Dijo Dios: ¡Hágase Newton!

El otro día estaba comentando con un familiar una frase muy antigua, que me gustó mucho cuando la escuché hace como un millón de años. La frase en cuestión dice:

«Todo era caos en el universo, y dijo Dios: ¡Hágase Newton! Entonces todo fue orden. Pero entonces apareció el Demonio, que dijo a su vez: ¡Hágase Einstein! Y todo fue caos otra vez.»

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La revolución inacabada de Einstein

He comentado en alguna ocasión el estancamiento que, desde hace años, vive la física teórica. Tras los grandes avances de la primera mitad del siglo XX, que dio lugar a la relatividad general, por un lado, y a la mecánica cuántica, por el otro, la física ha ido encontrando, cada vez más, dificultades para poder avanzar y progresar, especialmente en temas como la unificación de las dos teorías comentadas anteriormente.

Ha habido varios intentos, uno de ellos que ha consumido enormes cantidades de recursos y personal: la teoría de cuerdas. Una teoría que, como bien pronosticó hace años el doctor en física Lee Smolin, es un callejón sin salida.

La revolución inacabada de Albert Einstein – Lee Smolin
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La gran mentira de los cristales de tiempo

Vamos con una nueva entrega de «la gran mentira». En este caso, vamos a hablar de «los cristales de tiempo«, o «cristales de espacio-tiempo», un nuevo invento de la comunidad científica, que suena a la última película de Spielberg, y que pretende romper las leyes de la física y prometernos energía infinita, remedando a los viejos trucos de los siglos XVIII y XIX con sus Perpetuum Mobile.

Usted leerá textos muy complicados sobre los «cristales de tiempo» en la red. Textos llenos de fórmulas y palabras muy raras, para explicar lo que es. Yo se lo resumo:

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Física: principios absolutos y relativos

Vamos a empezar con dos frases definitorias de lo que pretende ser esta entrada:

«La ciencia es mucho más que la simple acumulación de datos y hechos».

«El concepto de absoluto como elemento definitorio de una teoría debe ser descartado, por cuanto el propio concepto de teoría define un límite a cada teoría».

Cuando un experto físico teórico da una explicación en Youtube, o en otro medio, para explicar algún hecho relacionado con su trabajo, me gusta escuchar atentamente sus explicaciones y tomar buena nota. Aprender de su discurso, y disfrutar del nuevo conocimiento, o reafirmar algún conocimiento ya adquirido. De ningún modo se me ocurriría contradecir sus explicaciones, porque yo no soy físico teórico, y no tengo herramientas para ello.

Podemos cuestionar a Einstein. Pero debemos hacerlo con argumentos dentro de los parámetros de la ciencia y la filosofía del conocimiento.
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Límites cuánticos de la métrica de Alcubierre

Vamos con una nueva entrada de física teórica especulativa, en relación a un artículo que me he encontrado sobre una investigación del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España) en base a los límites de la métrica de Alcubierre impuestos por los efectos cuánticos a velocidades relativistas e hiperlumínicas.

Miguel Alcubierre es un físico teórico mexicano, que a mediados de los noventa desarrolló una variante extendida de la teoría general de la relatividad de Albert Einstein. En la misma el doctor Alcubierre propone la idea de poder viajar por el espacio a velocidades hiperlumínicas, requiriendo, eso sí, ingentes cantidades de energía, que además deben generarse mediante materia exótica. Por materia exótica se entiende, en este caso, materia con masa imaginaria, o, dicho de otro modo, materia con masa negativa.

Gráfico de la impulsión de Alcubierre, mostrando las regiones opuestas, contraída y extendida, del espacio-tiempo respecto al sector central en el cual se ubica la burbuja plana de deformación (Wikipedia).
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Einstein y la búsqueda de las variables ocultas

En esta entrada corta de la semana quiero presentarles un vídeo del IFT muy interesante, y una reflexión sobre el mismo.

Estaba el otro día viendo otro interesantísimo vídeo del IFT (Instituto de Física Teórica), donde a uno de sus miembros lo acusaron más o menos de «hereje» por decir que, en esencia, la famosa fórmula de Einstein E=mc2 es errónea. ¿Cómo se atreve semejante mortal a contradecir a nuestro venerado e inmortal Einstein?

El mortal, un miembro de IFT, que es además físico del CERN de Ginebra, tomó buena nota de la acusación, y grabó un magnífico vídeo con no uno, sino seis errores de Albert Einstein. Y obtiene una conclusión: Einstein era un ser humano. Y se equivocó en algunas ocasiones. Eso no quita todo el gigantesco mérito de sus descubrimientos. Pero no era infalible. Como no lo es nadie.

Esquema de la función de onda para una partícula.
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Teoría de cuerdas y la paradoja del principio antrópico

Nota: esta es mi penúltima entrada antes de irme de vacaciones. La última será el vídeo de introducción de «Caminos a lo desconocido«, una serie de trabajos donde hablaré de aspectos relacionados con el ser humano y su futuro a partir de septiembre.

