«Las cenizas de Sangetall» es uno de los libros de los que menos suelo hablar, pero no porque lo considere inferior o crea que está por debajo de los demás. En todo caso, eso lo ha de decidir el lector. Sí es cierto que es un libro que ha quedado colgado entre dos obras de las que suelo hacer menciones: «Operación Folkvangr» y «Las entrañas de Nidavellir». Sin embargo, este libro contiene elementos clave para entender la saga Aesir-Vanir, y el desarrollo emocional y sensitivo de Sandra, en su camino hacia los hechos que se terminan de desarrollar en «La insurrección de los Einherjar».
Tres años después de los sucesos de «Operación Fólkvängr», Sandra ha decidido que va a buscar y a encontrar al que siente como su padre, a cualquier precio y usando los medios que sean necesarios.
La primera pista la lleva a Amiens, Francia, donde conoce a una joven llamada Alice Bossard, la hija del almirante Bossard, amigo de su padre. Pero el almirante ha sido asesinado sin que haya ninguna pista del móvil o de los responsables, y Alice parece tener la clave de la muerte del almirante, y una extraña conexión con la investigación que está llevando a cabo.
Sandra decide entonces acudir a uno de los pocos conocidos de su padre en que puede confiar, Javier, que accederá a ayudar en la investigación, por motivos que no revelará a Sandra de forma inmediata. Javier se ve en la tesitura de tener que acceder a una céntrica y carísima joyería de París, y representar un papel de hombre duro y atrevido que nunca imaginó tendría que llevar a cabo…

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