con traernos la noticia que cambiará la historia de la humanidad para siempre. Es el famoso “clickbait” del que ya hemos hablado en alguna ocasión.

Pero es preocupante que webs serias y rigurosas se dediquen a desinformar al público con teorías de bichos verdes o grises que se dedican a jugar con sondas en el espacio profundo. ¿Es el hijo joven de algún marciano el causante de que la sonda Voyager 2 mande información errónea? ¿Habrá que dejarle sin llevarle de vacaciones a Alfa Centauri por su mal comportamiento? Realmente patético.

Lo cierto es que no hay extraterrestres. No hay ninguna evidencia de extraterrestres. Y es posible que nunca se detecten, si es que se puede conseguir alguna vez. No digo que no existan, probablemente hay vida en otros mundos, por una simple cuestión de probabilidad. Ahora bien, contactar con ellos, incluso poder pasar información, eso ya es otro tema. ¿Debe seguirse la exploración del espacio profundo en busca de pruebas? Sí, naturalmente. Pero hasta que no se encuentre una señal clara y perfectamente identificable, hablar de marcianitos para explicarlo todo es simplemente constatar una profunda ignorancia.

Por cierto, el famoso doctor Stephen Hawking declaró recientemente que, quizás, no sea oportuno dar a conocer nuestra posición a seres de otros mundos. Podrían tener intenciones hostiles, venir aquí y conquistar la Tierra. Con todos los respetos al gran científico, no me imagino a una especie avanzada preocupándose por nosotros. ¿Nos preocupamos nosotros por las bacterias del suelo? Claro que no. ¿Por qué deberían ellos preocuparse por una especie primitiva, perdida en un extremo de la galaxia? ¿Por los recursos? La galaxia está llena de ellos. ¿Por curiosidad? Probablemente haya mucha vida en la galaxia como para preocuparse. ¿Para convertirnos en hamburguesas? Dudo que una especie avanzada no haya superado la etapa de tener que comer el bocadillo de media tarde para sobrevivir.

En definitiva, y como siempre, la idea es llamar la atención. En eso sí que nos diferenciamos del resto de seres de la Tierra; somos los únicos en hacer el ridículo con ideas absurdas a una escala galáctica, cuando no montar guerras fraticidas de niveles inconcebibles. Mira, quizás por eso sí podrían interesarse los marcianos por nosotros. Quién sabe.

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Aquellos chalados en sus locos cacharros

Esta semana se han anunciado nuevas empresas, entre ellas la archiconocida Boeing, que aceptan el reto de Elon Musk de llevar al primer ser humano a Marte, indicando que ellos serán los primeros en llegar al planeta rojo.

Todo esto sin olvidar que la NASA, con el proyecto Orión, también construye un cohete, el SLS, para ir a Marte. China, por su parte, ha anunciado que serán ellos los primeros en llegar, y por supuesto reclamar, el suelo marciano. Y seguramente Rusia se apunte pronto. Solo queda Europa, que colabora con la NASA en el proyecto Orión, pero no tiene un proyecto propio.

Yo, que recuerdo el día en el que el Apollo XI llegó a la Luna, y que vi el alunizaje por televisión junto a millones de seres humanos, no puedo por menos que estremecerme. Tanto en el aspecto positivo, como en el negativo.

En el positivo, porque veo nacer una nueva carrera espacial, y eso siempre es bueno. ¿Por qué? Es muy sencillo: el mundo tecnológico actual, los sistemas médicos modernos, los ordenadores, las telecomunicaciones, no existirían sin la carrera espacial. Apague el ordenador, el teléfono, y decenas de inventos que usamos cada día. Apague la mayoría de sistemas de los hospitales, y de los automóviles y aviones comerciales. Sin la carrera espacial, no existirían. Además, como amante de la astronáutica, me siento feliz de haber vivido dos carreras espaciales. Vi nacer y morir la primera en los sesenta, y veo nacer la segunda.

En el lado negativo, tengo una gran preocupación por el hecho de que ir a Marte no es una vuelta por el campo. Puede hacerse. Debe hacerse. Pero los peligros son casi infinitos. Y veo mucha palabrería, mucho discurso, muchos aplausos, y mucho orgullo en las empresas que prometen ser las primeras en llegar a Marte. ¿Cuántas vidas se pueden perder ante algo así? La idea de Elon Musk y SpaceX de llevar en un primer viaje de solo ida a 100 seres humanos es una completa locura. Se han de cubrir etapas poco a poco, como se hizo con el proyecto Apollo de los años sesenta, que fue precedido de los proyectos Mercury y Gemini.