Vivimos en un universo de equilibrios. Equilibrios en forma de valores para las constantes universales adimensionales, esas que tienen siempre el mismo valor independientemente de cómo se tomen, como la constante de estructura fina.

Curiosamente, estos valores, que en la mayoría de los casos nadie sabe por qué tienen precisamente esos valores, son determinantes para la existencia del universo tal y como lo conocemos. O, también podríamos decir: si alguno de esos valores cambiara, incluso en el orden de las centésimas, en muchos casos el universo cambiaría, de forma que la vida, tal como la conocemos, sería imposible.

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Dios creó 10 elevado a la 500 universos, pero solo este lo diseñó para que contuviera vida. El resto fueron betas anteriores a este universo, que es la versión 1.0 de la vida. Luego sacará la versión 2.0, donde seremos inmortales, y no tendremos que pagar impuestos, ni existirán las suegras ni los cuñados.

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Física a la escala de Planck

Nota: no soy físico. De hecho soy hombre de letras en un amplio sentido del término. Por eso este contenido, como todos los demás relacionados con el conocimiento de la naturaleza, deben ser tenidos en cuenta como simples especulaciones y reflexiones personales. Muchas gracias.

Uno de los diversos motivos del fracaso de la teoría de cuerdas, entre otros muchos, es el de trabajar en la escala de Planck. La idea que subyace a la propia naturaleza de esta teoría es que el universo está compuesto por, precisamente, diez dimensiones físicas, y una dimensión temporal. Y que su estructura básica son un tipo de cuerdas que vibran, y que solo son accesibles a la escala de Planck. Pero, ¿qué es la escala de Planck? Ahora vamos a verlo.

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Modelo de Calabi-Yau, una estructura matemática que corresponde con un modelo de universo de diez dimensiones, siete de ellas plegadas sobre sí mismas a la escala de Planck.

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Lo siento Albert, Dios sí juega a los dados

Si se hiciese una encuesta del científico más popular, sin duda habría dos nombres: Newton, pero, por encima de todo, Albert Einstein, el padre de la relatividad, y uno de los padres de la mecánica cuántica. Y es curioso que sea así, porque Einstein siempre renegó de esta segunda disciplina. No de su esencia, pero sí de su dos principios fundamentales: que el conocimiento tiene límites, y que está basado en probabilidades.

¿Por qué Einstein luchó denodadamente contra estas dos ideas, perfectamente establecidas en la mecánica cuántica, demostradas y verificadas? Porque no podía soportar que el universo no fuese perfectamente medible y cuantificable. Pero, ¿por qué no lo es? ¿Qué ocurre con el universo cuando intentamos medirlo? Ocurre que llegamos a un límite. A una frontera del conocimiento. Y eso era lo que Einstein nunca pudo soportar. Y mucho más: trabajó con ahínco para cambiar esa idea. Fracasó.

Se acusa a Einstein de cosas muy absurdas, la gran mayoría sin ningún fundamento. Einstein fue un ser humano. Cometió errores, pero son un detalle entre grandes éxitos.

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Imposibles ficticios. Hoy: El fin de la eternidad

El tiempo es aquello que es infinito cuando somos jóvenes, y demasiado escaso cuando nos hacemos viejos. Entre un instante y el siguiente, todas las decisiones que hayamos tomado quedarán escritas en la historia del universo para siempre. Los errores, los fallos, esa palabra mal puesta, ese gesto erróneo, en el momento más inoportuno, que hizo que perdiésemos un trabajo, un amor, un amigo, para siempre. ¿Y si pudiésemos volver atrás? O mejor aún, ¿y si pudiésemos controlar el tiempo, y crear un mundo perfecto para la humanidad?

Corría el año 1955, y el bioquímico de origen ruso, afincado con sus padres en Nueva York, Isaac Asimov, era ya un renombrado y conocido escritor de ciencia ficción. Tanto era así que dejó su plaza en la universidad para dedicarse a escribir en exclusiva, algo que le permitió crear toda la serie de obras increíbles, tanto de ficción como divulgativas, que podemos disfrutar hoy día. Recordemos que Asimov es el escritor más prolífico de la historia, junto a Lope de Vega. Más de quinientas obras llevan su sello.

Asimov había escrito su trilogía de «La Fundación» poco antes, publicada por capítulos en una revista, algo muy habitual en aquella época. Había terminado un relato de 25.000 palabras sobre una idea relacionada con los viajes en el tiempo que fue rechazada, pero posteriormente, convertida en novela, fue aceptada para ser publicada.

Así nació una de las obras que considero más grandes de Isaac Asimov: «El fin de la eternidad», junto a la mencionada trilogía de la Fundación, y a «Yo robot».

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