Telescopio James Webb y la búsqueda de vida

Hace un mes hablé del lanzamiento del telescopio James Webb a una órbita alrededor del punto Lagrange L2, situado a 1,5 millones kilómetros de la Tierra. Puede parecer mucho, pero está a un paso de la Tierra.

Eso sí, esa distancia le permite al telescopio poder observar el universo de una forma mucho más eficiente que el Hubble. Teniendo además unos espejos que, sumados, conforman una superficie mucho mayor que la del Hubble, y teniendo en cuenta los avances y el campo electromagnético que va a observar el James Webb, básicamente el infrarrojo y una parte de la luz visible, podemos decir que este telescopio nos puede deparar grandes descubrimientos.

Telescopio James Webb.
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El libro de la ciencia se reescribe cada día

La frase de la semana nos la trae Carl Sagan:

«El estudio del universo es un viaje para autodescubrirnos».

Debemos observar esta frase en todas sus dimensiones, nunca mejor dicho. Estudiar el universo, su naturaleza, su origen, su estructura, su destino, es un viaje de autodescubrimiento. Cuanto más conocemos del universo, más aprendemos sobre nosotros mismos. La razón es, por supuesto, muy sencilla: nosotros somos parte del universo. Cuanto más conocemos sobre todo lo que nos rodea, más conocemos de nuestra propia existencia y naturaleza.

El ser humano ha tratado de explicar el universo en libros escritos hace siglos o milenios, que explicaban mediante mitos y leyendas la naturaleza humana. Estos libros son rígidos, inamovibles, y leerlos no nos brinda los secretos del cosmos. Al contrario, nos inducen a creer ideas que ya sabemos son obsoletas desde hace décadas. Y lo sabemos gracias al avance de la ciencia.

Nadie niega la fe de un ser humano. Pero todos debemos entender que la fe no nos va a permitir conocer la naturaleza del universo. Debemos por tanto concluir que deberemos escribir otros libros, que nos enseñen los secretos del cosmos. Y de ahí la frase:

«El libro de la fe se escribió una vez y para siempre. El libro de la ciencia se reescribe cada día».

Carl Sagan
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Dónde están los héroes y los sueños del siglo XX

Hace muchos, muchos años, y esto no es un cuento, escribí una canción con mi guitarra que se titulaba «Trovador de siglo XX». Aún anda la partitura por algún lado. El caso es que es cierto. Ahora, escuchando el disco «I Robot» (Yo Robot) de Alan Parsons, inspirado en el libro del mismo nombre del Maestro Isaac Asimov, me pregunto: ¿dónde ha quedado mi época? ¿Qué hago en este siglo XXI que ni entiendo ni puedo asimilar?

El siglo XX pasó, y las nuevas generaciones no conocen aquellos tiempos. Hablando hace poco con un chico que ahora acaba de cumplir 26 años, me daba cuenta de que le hablaba de grupos, de escritores, de sucesos, que ni conoce, ni probablemente le importan en su mayor parte.

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Contact y una muestra de la arrogancia humana

«Somos los reyes de la creación. La mayor consecución del universo. Dios nos ha elegido».

Básicamente, esa ha sido la premisa del ser humano durante toda su historia; el concepto de que el ser humano es único, irrepetible, y elegido por los dioses, o por un dios único, para un destino sagrado.

La verdad, por supuesto, que niega el noventa por ciento de la especie humana, es que somos unos recién llegados, que somos primitivos, brutales, aunque también capaces de grandes logros y maravillas. Pero estamos solos, perdidos, asustados, temerosos, y no hay nada más peligroso que un ser humano con miedo. El miedo es la causa de la mayor parte de los horrores que la humanidad ha construido durante los últimos dos millones de años. «Contact», la obra de Carl Sagan, nos habla de todo eso. Y de mucho más.

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Leche cruda, Marte y la Luna

Recientemente me he encontrado con tres de esas noticias, que serían hilarantes si no fuese por el importante trasfondo de ignorancia que comportan. La primera es de una responsable política diciendo que la leche cruda no es peligrosa, o que, en todo caso, lo es tanto como comer un pollo que lleva cuatro semanas en la nevera. Habría que aclarar si es la nevera o el congelador, porque si es lo primero, lo que necesita ese pollo no es ser comido, sino una autopsia postmortem realizada por un especialista en crímenes. Porque es un crimen soltar ciertas frases. Ya lo dijo Groucho Marx: «es mejor ser ignorante y mantener la boca cerrada, que abrir la boca y despejar cualquier duda».