No lo veo claro. No el hecho de ir, sino toda esa fanfarria y ruido patriótico y de orgullo. No, el espacio no se conquistará con palabras grandiosas y preciosos discursos. Y que nadie lo olvide: morirá gente. Y no pocos. ¿Qué caras pondrán esos orgullosos empresarios cuando su gente, sus pilotos, sus científicos, sus investigadores espaciales, sus colonos, sean cadáveres sobre suelo marciano, o perdidos en el espacio para siempre? ¿Quién tomará la responsabilidad de que eso no ocurra? ¿Cómo justificarlo?

Cuidado. La carrera de los años sesenta fue una locura. Pero se tuvieron en cuenta enormes aspectos de seguridad. Aun así murió gente. Ahora, si no se tiene cuidado, pueden morir muchos más.

Pero, como siempre digo, lo mejor es un ejemplo: Apollo XIII. Estuvieron a punto de perder la vida. Todo estaba controlado, y sin embargo, podrían haber muerto. Se salvaron por equipos de gente brillante que encontraron soluciones brillantes. ¿Dónde está esa gente brillante ahora? Cuidado: el espacio no admite ni un solo error.

Para hacerse una idea, recomiendo la película «Apollo XIII», una verdadera obra de arte del cine. Absolutamente genial. En las imágenes adjuntas pueden verse el cartel de la película, y una foto real de cómo quedó el módulo de servicio del Apollo XIII tras la explosión del tanque de oxígeno.

Hablaré mucho más de estos temas, por supuesto. Es un asunto apasionante. Pero peligroso. Me encanta que haya competencia, y deseos de abrir nuevas fronteras. Pero seamos cuidadosos. El espacio podría llenarse de cadáveres, y morir en un traje espacial perdido en la inmensidad del vacío, o en un planeta frío y sin casi atmósfera, no es precisamente el sueño de ningún hombre o mujer sensatos. Seamos cuidadosos. Nos irá la vida en ello.

Elon Musk presenta su idea del viaje a Marte

Elon Musk, responsable de la empresa aeroespacial SpaceX, acaba de anunciar que prepara un proyecto para llevar al ser humano a Marte. Y lo ha hecho presentando un vídeo con una infografía sobre cómo pretende convertir ese viaje en una realidad. Podéis ver el vídeo adjunto.

Es interesante comparar este proyecto con el proyecto Orión de la NASA. Y voy a dar mi personal opinión, que es por supuesto la de un lego en la materia. Mi único conocimiento sobre la carrera espacial son los cuarenta y cinco años que llevo siguiendo y estudiando sus progresos, desde aquel famoso día en el que el Apollo XI llegó a la Luna, un evento que tuve la suerte de ver por televisión junto a millones de personas. Pero no soy, en absouto, un experto en la materia, solo un amante de la astronáutica.

Dicho esto, diré que este proyecto tiene más de ciencia ficción que de ciencia. Ya el plan para poner en órbita una masa tan grande, y repostarla de esa forma, me parece una idea arriesgada. Pero lo que más me llama la atención es el desmesurado tamaño de la nave. Si se compara al principio con la silueta de seres humanos, ese cohete es un verdadero monstruo. Ya se ve la gran cantidad de motores que incorpora.

Luego, el segundo problema es el viaje en sí. ¿Cuánta gente viaja? Parece que bastante. ¿Cómo mantener a ese grupo de personas durante el viaje, y una vez en Marte? No se ve. No se explica.

El aterrizaje en vertical es fantástico, pero ya se ha visto que es muy arriesgado. Yo no apostaría a aterrizar esa gigantesca masa así. Montaría un cohete auxiliar de aterrizaje.

Pero lo que más me preocupa es esto: ¿y el viaje de vuelta? Fíjese el lector que se ve a Marte dando muchas vueltas, y TERRAFORMANDO Marte. ¿Qué? ¿Pretenden terraformar Marte? De acuerdo. ¿Cómo? ¿Con esa gente que, aparentemente, no volverá nunca a la Tierra? ¿Alguien tiene una idea de lo que supone terraformar un planeta como Marte?

Como película de ciencia ficción me parece genial. Pero, de momento, si el lector me lo permite, voy a apostar el poco dinero que tengo al proyecto de la NASA. Modesto, sencillo, pero llevado a cabo con la experiencia de 70 años de investigación.

Es, como digo, mi opinión, nada más. Si alguien quiere comentar algo, alguna duda, estaré encantado de atenderle.