Dicen que los métodos de antes para la alimentación eran más naturales. Lo eran, y la tasa de mortalidad también era mayor. Yo mismo había ido a comprar leche cruda cuando era pequeño con mis primos a la vaquería, cerca de Bilbao, donde pasaba los veranos. Estaban las vacas allá, las saludabas, y te llevabas los potes de metal con la leche. Esto lo he vivido yo. Pero no era, repito, no era sano. Sano es pasteurizar la leche.

Algunos dicen que hay intereses ocultos comerciales en la leche pasteurizada. Vamos a ver: la pasteurización es un proceso químico que ha salvado millones de vidas. Si luego alguna empresa realiza transformaciones ilegales en la leche por intereses económicos, deberá ser perseguida y multada. Pero no confundamos un proceso que evita infecciones con un interés concreto de empresas concretas.

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«No quiero creer. Quiero saber» (C. Sagan)

La frase de la semana es de Carl Sagan, que ya he traído a La cocina de Sócrates en alguna ocasión. Refleja perfectamente el modo de trabajar de una mente científica: no creas nada, reflexiona todo, analiza los datos, y obtén conclusiones basadas en hechos empíricos.

Cuando nos dan información de algo, por ejemplo en Facebook, lo creemos inmediatamente. Constantemente llegan noticias falsas. Debemos ser analíticos y considerar si aquello o esto es cierto o falso.

Efectivamente, yo, como Sagan, no quiero creer. Quiero saber. Quiero entender. Quiero conocer los secretos del universo. No quiero que me los cuenten para que deba creerlos sin más. Quiero verlos por mí mismo. 

Quiero mirar a través del telescopio de la razón y el conocimiento y entender cómo y por qué existe el universo,su naturaleza, su pasado, y su futuro. Que no me vengan con historias imaginarias y que solo pretenden que deje de preguntarme una cosa: por qué.

Por ejemplo, una pregunta sencilla y trivial: ¿por qué existe el universo? ¿Podremos saberlo algún día? Con la ciencia, la reflexión, y el estudio, es posible. Con la ignorancia y el conformismo no lo sabremos nunca.Yo voto por la ciencia y por la reflexión. Ese es el objetivo de mi vida. Y a eso entrego mi esfuerzo cada día.

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Dos sencillas luces en el camino

El ser humano no ha tenido grandes oportunidades de recibir educación a lo largo de la historia. Siempre fueron pocos los elegidos, y la mayor parte de la humanidad vivía en completa ignorancia.

Hoy eso ha mejorado, pero bien sabemos que queda un gran camino por delante. Por otro lado, también observamos que muchos jóvenes no se interesan por la ciencia, por la cultura, por el arte. Por el conocimiento en general. ¿Por qué?

En mi opinión, es el sistema. Yo, por ejemplo, sufrí situaciones difíciles durante mi juventud, hasta el punto de negarme a todo, enfrentarme a todo, y discutirlo todo. No era un problema de capacidad; no era falta de interés. Era, simplemente, una falta de motivación por aprender. Sin embargo, aquello que me interesaba, especialmente la astronomía, era mi pasión.

Todo aquello cambió con un libro y una serie: el libro fue «Nueva guía de la ciencia» de Isaac Asimov. La serie fue «Cosmos» de Carl Sagan. Ambas obras me transformaron completamente. A partir de entonces comencé un largo y difícil camino para poder sacar mi vida adelante. ¿Qué había ocurrido? Había ocurrido que había encontrado dos grandes maestros del conocimiento, que además eran maestros en transmitir ese conocimiento con arte, con pasion, con dulzura, envolviéndote en sus conocimientos, en sus datos, en sus sueños.

Hoy muchos jóvenes viven situaciones similares. Lamentablemente, muchos de ellos no encontrarán su libro y su serie que les dé una oportunidad. Las escuelas no son lugares donde se aprende a aprender. Solo se dan datos y más datos, sin pasión, sin calor, sin amor. Aprender es belleza. Aprender es pasión. Aprender es un sueño. Y quien practica la enseñanza debe entender este principio básico. Solo así podrá transmitir conocimiento real a los jóvenes.

Un libro. Y una serie de ciencia. Dos elementos tan sencilos, y tan complejos, cambiaron una vida, la mía, y muchas vidas. Porque muchos ingenieros y físicos de la NASA, del MIT, y del CERN, declaran haberse sentido motivados a ser lo que son gracias a estos materiales. ¿Dónde están hoy los sueños del conocimiento? ¿Dónde está hoy la aventura del saber? Hay que buscarlas. En cualquier esquina, de cualquier lugar…

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